XXV Aniversario de la Ordenación Sacerdotal del Rvdo. Agustín Carrasco Álvarez (Parroquia Purísima Concepción-Málaga)

Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía con motivo del XXV Aniversario de la Ordenación Sacerdotal del Rvdo. Agustín Carrasco Álvarez
XXV ANIVERSARIO DE LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DEL RVDO. AGUSTÍN CARRASCO ÁLVAREZ
(Purísima Concepción – Málaga, 7 diciembre 2024)
Lecturas: Is 30, 19-21.23-26; Sal 146, 1-6; Mt 9, 35 — 10, 1.5a.6-8.
1.- Nos reunimos para dar gracias a Dios por el vigésimo quinto Aniversario de Ordenación sacerdotal de nuestro hermano Agustín. ¡Enhorabuena! El Señor lo llamó a este ministerio eclesial y, en fidelidad a su llamada, fue consagrado al servicio de la Iglesia en Sevilla, realizando como Abraham una peregrinación hasta recabar en nuestra Diócesis malacitana.
Aquí ha desempeñado sucesivamente el ministerio sacerdotal en tres parroquias: la Inmaculada Concepción de Arroyo de la Miel, Santa María Inmaculada de Torre de Benagalbón y la Purísima Concepción en Málaga, que regenta ahora. Por providencia ha estado en tres parroquias con el nombre de la Virgen.
Dando gracias a Dios por el don del ministerio sacerdotal, también agradecemos a D. Agustín su respuesta al Señor y su dedicación en el ejercicio del sacerdocio. Ha sido fiel a la llamada del Señor, que nos lleva por donde quiere, donde podemos encontrar dificultades y problemas que hemos de resolver y sortear; y a veces no son fáciles, como sois testigos los miembros de esta comunidad parroquial.
2.- Agradezco a la feligresía y a las comunidades neo-catecumenales de la parroquia la acogida como pastor vuestro, que representa sacramentalmente a Cristo Pastor, Maestro y Cabeza. Y habéis trabajado juntos, codo a codo, en la difícil tarea de la evangelización de esta sociedad, que las comunidades asumís como tarea.
Hay mucha gente que no ha oído hablar de Cristo en esta sociedad cada vez más alejada de Dios. Pero los fieles cristianos están cada vez más comprometidos y fundamentados en la fe. Como decía el papa Pablo VI no hay evangelización hasta que no se anuncia la Persona de Cristo.
Gracias, pues, por vuestra tarea evangelizadoras y por arropar a vuestro párroco trabajando juntos.
3.- En la lectura del profeta Isaías vemos que Dios escucha el gemido de su pueblo (cf. Is 30, 19) y le susurra palabras de vida y de aliento, indicándole el camino que debe seguir: «Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: Este es el camino, camina por él» (Is 30, 21). Y Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Jn 14, 5). No hay otro camino para ser felices y para llegar a la patria a la que estamos destinados.
También hoy el Señor nos enseña a nosotros cómo obtener el sentido de la vida, cómo comportarnos, cómo ser más felices y cómo vivir mejor, en definitiva. Muchos contemporáneos nuestros consideran que ser cristiano es algo trasnochado y retrógrado, que impide la felicidad y el gozo. Pero sabemos que es todo lo contario: el cristiano vive más feliz que quienes solo buscan sacar fruto inmediato a la vida temporal; hasta las encuestas sociológicas, realizadas en diversas partes del mundo, así lo demuestran. Convendría que esto lo supieran también los que no creen, para ver si se animan.
4.- Por eso dice el Salmo, que hemos rezado: «Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios» (Sal 146, 5). Estamos en Adviento, tiempo de espera de la venida del Señor y tiempo de esperanza. No es lo mismo esperar cosas temporales y caducas (proyectos, ilusiones), que tener “esperanza teologal”, que como la fe y la caridad nos fueron regaladas en el bautismo; y son las virtudes que nos sintonizan con Dios.
Los cristianos esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva (cf. 2 Pe 3, 13). Por eso debemos cantar y alabar al Señor (cf. Sal 146, 2), confiando plenamente en él, como la Virgen María; y desconfiando de los príncipes de este mundo «seres de polvo que no pueden salvar» (Sal 146, 3), porque perecen sus planes (cf. Sal 146, 4). Es bueno comparar lo que ofrece el Señor y lo que ofrecen los príncipes de este mundo.
