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«Una alegría ver cómo una gitana ha subido a los altares»

El sacerdote diocesano José Planas, con el grupo de peregrinos a a la beatificación de Emilia, la canastera
Publicado: 29/03/2017: 18120

ALFA Y OMEGA. Entre la nutrida presencia gitana en la beatificación celebrada el sábado en Almería, destacaba la presencia de un grupo de 73 malagueños. Al frente, un cura gitano (hay dos en Andalucía), José Moreno Planas, párroco de Nuestra Señora del Pilar y de Nuestra Señora de los Ángeles, situadas ambas en el periférico barrio de Miraflores de los Ángeles.

«Los gitanos se han alejado de la Iglesia porque nos hemos encerrado en las sacristías»

¿Qué se trae de la beatificación de Emilia, la canastera?

Para mí ha sido una alegría ser testigo de cómo una gitana ha subido a los altares. Creo que es un modelo impresionante, sobre todo para la juventud gitana. Y he podido ver en Almería la gran realidad de la pastoral gitana de toda España. Esto va a servir para impulsarla, como ocurrió después de la beatificación del Pelé, de Ceferino. La gente estaba muy motivada y muy alegre, con mucho cante y mucho baile. Pero sobre todo venían con mucha inquietud, incluso personas que no habían participado antes en encuentros de pastoral gitana

Con esta imagen del flamenco, ¿no existe el peligro de que se esté dando una visión de la pastoral gitana demasiado…

¿Folclórica? Sí. Sobre todo cuando uno se queda solo con la anécdota. Pero a mí lo que me interesa es llegar al pueblo gitano desde su cultura y desde su situación. Tenemos que cambiar bastante signos para que ellos entiendan la liturgia. Incorporar sus cantes es bueno para que les llegue. Esto es algo que se ve claramente en el culto [evangélico]. Pero la pastoral gitana es mucho más que eso. Yo me reúno con tres grupos cada semana para hablar del Evangelio del domingo desde su propia ambiente y desde su cultura. Y tenemos grupos trabajando en el barrio, en zonas más marginales, como La Corta. Mi director de Cáritas es gitano. Tengo catequistas gitanas, que enseñan a gitanos y payos; hay gitanos en el grupo de liturgia…

¿Qué cree que ha fallado en la Iglesia para que se hayan distanciado los gitanos?

No solo son los gitanos: se han alejado de nosotros muchos jóvenes y adultos, payos y gitanos. El Papa nos está diciendo por activa y por pasiva que tenemos que salir hacia fuera, estar donde está la gente, conocer su realidad. Nos ha faltado esa cercanía. Por falta de tiempo o por las circunstancias que sea nos hemos ido replegando dentro de las parroquias y de las sacristías, y por eso hay cada vez más gente distanciada. Tenemos que renovarnos para salir hacia fuera.

¿Los evangélicos sí han salido?

Han salido hacia fuera y han hecho también una cosa muy bonita: se reúnen en pequeños locales en los barrios. Tú puedes ver en el culto locales pequeñitos, muy dignos, muy limpios, muy bien preparados, con un ambiente muy cercano a la gente. Y están en las afueras de la ciudad, que es donde está la marginación, no en el centro. ¿Que ocurre? Que nuestros templos están en el centro, no en los ámbitos de ellos. Y son pocos los católicos orientados hacia fuera, evangelizando estos barrios. Esta es la explicación de por qué se han alejado de nosotros los gitanos, o de por qué nosotros nos hemos alejado de ellos.

¿Cómo es su relación con estos pastores evangélicos?

Muy buena. Hace unos días murió un gitano, lo velaron en una capilla del culto y yo acudí. Hay un trato muy agradable y cercano. También ellos se acercan a nuestras Misas cuando hay momentos importantes en la vida de las familias. La relación es muy cercana. Para mí más vale sumar que dividir. Siempre que haya algo bueno, vamos a unirnos a ellos. Todo el que hace algo bueno está en nuestras filas.

¿Y cómo es su relación con los Servicios Sociales que trabajan en el barrio?

Las relaciones también son buenas. Nos reunimos a nivel de Cáritas para trabajar conjuntamente. Tenemos un comedor social de una ONG cerca de la parroquia y mucha gente nuestra van a trabajar como voluntaria. Cuando nos piden una ayuda económica o de alimentos, nosotros procuramos dársela si la tenemos. Hay que sumar fuerzas. En el barrio trabajan también las Hijas de la Caridad. Y no hay ningún problema con nadie, gracias a Dios. Los problemas los creamos cuando hacemos proselitismos o buscamos algún interés distinto del bien de la persona. Acabar con la marginalidad es algo que tendría que uniros a todos, a la sociedad y a los gobernantes. El problema que siempre ha tenido el pueblo gitano es ese, la marginalidad, la falta de integración.

¿Le ha abierto a usted muchas puertas ser un cura gitano?

Sí me ha abierto puertas, pero yo creo que, más importante que eso, es la cercanía, el querer a la gente, como Jesús quería a la gente. Cuando a una persona se la quiere, ese es un lenguaje que el otro entiende. Después, si esa persona resulta que ha hecho algo que no debía, se lo dices. Pero no para reñir ni para denunciar, sino por su bien. Ese cariño es lo que cambia a la persona. Todos estamos faltos de cariño y todos necesitamos sentirnos queridos. Y después, se va creando una red de protección. Lo que ocurre es que estas personas no tienen esa red de protección ni familiar ni social. La marginalidad viene de que se ha ido rompiendo esa red que protege a la persona: los padres, amigos, el ambiente del barrio…
 

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