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Las órdenes militares (II)

Publicado: 15/09/2015: 3902

Con ocasión de las cruzadas, la Iglesia lanzó a los “caballeros” a luchar en el Oriente y a conquistar aquellos territorios para la cristiandad, con la obligación de defender los ideales cristianos. Era la mejor manera de canalizar los esfuerzos de aquellos hombres.

Todas las órdenes militares debían ser aprobadas por el Papa. Sus miembros profesaban una regla y eran a la vez monjes y soldados. Como monjes, hacían tres votos: los de pobreza, castidad y obediencia. En cada orden militar existían tres grupos de miembros: los sacerdotes, que no guerreaban y vivían como auténticos monjes; los caballeros, cuya vida se desenvolvía normalmente en el campo de batalla; y los legos, que con su trabajo ayudaban a unos y a otros. Como soldados profesaban un cuarto voto: la consagración a la guerra contra los infieles. Todos llevaban una cruz bordada sobre la túnica o manto.

Cada orden estaba presidida por un “Gran Maestre”, frecuentemente de sangre real, y era asistido por numerosos oficiales.

La decadencia de las órdenes militares se debió en gran parte a la inactividad de sus miembros después de las Cruzadas, a las rivalidades internas, pero especialmente al gran poderío económico detentado por alguna de ellas. Algunos reyes ambiciosos de las riquezas y del poder de determinada orden, como en el caso de los Templarios, organizaron una feroz campaña contra ellos. Así lo hizo con los caballeros del Temple el rey francés Felipe IV el Hermoso, que presionó al papa Clemente V para que en el concilio de Vienne (1312) suprimiera la citada orden, confiscando gran parte de sus bienes (1314).

Santiago Correa

Sacerdote Diocesano

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