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Visita Pastoral a la parroquia de Ntra. Sra. de las Maravillas (Bobadilla)

Publicado: 10/07/2022: 5613

Homilía de D. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada en la parroquia de Ntra. Sra. de las Maravillas de Bobadilla durante su Visita Pastoral

VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS MARAVILLAS

(Bobadilla, 10 julio 2022)

Lecturas: Dt 30, 10-14; Sal 68, 14.17.30-31.33-34.36-37; Col 1, 15-20; Lc 10, 25-37. (Domingo Ordinario XV-C)

1.- El libro del Deuteronomio nos ha presentado los Mandamientos de la ley de Dios, que son fuente de vida, como comentábamos en la asamblea previa a esta eucaristía. Pero, a veces, algunos cristianos hacen tres críticas a los mandamientos:

Primera crítica: los mandamientos son una norma pesada a las espaldas del creyente. En lugar de diez palabras, son como diez losas encima de la espalda, cuyo peso no se puede soportar.

Sin embargo, cumplir los mandamientos trae grandes dones de parte de Dios, porque los Mandamientos de Dios son fuente de vida; no son diez losas pesadas e insoportables, sino que son palabras de vida. Otra cosa es que estemos buscando siempre lo facilón y lo cómodo. Cuando uno busca lo cómodo en la vida, cualquier norma, aunque sea pequeña, le resulta insoportable.

2.- Segunda crítica: algunos dicen que los Mandamientos son algo imposible de cumplir. Pero el libro del Deuteronomio dice al respecto: «Este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable» (Dt 30, 11).

Esto quiero decir que cada uno de nosotros con nuestras propias fuerzas no podremos, pero con la gracia de Dios, –como dice Pablo: «Te basta mi gracia» (2Cor 12, 9)–, podemos cumplirlos, porque son para nuestro bien, no son para fastidiarnos.

A veces escuchamos la crítica de que la Iglesia dice que todo lo que es bueno es pecado; pero ya sabéis que eso es falso. La Iglesia no define lo bueno como pecado. Usar bien de los dones que Dios nos regala produce gozo y es bueno. Beber vino con moderación es bueno; pero si abusas de él te puede dañar.

Es decir, el Señor nos la regala las cosas buenas para disfrutarlas. Ahora bien, hay que disfrutar con moderación, con libertad y usándolas bien. Pero las personas no pueden ser objeto de placer para otro. La persona debe ser amada, no abusada para placer propio.

Los mandamientos pueden cumplirse con la ayuda de Dios, porque son para nuestro bien; y porque estamos dañados por el pecado original. Somos una naturaleza tocada, enferma y no todo nos sienta bien; y no tenemos fuerzas propias para llevarlo a cabo.

Esa naturaleza dañada ha sido restaurada por Jesús con su resurrección.

3.- Y tercera crítica: los Mandamientos son para los otros. Están muy lejos y no son para nosotros. El mismo libro del Deuteronomio, escrito muchísimos años antes de que Jesús viniese al mundo, dice: «El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas» (Dt 30, 14). El mandamiento no es una ley teórica que está lejos de nosotros; la tenemos en nuestro corazón; la recitamos cada uno de nosotros cuando leemos el texto; está en nuestra boca. Igual que la recitas, vívela.

Conclusión. Ante estas críticas que las hemos escuchado o que la hemos podido hacer la respuesta es: los Mandamientos de Dios son fuentes de vida.

4.- El Salmo 68 nos ha animado a buscar al Señor. En el estribillo hemos repetido: «Humildes, buscad al Señor» (cf. Sal 68, 33).

Nuestra sociedad vive alejada de Dios; eso es patente. No estamos ya en una sociedad socialmente cristiana; estamos en una sociedad pagana, lejos de Dios, que no mira a Dios, sino que mira a otras cosas. Y nosotros también somos tentados para vivir de espaldas a Él. Sin embargo, el salmista nos anima: «Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón» (Sal 68, 33).

Es decir, todo tiene una compensación positiva, todo tiene una recompensa. Si buscas a Dios revivirás, volverás a la vida, encontrarás lo que buscas, gozarás de la felicidad que no encuentras en otras cosas.

En esta sociedad necesitamos aún con más ahínco buscar al Señor. Sabemos dónde encontrarlo; no en las charcas para beber aguas putrefactas; sino en el manantial, que es Jesús; su Palabra, los sacramentos, la oración, la meditación personal y en comunidad.

