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Visita Pastoral a la parroquia de Ntra. Sra. de la Encarnación (Alhaurín el Grande)

Parroquia de Ntra. Sra. de la Encarnación en Alhaurín el Grande
Publicado: 23/04/2022: 4689

Homilía de Mons. Catalá durante la Visita Pastoral a la parroquia de Ntra. Sra. de la Encarnación de Alhaurín el Grande.

VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE Nª Sª DE LA ENCARNACIÓN

(Alhaurín el Grande, 23 abril 2022)

Lecturas: Hch 5, 12-16; Sal 117, 2-4.22-27; Ap 1, 9-13.17-19; Jn 20, 19-31. (Domingo Pascua II-C)

1.- Signos y prodigios de los apóstoles

En este tiempo pascual se leen en la misa los Hechos de los Apóstoles, donde se narra lo que hacía la primitiva comunidad cristiana, (apóstoles y discípulos).

Hoy hemos escuchado en este libro de los Hechos de los Apóstoles qué características tenía esta primitiva comunidad cristiana. Cuatro características que nosotros podemos tener en cuenta para vivirla.

En primer lugar, dice: «Los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón» (Hch 5, 12). Una comunión, una vida de fraternidad viviendo con un mismo espíritu en torno a los apóstoles.

Os pido que toda la comunidad viva con el mismo espíritu de fraternidad y de comunión; en este caso, en torno a vuestros sacerdotes. La comunión es un don del Espíritu, pero también es una tarea nuestra, como la paz, que es un don de Dios, pero hay que trabajarla. Esto nos lo enseña la primitiva comunidad.

2.- Acogida de la gente

Otra característica de estas primeras comunidades es: «la gente se hacía lenguas de ellos» (Hch 5, 13). Es decir, hablaban bien de ellos, porque veían cómo actuaban, como vivían y la gente hablaban bien de estos primitivos cristianos.

La gente valora la buena actitud de los cristianos, independientemente de las campañas en contra y de los ataques de los que hablábamos en la asamblea, antes de la misa.

¡Ojalá la gente buena y sencilla de Alhaurín el Grande hable bien de vosotros! Si hablan bien de vosotros, es buena señal; aunque no os comportéis para que hablen bien, sino para vivir de tal manera que hablen bien.

3.- Crecimiento del número de creyentes

En tercer lugar, «crecía el número de los creyentes (…) se adherían al Señor» (Hch 5, 14). Gente pagana, gente atea y gente que adoraba a otros dioses se hacían cristianos y se bautizaban. Nosotros solemos bautizar a los niños. Pero para eso los padres han de comprometerse; la familia fundamentalmente, junto con la comunidad, para educarlos en la fe.

¿Cómo crece la familia? Con nuevos hijos. ¿Cómo crece la comunidad cristiana? Con nuevos cristianos. Debe crecer el número de creyentes que se adhieran al Señor por la fe cristiana, mediante el testimonio de los cristianos.

Si nuestro testimonio no es apreciado, la gente no querrá pertenecer a nuestra comunidad; al contrario, muchos se irán. Fijaros lo importante que es vivir al estilo de Jesús, al estilo de los apóstoles, al estilo de la primera comunidad.

4.- Curaban enfermos

Y una cuarta característica: «Acudía incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados» (Hch 5, 16). Y vosotros me diréis: «Y nosotros, ¿cómo curamos? No tenemos el poder de curar y hacer milagros como los apóstoles».

Hemos de tener en cuenta que la fe y el amor obran milagros. Porque no se trata de curar enfermedades físicas, pues hay muchas enfermedades espirituales; hay muchas familias rotas; hay muchas separaciones matrimoniales; hay muchos niños que están sufriendo la separación de sus padres; hay mucha gente que no acepta una enfermedad o la muerte de un familiar cercano. A esa gente el amor de Cristo, la fe y el amor cristiano le puede ayudar.

Todos buscamos la felicidad. La fe y el amor de Dios nos hacen más felices. Nosotros podemos ayudar a otros a ser más felices, a ser curados espiritualmente; aunque alguien siga físicamente estando enfermo, el trato, el cariño, el afecto, el amor, cura heridas espirituales.

Ojalá nuestra comunidad parroquial pueda parecerse cada día más a la primitiva comunidad cristiana.

5.- La paz de Jesús resucitado

En el Evangelio, durante esta semana y las que vienen, escucharemos las apariciones de Jesús a sus apóstoles y discípulos.

«Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros» (Jn 20, 19).

¿Cuál es el saludo de Jesús a los apóstoles? (Respuesta de los feligreses: Paz a vosotros). Jesús les da su paz. Jesús nos da su paz. Jesús sana todas las angustias, problemas, desazones que tiene nuestro corazón. Esto es lo que venimos a celebrar en la misa. Debemos salir de aquí con una mayor paz con la que entramos; paz interior; habitados por el Espíritu, por la paz de Cristo.

La paz es el saludo que Cristo trae a sus discípulos. No es una paz negociada, ni es la suspensión de algo malo; se trata de la paz que procede del corazón del Resucitado; la paz que venció el pecado, la muerte y el miedo.

