NoticiaEn los Medios Adiós, Feliz Navidad Sagrada Familia obra del pintor malagueño Raúl Berzosa Publicado: 12/01/2024: 10103 El Alféizar La Navidad ha finalizado. Las fiestas terminaron justo ayer, el domingo posterior al día de Reyes. Desconozco si se repara lo suficiente en ello; el relato de la Navidad disuelve la endulzada imagen de las fiestas navideñas. Ese relato, más propio de un cuento de hadas, no existe. Basta acercarse al desarrollo de los acontecimientos; algo que no es óbice para descubrir fragilidad, ternura y sorpresa; para contemplar un misterio de fe. Precisamente, por eso, conviene contrastarlo con los hechos: seguro que nos topamos con la verdad última que encierra el relato de Navidad. Los acontecimientos que rodearon el nacimiento de Jesús de Nazaret alejan de ridículas dulcificaciones y grotescas manipulaciones. Vayamos al relato: una mujer da a luz a su hijo primogénito. Un embarazo inesperado pone en riesgo la vida de la madre, embarazo que, según la fe cristiana, es por obra y gracia del Espíritu Santo; hasta para su propio esposo resulta difícil encajar esta verdad de fe. Estamos ante un nacimiento rodeado de sobresaltos y desconcierto incluso al bebé lo visita gente de todo tipo, desde pastores a astrólogos. El recién nacido está en peligro de muerte: el rey lo busca para asesinarlo. Emigrante, forzados y con lo puesto, la familia cruza la frontera y deja atrás su tierra. Como la vida de millares de creyentes, repartidos por todo el mundo, la familia de Nazaret llegó a ser objeto de violencia. Desgraciadamente hoy sigue habiendo niños y niñas en grave peligro: menores que yacen en los escuálidos pesebres donde se devora su dignidad en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes... Precisamente, por eso el nacimiento de Cristo interpela y alerta: no estamos ante un dulce cuento de Natividad sino ante la vida misma.