NoticiaClero MI CURA, por Ildefonso Calvente Ildefonso Calvente Publicado: 02/07/2020: 20260 «Nunca me echó nada en cara, nunca me pidió nada» Este sacerdote fue la salvación para todos los jóvenes de mi barrio en aquella época. En concreto para mí, fue una tabla de salvación. Yo que era de beber, de fumar, de irme a robar y a hacer de todo, un delincuente en potencia, llego un día este sacerdote a mi instituto, se plantó delante de mí y, sin conocerme, sin mediar palabra, sin decir absolutamente nada entre ninguno de los dos, me dijo que tenía que ir a la iglesia que, si no, me suspendería todo el curso. Yo me sorprendí bastante, pero fui para evitar que me suspendiera. A partir de ahí, este sacerdote se convirtió para mí en mi padre, en mi madre y mi hermano... Yo podía entrar en la parroquia a cualquier hora, sentarme allí en su despacho como si fuera mío. Nunca me dijo nada, nunca me echó nada en cara, nunca me pidió nada; al contrario, siempre me recibía con una sonrisa, con los brazos abiertos, con mucho amor. Para mí fue un gran hombre y han salido muchas muchas vocaciones sacerdotales de aquellos jóvenes que él rescataba de la calle. La verdad es que yo, gracias a él, estoy en la Iglesia, estoy casado y tengo una familia. Y sigo en la Iglesia gracias a él y a su ejemplo de amor y de entrega. Siempre sentí de él hacia mí un amor gratuito. Y siempre lo tengo en mis oraciones. ¡Que Dios lo bendiga!