Dios «mantiene su fidelidad perpetuamente» (Sal 146, 6) y no falla nunca. Él concede la lluvia para la semilla sembrada que produce abundante grano (cf. Is 30, 23). El Señor venda la herida de su pueblo y cura sus llagas (cf. Is 30, 26). Él es la Luz que ilumina nuestras vidas. Eso es lo que celebramos en esta Adviento.
5.- El evangelio de hoy de Mateo presenta a Jesús, que «recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 9, 35).
Jesús se compadecía de las muchedumbres, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor (cf. Mt 9, 36). Ese es el panorama que podemos contemplar actualmente: mucha gente sin sentido en la vida, con deseos de alcanzar más felicidad, pero frustrada, sin ilusión y deprimida, sufriendo enfermedades y dolencias de las que no puede escapar.
Pero la fe en Dios, la esperanza en la vida eterna y el amor (las tres virtudes teologales) transforman el mundo y lo hacen más humano y más divino a la vez. El Señor nos llama a ser testigos del evangelio, que ofrece esperanza, libertad de espíritu y fuerza para curar al ser humano de su pecado y crear un mundo mejor.
Queridos fieles, estamos llamados a realizar lo que hacía Jesús: enseñar, proclamar el evangelio y curar los corazones rotos.
6.- El Señor nos invita a trabajar en su mies: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos» (Mt 9, 37). Nuestro mundo puede ser transformado con el trabajo, el esfuerzo, la caridad, la ilusión, la alegría, la corresponsabilidad, la búsqueda incansable del bien común.
Hacen falta trabajadores en esta viña de Señor. Hagamos nuestro el deseo de Jesús: «Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 38).
Al igual que Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia (cf. Mt 10, 1), Él nos envía a proclamar el reino de los cielos (cf. Mt 10, 7), a curar enfermos, a limpiar la lepra del mal que deforma al ser humano; hoy existen muchas lepras que moral y espiritualmente deforman al ser humano. Nos envía también a arrojar demonios, a los que os habéis enfrentado en uno de los “pasos del Camino” y le habéis vencido con la fuerza de Dios.
Lo que hemos recibido gratis debemos darlo gratis (cf. Mt 10, 8).
7.- Queridos feligreses de la parroquia de la Purísima Concepción, seguid trabajando junto con vuestro párroco, D. Agustín, por el Reino de los cielos, que ya está presente en este mundo, aunque incoado, en prenda.
¡Haced de esta comunidad cristiana un hogar donde los niños conozcan y amen a Jesús, los jóvenes encuentren sentido a sus vidas, los adultos vivan con serenidad y paz los avatares de la vida, los ancianos gocen del calor humano y estén atendidos, los enfermos sean reconfortados en su debilidad y los pobres socorridos en sus necesidades! Esta es la invitación que el Señor hace hoy a todos.
8.- Hoy celebra la Iglesia la fiesta litúrgica de san Ambrosio, obispo y doctor. Tuvo que combatir el paganismo de su época (337-397). Nacido en Tréveris (Italia) ejerció la abogacía y fue nombrado por aclamación obispo de Milán.
Su enseñanza y teología tienen un carácter fundamentalmente práctico, surgido de la actividad pastoral y de las necesidades de cada momento; así debería ser nuestro empeño pastoral. En su reflexión desde la fe sobre la política afirma que la Iglesia es independiente del Estado en su campo propio; y que es la guardiana de la moral.
También actualmente hemos de defender la autonomía y la independencia de la Iglesia de ciertas injerencias, que quieren manipularla y dominarla. Como se puede apreciar, su pensamiento es muy actual y puede servirnos para vivir en pleno siglo XXI como cristianos y como ciudadanos.
9.- Querido Agustín, san Ambrosio te recuerda hoy: “Recibiste el oficio sacerdotal y, sentado a la popa de la Iglesia, gobiernas la nave contra el embate de las olas. Sujeta el timón de la fe, para que no te inquieten las violentas tempestades de este mundo” (Carta 2, 1). ¡Sé fiel servidor en la nave de la Iglesia!
Pedimos la intercesión de san Ambrosio, para que sepamos responder adecuadamente a los retos que hoy tiene la Iglesia y el mundo actual.
Y rogamos a La Purísima Concepción, titular de esta parroquia, su poderosa maternal intercesión, para que proteja y ayude al párroco en su ministerio sacerdotal y acompañe a la comunidad cristiana en su misión evangelizadora y en su camino hacia Dios. Amén.