Noticia "El Padrenuestro" (VII) Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo Publicado: 27/03/2016: 25034 Estamos en la tercera petición del padrenuestro: "Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo". Hágase, y otra vez el pasivo divino porque Dios es el que cumple su voluntad. Mas he aquí que con esta petición estamos rozando el misterio del hombre, pues, como decía Dámaso Alonso: "Dios es inmenso lago sin orilla,/ salvo en un punto tierno,/ minúsculo, asustado,/ donde se ha complacido limitándose:/ yo./ Yo, límite de Dios, voluntad libre/ por divina voluntad./ Yo, ribera de Dios, junto a sus olas grandes". Sí, la voluntad de Dios ha querido concedernos la libertad para que podamos decir no, incluso a su voluntad. Y su voluntad es que todos se salven, pero Él, que nos hizo sin nosotros, no nos va a salvar sin nosotros, decía san Agustín. Ahí radica nuestra responsabilidad y mérito. Hágase. ¡Qué fuerza tiene la voluntad del Señor!, la creación brota de ella. Él dijo: hágase, y la luz fue hecha. Él dijo: hagamos, y creo al hombre: hombre y mujer los creó. Pero he aquí que concedió al hombre capacidad creadora, y el hombre puede recrear o desertizar, dar vida o muerte, vivir como hijo o asesinar y destruir. Este es el drama, nuestro drama. Hasta la obra más querida de Dios, la Redención, contó con la libertad del hombre. Y el cielo esperó que María aceptara ser la madre del Verbo. Con razón dice Bernard Haëring: “Ni el Padre ni Jesús nos imponen su voluntad. El plan salvífico de Dios, su voluntad amorosa contempla solamente la fuerza de atracción del amor. No se trata de siervos, sino sólo de hijos e hijas del Reino, que son llamados a la libertad y en orden a la libertad a colaborar en el Reino del amor y de la paz con el Hijo amado, predilecto”. Y ésa es nuestra misión ser colaboradores del amor gratuito de Dios, hasta tal punto que Jesús nos recuerda: "No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos." Y, ¿cuál es la voluntad de Dios? No es otra que el amor, porque Dios es amor y envió a su Hijo para mostrarnos el camino del amor. Por eso, conocer al Hijo, ponernos bajo su Palabra iluminadora y amar como el Hijo enseña, es la voluntad del Padre. Y, si esto es así, cuando oramos diciendo: 'hágase tu voluntad', estamos suplicando dos cosas: una, que el Padre nos ayude a cumplir su voluntad; y otra, que tenemos el propósito de cumplirla. Que tenemos el propósito de cumplir su santa voluntad, porque no deseamos otra cosa que conocer y amar lo que nos enseña Jesús, el Hijo. Y que deseamos manifestar la misericordia del Padre, hecha carne en el Hijo, que amó hasta el extremo, para que el hombre viva. 'Hágase tu voluntad', Padre, porque yo no seré obstáculo y dejaré que el Espíritu Santo lleve a cabo en mí tu santa voluntad. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.