NoticiaJornada Mundial de Juventud «Que los jóvenes sean testigos del Señor en la Iglesia y en el mundo» Publicado: 17/08/2011: 773 La JMJ y todo el camino que nos ha llevado hasta Madrid 2011 ha sido, sin lugar a dudas, una experiencia de encuentro con Cristo para los jóvenes que han participado en ella, y para toda la Iglesia, que ha acompañado, estructurado, organizado, animado y puesto en manos de Dios toda esta vía por la que hemos transitado estos últimos años. Lo primero que tenemos que hacer es dar gracias a Dios por este soplo de aire fresco en la pastoral con jóvenes en la diócesis de Málaga, a tres niveles fundamentales. 1.-A nivel personal, miles de adolescentes, jóvenes y adultos pueden aportar experiencias propias de acercamiento, encuentro, vuelta a la fe; de poner a Jesucristo nuevamente como el centro de la vida; de “arraigarse y edificarse en Cristo”. Los acontecimientos centrales de estos años han sido como faros que iluminan el camino de la fe, la esperanza y el amor de muchos cristianos: la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes en Santiago de Compostela, la Cruz de los Jóvenes y el Icono de la Virgen, los Días en las Diócesis, y la Jornada Mundial de la Juventud. Y se nota, en las parroquias, los movimientos, las comunidades, las asociaciones que se han implicado, ese misterioso soplo del Espíritu que, desde cada joven, ilumina lo que le rodea. 2.-Esto nos lleva al segundo nivel: la comunión eclesial. Sin duda, en los tiempos que corren, “sentirse Iglesia y sentir con la Iglesia”, como decía san Ignacio de Loyola, es un reto esencial. Y qué duda cabe que todo lo que se ha vivido bajo las siglas de la JMJ ha ayudado a ambas cosas. La Iglesia muestra su amor a los jóvenes, los jóvenes quieren más a la Iglesia, y todos salimos ganando. 3.-El tercer nivel es la consecuencia necesaria de los dos anteriores: el joven que se arraiga en Dios y fortalece su fe, en comunión eclesial, no tiene más remedio que mostrarlo dondequiera que está. Y se empieza a ver, poco a poco, que muchos cristianos dejan de ser anónimos y se convierten en testigos. Todo un regalo del Señor, por supuesto. Hay una consecuencia nueva e inesperada de la JMJ que hemos vivido especialmente en nuestra diócesis: el fortalecimiento de las estructuras de comunión y de comunicación entre los jóvenes. La implicación de arciprestazgos, movimientos, colegios, asociaciones, cofradías y hermandades, ha sido y está siendo un foco que ha iluminado especialmente estos dos últimos años pastorales. Ahora hay que dar cuerpo a esta nueva forma de trabajar, propuesta por nuestro Obispo, D. Jesús, y asumida por la diócesis. Es uno de los retos más importantes para la juventud de Málaga: cómo seguir trabajando juntos, como Iglesia, para el bien de todos. Para ello, el 12 de noviembre tendremos una asamblea en la Casa Diocesana, en la que profundizaremos en estos frutos de la JMJ. Están convocados todos los responsables de la Pastoral Juvenil, durante todo el día, para establecer las bases de trabajo mirando al futuro, partiendo de lo que hemos aprendido en este tiempo. Terminaremos este día con una Eucaristía de Acción de Gracias por la Jornada Mundial de la Juventud, con todos los que han participado en ella. En definitiva, la JMJ ha sido, y queremos que sea, un punto en mitad del camino que nos anime a (recogiendo todo lo bueno que se ha vivido hasta ahora) retomar con más fuerza, con más unión y con más profundidad la tarea de anunciar el Evangelio a los jóvenes, y de que los jóvenes sean testigos del Señor en la Iglesia y en el mundo. Reflexión de la Delegación Diocesana de Juventud publicada en la revista "Diócesis" Autor: diocesismalaga.es