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Presentación del Señor. Jornada de la Vida Consagrada (Stella Maris-Málaga)

Mons. Catalá presidió la celebración de la Jornada por la Vida Consagrada celebrada en la parroquia de Stella Maris
Publicado: 02/02/2023: 8685

Homilía del Sr. Obispo de Málaga en la Eucaristía celebrada en la parroquia de Stella Maris en la fiesta de la Presentación del Señor, Jornada de la Vida Consagrada.

PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA

(Parroquia Stella Maris-Málaga, 2 febrero 2023)

Lecturas: Ml 3, 1-4; Sal 23, 7-10; Hb 2, 14-18; Lc 2, 22-40.

Caminando en esperanza

1.- En la fiesta de la Presentación del Señor en el templo la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada. Hoy damos gracias a Dios por los carismas que el Espíritu Santo ha otorgado a la Iglesia en la persona de vuestros fundadores y que ha querido prolongar en vosotros.

Las personas de especial consagración sois una gran riqueza para la Iglesia y para el mundo. Nuestra Diócesis se alegra de vuestra presencia en esta porción eclesial, que la enriquece, la embellece y la rejuvenece.

Las personas consagradas ponéis vuestra confianza plena en Dios y aunáis vuestro esfuerzo y vuestro canto como una bella sinfonía, que interpela y despierta al mundo de su letargo religioso. Esto es muy necesario hoy, en nuestra sociedad que vive religiosamente aletargada y alejada de Dios. Vosotros sois presencia de Dios en nuestro mundo.

La Iglesia nos anima a valorar y agradecer el don de la vida consagrada, tal y como el Espíritu la va suscitando en la Iglesia de cada tiempo. A pesar de los planes de las congregaciones religiosas, el Espíritu sopla donde quiere y hace nacer un carisma inesperado, o rejuvenece un carisma con un matiz nuevo. Todo ello nos hace estar a la escucha del Espíritu con el corazón dócil a sus inspiraciones, sin anquilosarnos en el pasado.

2.- En sintonía con el proceso sinodal, al que nos ha convocado el papa Francisco, celebramos esta Jornada bajo el lema «Caminando en esperanza».

El profeta Malaquías anuncia el mensaje del Señor: «Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mí. De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo» (Ml 3, 1). Cristo también camina, viniendo hacia nosotros; y nosotros caminamos saliéndole al encuentro.

Dios envía a su Mensajero para ir delante de su pueblo, indicando el camino verdadero. Jesucristo es el verdadero Camino por donde hay que transitar (cf. Jn 14, 6). Cristo no es una señal que indica el camino, sino que es el Camino que debemos recorrer; hay una gran diferencia entre ser “señal” y ser “camino”.

Caminar implica acción y movimiento y conlleva paciencia y tesón. El Señor nos invita a salir de nosotros mismos para acercarnos a los demás; nos anima a seguirle donde Él vaya; nos exhorta a no permanecer pasivos ante las necesidades de las personas; también nos invita a no centrar nuestra mirada en nosotros ni en nuestra comunidad o congregación, sino en la Iglesia y en el mundo.

3.- Además, estamos invitados a caminar en esperanza; es decir, al estilo de la virtud cristiana, que pone su mirada en Dios y en la vida eterna, de la que los consagrados sois testigos especiales. Con vuestra consagración, con vuestros votos estáis haciendo presente el Reino de Dios; sois testigos del futuro escatológico, que nos espera a todos.

Las personas consagradas caminan en esperanza, como su Maestro, en obediencia a la voluntad de Dios, con los oídos atentos a la voz del Padre; Cristo “obedecía a su Padre”, escuchando su voz y cumpliéndola. La “obediencia” implica “escuchar y obedecer”; por ello debemos tener los oídos atentos para saber lo que nos dice el Padre.

Debemos, además, estar con los ojos fijos en Jesús, su Hijo; y las manos para realizar la misión del Espíritu. Solo así se puede caminar en esperanza como peregrinos que no temen las jornadas duras de sol, frío, lluvia, tormenta o borrasca, aplicando estos elementos de la naturaleza a las diversas situaciones de la vida, porque las congregaciones religiosas, las comunidades y las personas pasamos por momentos de sol, frío, lluvia, tormenta, borrasca, tinieblas.

«La esperanza –afirma el papa Francisco– hace que uno entre en la oscuridad de un futuro incierto para caminar en la luz. La virtud de la esperanza es hermosa; nos da tanta fuerza para caminar en la vida» (Audiencia general, 28.12.2018).

Hay que mirar hacia adelante, al futuro que nos espera en el Señor, para ser anunciadores del reino, transformadores de la sociedad, levadura en la masa (cf. 1Co 5, 6), sal de la tierra (cf. Mt 5, 13) y luz (cf. Mt 5, 14) que ilumina los corazones ensombrecidos. La falta de luz puede ser por falta de fe, de amor y de esperanza.

4.- El anciano Simeón, cuando los padres de Jesús lo presentaron en el Templo, lo tomó en brazos y bendijo a Dios, agradeciendo haber visto al Salvador (cf. Lc 2, 30), que es «luz para alumbrar a las naciones» (Lc 2, 32).

Si Cristo es Luz, los cristianos y con mayor razón las personas de especial consagración deben ser luz del mundo. El papa Juan Pablo II, al inicio del nuevo siglo, nos recordaba: “Un nuevo siglo y un nuevo milenio se abren a la luz de Cristo. Pero no todos ven esta luz. Nosotros tenemos el maravilloso y exigente cometido de ser su reflejo (...) Ésta es una tarea que nos hace temblar si nos fijamos en la debilidad que tan a menudo nos vuelve opacos y llenos de sombras. Pero es una tarea posible si, expuestos a la luz de Cristo, sabemos abrirnos a su gracia que nos hace hombres nuevos” (Novo millennio ineunte, 54).

5.- Aprendamos de la actitud de Simeón, quien mantuvo encendida la llama de la esperanza en espera del Mesías. Supo tener paciencia, a pesar de sus largos años en espera: “La esperanza de la espera se tradujo en él en la paciencia cotidiana de quien, a pesar de todo, permaneció vigilante, hasta que por fin «sus ojos vieron la salvación» (cf. Lc 2, 30)” (Papa Francisco, Homilía en la Presentación del Señor. 2.02.2021). Tengamos paciencia, aunque pasemos por momentos oscuros, porque Cristo nos ilumina.

La vida consagrada puede mirarse hoy en el espejo de Simeón y de Ana, alentada por el deseo caminar en esperanza al compás sinodal de toda la Iglesia.

Simeón y Ana “supieron sembrar con paciencia y recoger con gratitud, servir calladamente y cantar de júbilo, esperar a que el Mesías se abriera camino hasta ellos y caminar compartiendo con todos la esperanza del Señor” (Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Mensaje para la Jornada de Vida consagrada-2023). A esto somos enviados nosotros; a descubrir la luz de Cristo y ser presencia suya.  

6.- En breve renovaréis vuestros compromisos de consagrados ante la comunidad cristiana. Pedimos por vosotros, para que os mantengáis fieles al carisma que el Señor os ha regalado a vosotros, a vuestra congregación y a la Iglesia.

Agradecemos a las personas de especial consagración su aceptación a la llamada del Señor; vuestro “sí” a Cristo cada día, vuestra fidelidad al carisma recibido. Gracias por vuestra presencia en la Iglesia y, de modo especial, en la Diócesis de Málaga. Deseo que transmitáis esta gratitud a los miembros de vuestras comunidades, que no han podido hacerse presentes hoy en esta celebración. Agradecemos vuestro “ser” en la Iglesia, más aún que por vuestro “hacer”.

Por ello elevamos nuestra oración al Señor por todos los consagrados, para que vivan caminando en esperanza y ofrezcan esa misma esperanza a los demás.

Pedimos a la Santísima Virgen María que nos acompañe en el camino hacia la patria celestial y fortalezca a las personas de especial consagración a vivir con alegría y a caminar con esperanza. Amén.

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