Es la paz que une corazones; la paz que acoge, acompaña y ama; la paz que, aun permaneciendo en el dolor, hace florecer la esperanza; la paz que renace siempre desde el perdón de Dios y disipa la inquietud del corazón. Si perdonamos, como Dios nos perdona, tal y como decimos en el Padrenuestro, estamos construyendo paz. Nos falta rezar mejor el Padrenuestro. Si lo rezáramos mejor, los frutos serían mejores.

Seamos portadores de su paz; ésta es la misión confiada a la Iglesia en el día de Pascua. Hemos nacido en Cristo como instrumentos de reconciliación, para llevar el perdón del Padre a todos, para revelar su rostro de amor.

Jesús repitió a sus discípulos: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20, 21). El primer don que nos trae el Resucitado es la paz y el segundo don es la alegría.

6.- La alegría por las apariciones del Resucitado

Los textos del Evangelio cuando relatan las apariciones de Jesús siempre dicen al final: «Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20, 20). La paz y la alegría son dos dones del Espíritu, de Cristo Resucitado que nos lo da a través del Espíritu.

Si somos personas resucitadas recibimos la paz y la alegría. Igual que os decía que debemos de salir más en paz de esta Eucaristía, también hemos de salir más alegres de esta Eucaristía; porque nos lo regala el Señor, no por esfuerzo propio. Si acogemos a Cristo Resucitado podemos salir con más paz y más alegría.

Los cristianos tenemos motivos sobrados para estar alegres, porque nos encontramos con el Señor resucitado en los sacramentos, de manera especial en la Eucaristía.

7.- Domingo de la misericordia

Hoy, segundo domingo de Pascua, san Juan Pablo II lo declaró como el Domingo de la misericordia. Jesús, cuando se aparece a los discípulos, además de decirle mi paz os doy, mi paz os dejo, les dijo que perdonasen los pecados, que fueran misericordiosos.

El Evangelio es el libro de la misericordia de Dios, porque todo lo que Jesús ha dicho y hecho es expresión de la misericordia del Padre. Hoy, domingo de la Misericordia, vivamos y gocemos de la misericordia de Dios.

Nosotros podemos también ser misericordiosos, realizando las obras de misericordia corporales y espirituales. Por medio de gestos sencillos y fuertes, a veces hasta invisibles, podemos visitar a los necesitados, llevándoles la ternura y el consuelo de Dios.

Cristo, que por amor entró a través de las puertas cerradas del pecado, de la muerte y del infierno, desea entrar también en cada uno para abrir de par en par las puertas cerradas del corazón. Él, que con la resurrección venció el miedo y el temor que nos aprisiona, quiere abrir nuestras puertas cerradas y enviarnos (cf. Papa Francisco, Homilía del Domingo de la Divina Misericordia. 2016).

Vemos ante nosotros una humanidad continuamente herida y temerosa, que tiene las cicatrices del dolor. La misericordia de Dios desea salir al encuentro de todas las pobrezas y liberar las muchas formas de esclavitud que afligen nuestro mundo. Quiere llegar a las heridas de cada uno, para curarlas.

Ser apóstoles de misericordia significa tocar y acariciar sus llagas, presentes también hoy en el cuerpo y en el alma de muchos hermanos. Al curar estas heridas, confesamos a Jesús, lo hacemos presente y vivo; permitimos a otros que toquen su misericordia y que lo reconozcan como «Señor y Dios», como hizo el apóstol Tomás.

8.- La Visita pastoral

Terminamos esta Visita pastoral con la celebración de la Eucaristía. Esta Visita quiere ser una renovación de la comunidad.

Todo lo que hemos comentado en la asamblea anterior os animo a que lo sigáis reflexionando con vuestros sacerdotes y que vayamos caminando pasito a pasito, poco a poco, para vivir mejor la fe y celebrarla, y ser mejores testigos fuera.

Esos son los dos grandes objetivos de la Visita: una revisión de cómo vivimos la fe y cómo la testimoniamos.

Os animo, por tanto, a que no terminemos la Visita, aunque termine la celebración de la Visita. Ahora viene la pos-Visita: ¿qué tenemos que hacer para vivir y celebrar mejor la fe? Y, ¿qué tenemos que hacer para ser mejores testigos?

9.- Agradecimientos

Quiero felicitaros a todos y agradecer la dedicación de vuestros sacerdotes. Gracias a todas las personas que estáis asumiendo tareas parroquiales: catequistas, voluntariados, visitadores de enfermos, Cáritas, ayuda a familias. Todos sois necesarios. Todos tenemos una misión por el bautismo. El bautismo nos envía a ser testigos de Jesús y a dar testimonio de Él.

Quiero agradecer, por tanto, a todos y cada uno lo mucho que hacéis por la comunidad. También a los cofrades, tanto hermanos mayores como miembros de las juntas de gobierno; hacen un servicio a los hermanos y no son cargos de honor y poder, sino servicios a la comunidad. El que lo haga por poder o mando está equivocado; mejor que lo deje. Servicio y misión para la comunión, porque el que desune va en contra del Señor, quien no promueva la comunión va en contra del Señor Resucitado.

Le pedimos a la Virgen, la gran creyente, la Madre nuestra, la Madre de Cristo, que Él nos la regaló, que nos ayude a vivir tal y como la Palabra de Dios nos ha dicho. Que así sea.

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