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75 aniversario de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza como cotitular de la cofradía de los Estudiantes (Iglesia Santo Cristo de la Salud-Málaga)

El Sr. Obispo junto a miembros de la cofradía de Estudiantes en la Eucaristía celebrada en la Iglesia del Santo Cristo de la Salud con motivo del 75 aniversario de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza como cotitular de la cofradía
Publicado: 10/04/2024: 1840

Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada en la Iglesia del Santo Cristo de la Salud con motivo del 75 aniversario de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza como cotitular de la cofradía de los Estudiantes

75 ANIVERSARIO DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA Y ESPERANZA COMO COTITULAR DE LA COFRADÍA

(Iglesia Santo Cristo de la Salud-Málaga, 10 abril 2024)

Lecturas: Hch 5, 17-26; Sal 33, 2-9; Jn 3, 16-21.

1.- Celebramos el 75 Aniversario de la Titular de la Cofradía de Estudiantes de Málaga, “Nuestra Señora de Gracia y Esperanza”. 

Es bueno recordar la historia para dar gracias a Dios. La cofradía de Estudiantes fue fundada en el siglo XVII en la iglesia de san Agustín en Málaga. Desaparecida en 1936, un grupo de estudiantes del colegio san Agustín decide reorganizarla canónicamente a instancias del Obispado de Málaga en 1945. Los iniciadores fueron los padres de algunos de los presentes y actuales cofrades.

En ese mismo año se aprobarían sus normas constituyentes e ingresarían en la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga. 

Su primer objetivo fue la realización de una imagen del “Ecce-Homo”, el Santísimo Cristo Coronado de Espinas, obra del imaginero Pedro Moreira, que fue bendecida y procesionada un año más tarde. La Hermandad realizaría estación de penitencia en la plaza del Obispo desde entonces. Es un acto precioso que todos disfrutamos y que a un servidor le encanta. 

Por avatares de la vida, en 1946 se rompe el vínculo de la Hermandad con la orden de los Padres Agustinos y se traslada a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. En 1947 procesiona por primera vez la Virgen de Gracia y Esperanza, encarnada por la actual Virgen de los Remedios de la parroquia de los Santos Mártires. Un año más tarde se traslada a su actual sede canónica, la iglesia del Santo Cristo de la Salud en la que nos encontramos, y procesiona la actual Titular mariana.

El origen académico de la Hermandad se mantiene actualmente con la Universidad de Málaga, de la que veo algún representante. Y desde el año 2000 la procesión sale desde su casa hermandad de calle Alcazabilla.

2.- Es bueno recordar la historia, haciendo “buena memoria histórica”, para dar gracias a Dios y agradecer también a quienes nos han precedido y nos han transmitido la fe; a veces ellos han trabajo en condiciones peores que las que tenemos hoy. La eucaristía es una acción de gracias a Dios; y también a la Virgen María. Deseo agradecer asimismo a los iniciadores su entrega; y a vosotros, queridos cofrades de hoy, que sois el eslabón actual. 

Las lecturas de estos días de pascua dicen que los primeros cristianos daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor (cf. Hch 4, 33). Y a eso estamos llamados también nosotros y a eso nos anima Nuestra Señora de Gracia y Esperanza.

Hoy, día 10 de abril, se celebra la fecha aniversario en la que la imagen de vuestra Titular “Nuestra Señora de Gracia y Esperanza” fue acogida en esta iglesia del Santo Cristo de la Salud. 

3.- La hermosa imagen procede de los talleres Caderot de Madrid del año 1948; y se realiza la titularidad en 1949. Cada Lunes Santo procesiona sobre un trono de talleres Villarreal, realizado en orfebrería entre 1969 y 1971 según diseño de Juan Casielles. El palio es obra de las Reverendas Madres Trinitarias del año 1952. Y el manto, bordado en oro sobre terciopelo verde, es obra de las Religiosas Adoratrices y fue realizado entre 1960 y 1963.

4.- También hemos de dar gracias a esas personas, que no conocemos y que trabajaron en el anonimato. Conocemos los nombres de los grandes orfebres, plateros y artistas; pero desconocemos los nombres de las madres trinitarias o de las religiosas adoratrices. Desde el anonimato, la oración y el silencio estas personas han colaborado a ornamentar la imagen de la Virgen y a enaltecer la fiesta cofrade.

Recuerdo que, siendo aún seminarista en Valencia, una asociación de mi pueblo natal me pidió que hablara con unas monjas, que vivían en el recinto del Seminario y que hacían bordados, para que hicieran un manto a la Virgen. Las mujeres de la asociación deseaban tener el manto para la fiesta, que ya era cercana; y pidieron a las monjas que lo terminaran a tiempo. Pero las monjas respondieron que ellas se dedicaban fundamentalmente a la oración y que no podían terminar pronto el manto. Y una señora les respondió: “Pues recen menos, y hagan pronto el manto”. Podéis imaginaros el apuro y la vergüenza que pasé. Hoy, pues, nos acordamos de las personas anónimas que han colaborado para la fiesta de hoy.

