DiócesisHomilías Eucaristía con los equipos de catequistas y responsables de las comunidades neocatecumenales (Hotel Los Abades-Loja. Granada) Mons. Catalá presidió la Eucaristía en la convivencia de catequistas del Camino Neocatecumenal celebrada en Loja Publicado: 27/10/2024: 286 Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía con motivo de la convivencia de inicio de curso de los equipos de catequistas y responsables de las comunidades neocatecumenales (Hotel Los Abades-Loja. Granada) EUCARISTÍA CON LOS EQUIPOS DE CATEQUISTAS Y RESPONSABLES DE LAS COMUNIDADES NEOCATECUMENALES (Hotel Los Abades-Loja. Granada, 27 octubre 2024) Lecturas: Jr 31, 7-9; Sal 125; Hb 5, 1-6; Mc 10, 46-52. (Domingo Ordinario XXX-B) 1.- Agradezco las experiencias que algunos habéis contado, que se enmarcan muy bien dentro de las lecturas bíblicas de hoy. El profeta Jeremías nos ha dicho: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por la flor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: ¡El Señor ha salvado a su pueblo!» (Jr 31, 7). La alegría del pueblo está motivada porque los que están lejos han sido convocados para regresar a casa. Esa es la experiencia que todos tenemos, porque nos hemos alejado de Dios muchas veces y hemos vuelto, porque nuestros pecados nos alejan siempre de Dios. Pero el Señor no se cansa de llamarnos cada vez, para que volvamos a Él, como el “hijo pródigo” (cf. Lc 15, 11-32). Demos gracias a Dios, porque él es quien nos llama, nos convoca y nos hace regresar, como dice Jeremías: «Vendrán todos llorando y yo los guiaré entre consuelos» (Jr 31, 9). El Salmo nos ha invitado a proclamar: «El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres» (Sal 125, 3), porque hizo volver a los cautivos de Sión (cf. Sal 125, 1-2). Esto mismo es lo que hace el Señor por cada uno de nosotros. Demos gracias a Dios y cantemos de alegría porque nos ha salvado. 2.- El evangelio presenta tres personajes distintos. En primer lugar, el ciego Bartimeo, que estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna (cf. Mc 10, 46). Ciego y mendigo estaba como un excluido y marginado, sin vitalidad, sin actividad y sin sentido en su vida; estaba como “muerto”. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10, 47). El otro grupo son las personas que acompañan a Jesús, que tienen dos reacciones distintas: en un primer momento, rechazan al ciego, increpándole para que se callara y no molestara (cf. Mc 10, 48). Pero él gritaba más» (Mc 10, 48). No entendían el dolor de aquél que está al borde del camino, que nadie le hace caso, que está sentado sobre su dolor, que no entra en ese círculo que está siguiendo al Señor. El tercer personaje en escena es Jesús, quien se interesa por el ciego; y cuando dice que llamen al ciego, los seguidores de Jesús cambian su primera actitud de rechazo por otra de acogida y de ayuda: «Ánimo, levántate, que te llama» (Mc 10, 49). La primera reacción nuestra puede ser de rechazo ante alguien que llega de fuera. Solo cuando escuchamos la voz del Señor es cuando cambiamos de actitud y lo invitamos a participar. Las comunidades neocatecumenales podéis invitar a participar a quienes se han alejado o están fuera, para que escuchen la Palabra, que es la que convierte; es Cristo quien nos convierte. 3.- El ciego Bartimeo es distinto del ciego de Jericó, que era ciego de nacimiento. Éste, en cambio, había tenido vista anteriormente. La nueva traducción de la Biblia de la Conferencia episcopal dice que el ciego Bartimeo pidió a Jesús “volver a ver”: «Rabbuni, que pueda ver otra vez» (Mc 10, 51). Antes veía; antes tenía fe, pero me alejé de Dios; he vivido en ceguera y ahora pido “volver a ver”. Y cuando Jesús le cura, dice el evangelio que recobró la vista. Cada uno de nosotros somos como Bartimeo, porque el Señor nos regaló en el bautismo la luz de la fe; pero no éramos conscientes de esa luz y estábamos como ciegos. 4.- El Señor nos vuelve a dar la vista; y, a partir de ese momento, adquirimos otra visión nueva, como cuando a alguien le operan de cataratas de los ojos. Una vez operado, recobra la vista perdida, incluso puede ver mejor que antes. El Señor sana nuestra ceguera, nuestra pasividad y nuestro sinsentido de la vida; y, a partir de entonces vemos las cosas de otra manera: la familia, el trabajo, las relaciones humanas, Dios, la Iglesia, la comunidad cristiana. Ese es el milagro que el Señor hace con cada uno de nosotros cada día. 5.- El personaje de Bartimeo tiene varios significados; en primer lugar, nos representa a cada uno; después representa a la comunidad, porque la comunidad a la que pertenezco puede tener cegueras. Podría incluso tenerlas, a pesar de haber recorrido varias etapas y “pasos” en el camino neo-catecumenal. Todos tenemos la tentación del diablo de volver a las andadas, de volver a sentarme junto al camino pasivamente y no ver con claridad. Y también le puede suceder a la Iglesia, como comunidad más amplia. 6.- Por eso hoy tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios, porque nos ha reunido en la Iglesia, recordando al profeta Jeremías, que anunciaba el retorno de los que estaban lejos (cf. Jr 31, 7-8); nos ha hecho regresar desde donde estábamos alejados, desde nuestros auto-exilios, lejos de Dios, del amor, de Cristo, de la vida. El Señor nos ha tomado de la mano y nos ha dicho: “vuelve a casa”. Damos, pues, gracias a Dios, porque nos hace regresar y estamos alegres por ello (cf. Sal 125, 3); él nos hace regresar cada día y nos devuelve la vista, porque ya nos la regaló en el bautismo. Cuando la perdamos, volvamos a pedir al Señor volver a ver otra vez (cf. Mc 10, 51). Pedimos a la Virgen María que nos acompañe en el seguimiento y en el discipulado del Señor. Amén. Más artículos de: Homilías Coronación Canónica de la imagen de Ntra. Sra. del Carmen, patrona de Marbella.Inmaculada Concepción de la Virgen María (Catedral-Málaga) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir