Noticia ¡A Dios, Alejandro! Alejandro Sierra Publicado: 25/04/2016: 11205 Ha fallecido Alejandro Sierra, colaborador de la Delegación de Medios de la Diócesis, creyente comprometido y estudioso de las Sagradas Escrituras. En la Misa Córpore Insepulto celebrada en el Cementerio de San Gabriel, Juan Antonio Paredes le dedicó la siguiente homilía: «Nos hemos reunido para despedir a Alejandro Sierra, para decirle: “A Dios, a Dios te encomendamos”, porque los cristianos, que estamos celebrando la resurrección de Jesucristo, creemos que “la vida no termina, se transforma, y al deshacerse nuestro cuerpo, adquirimos una mansión eterna en el cielo”, con nuestro Padre Dios. Decimos “a Dios” a un amigo, a un hombre de bien a quien el Señor había dotado de dones humanos excepcionales. Como servidor diligente, supo poner en juego los talentos que había recibido, con el deseo de aportar a todos lo mejor de sí mismo. Y ese esfuerzo le convirtió en un gran obrero en la viña de esta tierra y del futuro. Buscador apasionado de la verdad, se mantenía alerta, con una inteligencia muy aguda, yo diría que tan afilada como una navaja de afeitar, capaz de diseccionar las diversas opiniones y aportaciones. Por eso le decía, con frecuencia, otro miembro del consejo de redacción de la revista DIÓCESIS, Emilio Saborido, en su sabroso lenguaje malagueño: “Te temo más que a una ‘spa núa’” (que a una espada desnuda, aclaraba a los profanos como yo). Y siempre, como un gran creyente, que dedicaba horas a buscar, en la Escritura, la mejor imagen de Dios Padre y los mejores lenguajes para orar. Fruto de esa búsqueda fue una obra que le publicamos desde la Delegación de Medios de Comunicación Social del Obispado, que tenía como fin dar a conocer, y poner al alcance de todos, las diversas formas de orar que había encontrado en la Biblia. Su amor al Pueblo de Dios, le llevó a trabajar intensamente en las Asambleas del Pueblo de Dios, durante el episcopado de Monseñor Ramón Buxarrais; y, más tarde, en la Delegación de Medios de Comunicación Social, siendo Obispo Don Antonio Dorado. Pero dicho amor no le impedía una actitud fuertemente crítica, ante los aspectos en los que pensaba que la marcha de la Iglesia no era del todo fiel al Evangelio. Esta actitud daba lugar a acalorados debates, siempre con argumentos serios y buscando la verdad de Jesucristo. A veces, dichos debates los protagonizábamos los dos: Él y yo. Y como yo tenía la responsabilidad delegada del Obispo, terminaba por decir la última palabra para marcar la línea del semanario diocesano. Alejandro, después de haber presentado con fuerza y con pasión su punto de vista, tenía la humildad de aceptar las otras opiniones. Pero sus puntos de vista nos enriquecían a todos y nos daban que pensar. Opino que su actitud crítica era fruto del amor que profesaba a Jesucristo y a la verdad del Evangelio. Después de cesar como Delegado de Medios de Comunicación Social, le visité algunas veces, ya que me unía una gran amistad con él y con su esposa, Dori Ruiz. Y le encontraba con sus inquietudes de siempre: El tema de Dios, la persona de Jesucristo y la sagrada Escritura. No sólo estudiaba e investigaba, sino que compartía los resultados de su búsqueda con las personas que aceptaran sus correos. Entre otras, algunos de sus vecinos. En una de mis últimas visitas, estaba trabajando sobre un libro de un profesor emérito de la Universidad de Málaga, en la que éste daba razones para no creer en Dios. Alejandro analizaba con rigor la carencia de peso de cada uno de los argumentoss. Era su forma de anunciar el Evangelio: Compartir su fe con los demás y dar razón de la misma a los que querían escucharle. Hoy, apoyados en la misericordia divina, le ponemos en manos de Dios Padre, con la esperanza de que, al encontrarse cara a cara a con Él, haya saciado su intensa sed de Verdad y Belleza; de la verdad y la belleza de Dios y del hombre». Málaga, 20 de abril de 2016