5.- En el marco de este acontecimiento se han proyectado diferentes acciones de tipo social, formativo, cultural y cultual, encaminadas a profundizar en la figura de la Virgen María y su advocación de Gracia y Esperanza. Felicitamos a la Cofradía por esta efeméride y por las actividades realizadas y proyectadas. Si algunas actividades no se han podido realizar hasta ahora, tiempo hay después del centenario para hacerlas.

Es tarea de todos los cofrades, de modo especial de los responsables, potenciar la devoción a la Santísima Virgen, para que sea mejor conocida su figura eclesial y su misión en la Iglesia y sea cada día más amada y venerada.

6.- Vuestra titular tiene dos advocaciones: Gracia y Esperanza. La Virgen María en su advocación de “Gracia” nos evoca la maravillosa obra que Dios hizo en la Virgen de Nazaret, la mujer “agraciada”, a la que el Señor libró del pecado original; la “llena de gracia” a quien llenó de sus dones divinos; la “sin pecado”.

Como dice el Catecismo Iglesia Católica: “El Espíritu Santo preparó a María con su gracia. Convenía que fuese "llena de gracia" la madre de Aquél en quien «reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente» (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la “Hija de Sión”: «Alégrate» (cf. So 3, 14; Za 2, 14)” (N.722).

Al llevar la Virgen en su seno al Hijo de Dios, ella es la acción de gracias de todo el pueblo de Dios y por tanto de la Iglesia. Esta acción de gracias se expresa en su cántico del Magníficat (cf. Lc1, 46-55). Cuando rezamos este cántico damos gracias a la Virgen y alabamos a Dios por las maravillas que ha obrado en ella.

En la Virgen María comienzan a manifestarse las "maravillas de Dios", que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia. La Virgen, además de ser Madre del Hijo de Dios, sigue ejerciendo su maternidad en los hijos adoptivos de Dios, que somos nosotros.

7.- La Virgen María es también Madre de la Esperanza, porque ya ha alcanzado lo que todo ser humano anhela en el fondo de su corazón. ¿Cuál es la última esperanza que el hombre espera? La vida eterna. 

El término esperanza tiene muchos sentidos y se aplica a diversas cosas; tenemos “muchas esperanzas”: salud, trabajo, proyectos. Pero la nuestra es “esperanza cristiana”, que mira más allá de esta vida temporal.

María es la imagen más expresiva de la esperanza cristiana, puesto que toda su vida es un conjunto de actitudes de esperanza, comenzando por el «sí» en el momento de la anunciación (cf. Lc1, 38).

Sin embargo, ante todas estas dificultades y sorpresas del proyecto de Dios en ella, la esperanza de la Virgen no vacila nunca. Mujer de esperanza, que se alimenta de la escucha de la Palabra de Dios, de la contemplación y de la paciencia, para aceptar su voluntad y que maduren los tiempos del Señor. 

Ella sabe esperar el mañana de Dios, las caricias con que Dios nos sorprende, el alba de la mañana de Pascua, el encuentro con su Hijo resucitado. La única lámpara encendida en el sepulcro de Jesús es la esperanza de su madre, que en ese momento es la esperanza de toda la humanidad. Ella, madre de esperanza, nos sostiene en los momentos difíciles: de oscuridad, de desaliento, de fracaso, de derrotas humanas. 

8.- Hemos escuchado en los Hechos de los apóstoles que las autoridades judías «prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel» (Hch 5, 18) por dar testimonio de la resurrección de Jesús. Pero Dios los liberó y continuaron enseñando la experiencia que habían vivido (cf. Hch 5, 25). 

Los cristianos y cofrades de hoy somos los testigos que debemos enseñar lo que hemos aprendido de las enseñanzas del Maestro, “Cristo coronado de Espinas”. Madre e Hijo van siempre unidos; la madre evoca al Hijo y éste hace referencia a su madre.  

Nuestra esperanza se fundamenta en el amor de Dios al hombre, como dice el evangelio de hoy: «Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). 

¿Cuál es la oración, que rezamos a menudo, y une las dos advocaciones de “Gracia” y “Esperanza”? La oración del “Avemaría”, que en su inicio decimos: “Dios te salve, María, llena de gracia”; y terminamos diciendo: “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, porque esperamos en la vida eterna. Ahí tenéis la síntesis de vuestra titular; cuando recéis acordaos de estas dos advocaciones: “Gracia” y “Esperanza”.

Pedimos a la Virgen María, madre de “Gracia y Esperanza”, que nos ayude a dar gracias a Dios por las maravillas que ha hecho en ella y en nosotros, para hacer de nuestra vida una ofrenda agradable a Dios, manteniendo la actitud de esperanza en la vida futura. Amén.

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