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Jubileo del arciprestazgo de San Cayetano (Catedral-Málaga)

Mons. Catalá durante la Misa en la Catedral con motivo de la peregrinación jubilar del arciprestazgo de San Cayetano · Autor: PEPE ORTEGA
Publicado: 13/02/2025: 515

Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Eucaristía celebrada en la Catedral con motivo del Jubileo del arciprestazgo de San Cayetano.

JUBILEO DEL ARCIPRESTAZGO DE SAN CAYETANO DE MÁLAGA

(Catedral-Málaga, 13 febrero 2025)

Lecturas: Rm 5, 5-11; Sal 88, 21-22.25.27; Lc 4, 16-21.

1.- Celebración del Jubileo 2025

Estamos celebrando el Jubileo 2025 del Arciprestazgo de San Cayetano de Málaga. Habéis realizado una preparación en vuestras parroquias con celebración penitencial, porque el Jubileo implica conversión al Señor y perdón de nuestros pecados.

Hoy habéis hecho la peregrinación desde la parroquia de Los Santos Mártires, después de haber adorado a Jesús sacramentado en la Eucaristía; y ahora celebramos la Eucaristía en la Catedral.

El papa Francisco ha proclamado este Jubileo con motivo del 2025 Aniversario de la Encarnación del Hijo de Dios; y nos encontramos en la sede episcopal de Málaga, cuya titular es la Encarnación, que recuerda el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad.

Es hermoso que todas las parroquias de la Diócesis vengan a la Catedral, primer templo diocesano, para celebrar el Jubileo y profesar la fe católica en el único Salvador y Redentor del mundo.

No existen más salvadores o redentores que Él. ¡Desconfiemos, queridos hermanos, de las falsas imitaciones, que pretenden suplantar al verdadero Salvador! Ya estamos salvados por Jesucristo; ahora nos toca corresponder y acoger dicha salvación.

¡Demos gracias a Dios por la gracia jubilar y procuremos vivir acorde a la fe que profesamos y al amor infinito que Dios nos tiene!

2.- Reconciliados con Dios

El Jubileo tiene un objetivo renovador y de conversión. Es una invitación a volver a Dios, a dejar las cosas que nos apartan de Él; y a pedir perdón de nuestros pecados. Al inicio de la Eucaristía hemos realizado el gesto de rociarnos con agua bendecida, que recuerda nuestro bautismo.

San Pablo nos ha recordado nuestra condición de pecadores, salvados por Cristo: «Cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos» (Rm 5, 6).

Hemos sido reconciliados con Dios por la muerte y resurrección de Jesucristo: «Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rm 5, 8); y «justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo!» (Rm 5, 9).

Con esta celebración lucramos la indulgencia jubilar plenaria, que nos quita la pena merecida por nuestros pecados, ya perdonados.

A veces pensamos que tenemos que ganarnos la salvación con nuestras obras. Pero la salvación ya la ganó Jesucristo para toda la humanidad; a nosotros nos toca acogerla y dar gracias por ello.

3. Año de gracia del Señor

El evangelio de Lucas nos ofrece hoy el pasaje de Jesús en la sinagoga de Nazaret, cuando leía al profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos» (Lc 4, 18).

«Proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4, 19) es una invitación a no ceder a la tentación del desánimo, sino a renovarnos superando nuestras posibles debilidades, personales o comunitarias; más bien estamos invitados a sembrar la semilla del Reino; ésta es nuestra alegría y nuestra tarea (cf. Diócesis de Málaga, Prioridades pastorales para el curso 2016-2017, 1). Vivamos la alegría del Jubileo y contagiemos esta alegría.

4.- Ser evangelizadores

Queremos responder de manera fiel y gozosa a «la vocación a la que hemos sido llamados» (Ef 4,1), desde la herencia eclesial recibida. La tarea de anunciar el Evangelio es misión de todos los miembros de la Iglesia, porque somos "discípulos misioneros", como nos recuerda el papa Francisco (Evangelii gaudium, 119-121), cada uno según la vocación que ha recibido del Señor. Esta misión solo la podemos desempeñar de manera comunitaria y sinodal, como Iglesia, reavivando la alegría de anunciar, celebrar y vivir juntos la fe.

Ya sabéis que cada mes del presente año está dedicado a un tema (paz, familia, vida, perdón, fraternidad, …); por ello os animo a seguir celebrando el Año Jubilar, realizando una actividad arciprestal o parroquial vinculada al tema de cada mes. Y también debemos seguir profundizando en la reflexión sobre el Concilio Vaticano II; para ello nos hemos comprometido en trabajar en este curso pastoral la constitución “Dei Verbum”.

Deseo felicitaros a todos, sacerdotes, diáconos y fieles, por la preparación y la celebración jubilar del arciprestazgo de San Cayetano. Se puede verificar que, cuando los sacerdotes se empeñan, las cosas se hacen bien.

Queridos hermanos, pedimos a la Virgen de la Victoria, Patrona de nuestra Diócesis, que nos acompañe en nuestra misión de evangelizadores y de testigos de Jesucristo, el Ungido, que anuncia a los pobres la Buena Nueva. Vivamos con alegría el Jubileo, que es una gracia y seamos “peregrinos de esperanza”. Amén.

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