NoticiaCoronavirus ORACIÓN DESDE EL CONFINAMIENTO. Antonio José Guerrero Clavijo El periodista Antonio Guerrero es el director de El Sol de Antequera Publicado: 06/04/2020: 16984 El periodista Antonio Guerrero, director de El Sol de Antequera, comparte una oración propia. Las procesiones del año 2020: las de la fe Antequera, como toda España, está viviendo una nueva procesión. A primera hora de la mañana, cuando las monjas de clausura empiezan a rezar, las familias en casa cogen el móvil para mirar si tienen algún mensaje para saber si la familia está bien. Empieza un nuevo día, sin colegio, sin apenas trabajo y sin ruido por la calle. Quienes tienen que salir a trabajar, con el miedo de qué pasará y el riesgo de contagiarse. Los que se quedan en casa, organizando su procesión de cada día: la casa, los niños, la comida, la limpieza, el trabajo y qué hacer sin salir a la calle. Van pasando las horas, los colegios mandan las tareas y las llamadas no paran de sucederse, desde la simple hasta el mensaje por Whatsapp o la vídeollamada. Llegan las 12 del mediodía y las campanas repican desde los conventos y parroquias. Es la hora del Ángelus y el Papa Francisco ha pedido unión a esa hora, como la del miércoles 25 de marzo cuando escribimos estas líneas. Tras dos semanas de incertidumbre, existen tres tipos de procesiones: los que la llevan por dentro, los que sólo se fijan en lo malo y critican todo lo que se comparte y los que intentan llegar hasta el final. Es como en Semana Santa: los que hacen turismo y no les prestan atención, los que se quedan en el Viernes Santo o quienes creen en la Resurrección. Durante la jornada, toca salir, ya sea a primera hora para comprar la prensa, la fruta, el pescado, ir al supermercado, la farmacia o comida para recoger. Se respira ansiedad. Ya no se habla, se señala la distancia en los establecimientos, se entregan guantes, se mira al suelo o los ojos no se perciben por las mascarillas. Y entre todos, las personas mayores, las que crecieron en la Guerra y nos dieron todo, sin mascarillas, sin miedo, solas, en la calle, en las compras y en casa. Y llegan las 20.00 horas, antes de que llegue la hora, sale la procesión de este año: ¡la gente sale a sus balcones a aplaudir a los sanitarios, a quienes velan por nuestra salud! Y cuando tenían que venir las bandas de cornetas y tambores, aparecen los coches de policía, con las luces y los aplausos unidos, como si fuera la cofradía que acaba de llegar a nuestra puerta. Y en medio de la noche, pasa una ambulancia, como si fueran los tambores roncos de la Soledad, sin hacer ruido: acude a una urgencia, quizá a un caso de coronavirus. Y todos miran al Hospital, el final de la procesión de este año, donde los cofrades están vestidos de uniformes verdes o blancos, sin capirotes, pero con antifaz en forma de mascarilla y gafas protectoras. Sin apreciarlo, llevan un cirio, una vela, una luz que alumbra al enfermo que ingresa sin saber si tiene el coronavirus u otra enfermedad. Empieza la vigilia, la pasión de este año 2020, el miedo a la muerte, a caer bajo ese virus que una vez lo superemos, creemos que cambiará nuestra forma de ver la vida. Entre tanto, nos tocará “correr la vega”, entre la vida y la muerte, la Paz y el Socorro, sin saber si quedaremos o no en Soledad. Pero siempre habrá una sonrisa, un aplauso, una mirada, llena de Esperanza, como ese Domingo de Resurrección, que pese a ser el día más importante, es el que más desapercibido pasa... hasta ahora al menos. ¡Que esta Semana Santa sirva para unirse en nuestras nuevas catacumbas, pero para coger fuerzas para salir cuando nos toquen la campana y sigamos metiendo el hombro como todos los que salen cada día en este encierro que no esperábamos! Que la fe sea nuestra luz y esta procesión no se nos olvide para que nuestra vida vuelva a ser el centro y dejemos de dar importancia a lo que no tiene. ¡Y que siga saliendo el sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera! Amén.