Sabemos dónde está la felicidad, porque sabemos dónde está Cristo. Sabemos dónde encontrarle; no lo busquemos fuera. Si sabemos en qué dirección está el manantial de agua viva, que sacia nuestra sed hasta la eternidad; no vayamos a beber en pozos de aguas estancadas; allí solo bebe la gente que no conoce el verdadero manantial. Pero nosotros sí que conocemos donde está el verdadero manantial.

5.- Según el evangelio de hoy, un maestro de la ley que la conocía bien, hace una pregunta capciosa a Jesús. No era una pregunta limpia, no iba con buena intención: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» (Lc 10, 25).

Este personaje ya sabía lo que tenía que hacer. Pero Jesús le responde con otra pregunta, sabiendo que el otro era un maestro de la ley: «¿Qué está escrito en la ley?» (Lc 10, 26). Y el leguleyo, cayendo en la pregunta de Jesús, respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo» (Lc 10, 27).

Ese maestro de la ley sabía bien la respuesta. Entonces, ¿para qué le pregunta a Jesús? Para ponerle una zancadilla al Señor; pero el que cae en la trampa es él, porque Jesús le hace decir a él la respuesta que él le pedía. Jesús le dice «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida» (Lc 10, 28).

6.- El maestro de la ley, queriendo justificarse, hizo a Jesús otra pregunta tonta: «¿Y quién es mi prójimo?» (Lc 10, 29). Y Jesús le contó la narración del Buen samaritano (cf. Lc 10, 30-37), el hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó y que en mitad del camino fue atacado por unos bandoleros.

En esta narración aparecen varios personajes. El sacerdote y el levita, –que no es el sacerdote ni el diácono de ahora–, cuando estaban en el servicio del templo no debían contaminarse con personas enfermas, objetos, mujeres en su regla, muertos, difuntos, conforme a unas leyes que el mismo Jesús criticará. Por eso, estos dos personajes, por cumplir la ley, evitan tener contacto con aquel herido, que les podía parecer un muerto para no contaminarse y dan un rodeo.

Aparece en la escena un samaritano, que no practicaba la religión judía y que, que tradicionalmente era enemigo de los judíos. Sin embargo, el samaritano se acerca a la personas necesitada y herida. Lo cura, lo lleva a la posada, le paga al posadero y le promete pagarle el resto de gastos si hiciera falta.

7.- ¿Cuál es la conclusión? Jesús no entra en teorías. El maestro de la ley le ha hecho preguntas teóricas que, además, ya conocía las respuestas. Jesús va al núcleo, a lo importante: De todo esto, lo que importa es hacer lo mismo (cf. Lc 10, 37b). ¡Dejémonos de teorías sobre lo que hay que hacer! ¡Ve, anda y haz lo mismo!

Eso mismo es lo que el Señor nos dice hoy. No vayáis con rodeos o con preguntas teóricas o excusas, sino haced lo mismo que ha hecho el samaritano.

Jesús es el gran Maestro y lo explica todo muy claro. Él sabe dialogar y sabe responder; sabe dar a cada uno el toque que necesita.

8.- La visita pastoral, como hemos recordado en el encuentro previo, pretende que revisemos cómo vivimos la fe: si amamos a Dios sobre todas las cosas y no buscamos la felicidad donde no está; y si amamos al prójimo como a nosotros mismos y no andamos con teorías o excusas que nos llevan a no hacer nada. No pongamos excusas; lo tenemos muy claro: «Anda y haz tú lo mismo» (Lc 10, 37b).

Os animo a que revisemos nuestra vida de fe como comunidad parroquial, junto con D. Carlos, el párroco, y que sepamos dar mejor respuesta de la que estamos dando a la sociedad en este momento en el que la gente no busca a Dios, sino que busca otras cosas.

9.- ¿Por qué llamáis a la titular de vuestra parroquia la Virgen de las Maravillas? (Respuesta de un feligrés: porque el Señor ha hecho maravillas en Ella). En Ella, en su persona, y también a través de Ella, porque a través de Ella ha venido el fruto más preciado que existe en el mundo: el Hijo de Dios, nacido de Ella.

En la Virgen de las Maravillas Dios ha hecho maravillas y a través de Ella nos llegan a nosotros. Cada uno de nosotros, cada feligrés de esta parroquia, goza también de esas maravillas. Por tanto, todos en un estilo o en otro, somos maravillas por regalo del Señor, no por mérito propio.

Que Nuestra Señora la Virgen de las Maravillas nos siga ayudando para descubrir la maravilla que es ser cristiano hoy en nuestra sociedad. Que así sea.

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