NoticiaHistoria de la Iglesia La Teocracia Pontificia: Apogeo (I) Publicado: 15/12/2015: 8253 En la Europa cristiana y en los siglos XII y XIII aparecen dos partidos o sectores de opinión: los partidarios del papa o “güelfos” y los del emperador o “gibelinos”. Las ciudades eran güelfas o gibelinas, según predominara un sector de opinión o de otro. Muy pronto entrarán en conflicto ambos partidos. Se luchará, se discutirá sobre la primacía en la Cristiandad. El papado sostendrá que el papa como “Vicario de Cristo” es el verdadero jefe de la Cristiandad y que el emperador debe actuar como delegado del Papa, pues recibe la unción de éste. Esta lucha por el “dominium mundi” enfrentará a papas y emperadores con la ruina de unos y otros. Pero a principios del siglo XIII hubo una notable excepción: fue el Pontificado de Inocencio III (1198-1216). Fue elegido Inocencio III por unanimidad cuando tenía treinta y siete años de edad. De familia noble, teólogo y jurista, de inteligencia rápida, especialmente dotado para el gobierno y profundamente espiritual. Su primera decisión fue la reforma de la Curia, de la cancillería y del Erario. Gobernó con gran acierto la ciudad de Roma. Regentó el reino de Sicilia y fue tutor del príncipe Federico, futuro emperador. Intervino con gran acierto en la política de Alemania e Inglaterra. Mantuvo estrechas relaciones con Aragón, Portugal, Polonia, Bohemia, Hungría, Bulgaria y Francia. Bajo su Pontificado se celebró el Concilio IV de Letrán, de gran transcendencia para la historia de la Iglesia. Inocencio III defendió que el Papa es el Vicario de Cristo. Cristo, además de ser Sacerdote, es Rey de reyes. El Papa participa de ese doble poder. Un poder espiritual ilimitado, y un poder temporal directo sobre los Estados Pontificios e indirecto sobre el resto de la Cristiandad. A este Papa se le ha criticado mucho y nunca fue ambicioso en lo temporal. Él se sirvió de su enorme influencia y la puso al servicio de la Iglesia. Su vida privada fue eminentemente sacerdotal y edificante. Está considerado como el “Augusto del Pontificado”.