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Visita Pastoral a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán (Málaga)

Visita Pastoral del Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, a la parroquia Santo Domingo de Guzmán
Publicado: 04/11/2021: 541

Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Misa durante la Visita Pastoral a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán (Málaga) celebrada el 4 de noviembre de 2021

VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

(Málaga, 4 noviembre 2021)

Lecturas: Rm 14, 7-12; Sal 26, 1.4.13-14; Lc 15, 1-10.

1.- Vivir y morir para el Señor

Las lecturas de hoy nos dan una serie de instrucciones para nuestra vida diaria, para nuestra vida de fe. San Pablo, en su carta a los Romanos, dice algo que un no creyente de nuestra sociedad no lo diría y que podemos decirlo nosotros: «Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor» (Rm 14, 8). ¿Cuánta gente dice de veras esto, que vive para el Señor, que muere para el Señor, que lo hace todo por el Señor?

Nuestra sociedad no está por la labor de vivir para el Señor. Se vive, ¿para qué? Para ganar dinero, para tener más poder, para obtener aquello que creo que me da felicidad, aunque no me la dé. Estos valores y criterios de nuestra sociedad entran por nuestros poros.

2.- Sed de eternidad

Pero el ser humano está llamado a la eternidad, está llamado a la transcendencia y las cosas de aquí no les satisfacen plenamente, estamos siempre en un querer más. El que tiene poco quiere más y el que tiene mucho quiere mucho más, somos insaciables.

¿Cómo se sacia esa sed?, ¿cómo se apaga? Centrando nuestra vida en el Señor que lo es todo, porque es el Señor, el Maestro, nuestro Dios, la Verdad, la Libertad, la Vida, la Luz. Si Cristo es todo eso puede llenar mi alma si yo me acerco a Él.

Se trata de que demos un giro en nuestra vida para que Cristo sea verdaderamente el centro de la misma. Si Cristo no es el centro no encontraremos la felicidad, seguiremos buscándolo. Por eso continúa diciéndonos Pablo: «Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos» (Rm 14, 9). Para ser el Señor de todos.

3.- El juicio corresponde solo a Dios

Otra instrucción que nos hace Pablo en su carta a los Romanos es el tema del juicio a los otros. El papa Francisco es un tema en el que incide mucho y siempre nos exhorta a que dejemos a un lado las críticas y las «charletas» a los demás.

Dice Pablo: «Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? De hecho, todos compareceremos ante el tribunal de Dios» (Rm 14, 10). Y, «así pues, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios» (Rm 14, 12).

¡Cuánto juicio y cuánta crítica, sobre todo negativa, descargamos sobre los demás! La crítica en sí no es buena ni mala, la crítica es emitir un juicio. Lo que pasa es que solemos utilizar la crítica en sentido negativo. Utilizamos las expresiones: «estamos criticando», «está criticando», en sentido negativo. En teoría criticar sería emitir un juicio y podríamos criticar diciendo cosas buenas del otro o de la institución. La crítica, el juicio en sí, si está iluminado por la luz del evangelio es una crítica buena. Ahora bien, si es negativa está haciendo daño.

4.- Hablar bien de las personas

Todos tenemos que aprender de esta instrucción de Pablo porque sucede en la vida privada, en la vida familiar, en la vida de comunidad, en la vida de cofradías, en la vida social, en todos los aspectos de la vida.

Es bueno que nos acostumbremos como método a hablar bien. Hablar bien es bendecir, «bien-decir». Es decir, propongámonos bendecir a los otros, hablar bien de los otros. Ese es un ejercicio que nos ayudaría a encontrar mayor felicidad y que haría mucho bien, en lugar del mal que hace el hablar mal, el juzgar mal, el despreciar lo que hace el otro.

Solo porque lo hace el otro ya está mal hecho. Esto ocurre en todos los campos, incluso en la política. Lo que dice el partido de la oposición está mal por el hecho de ser de la oposición. Pero si puede tener cosas muy buenas, aunque sea del bando contrario. ¿Por qué no trabajar juntos? Lo que dice el otro hermano está mal porque no lo digo yo. ¿Por qué no trabajar juntos y en comunión?

Estas cosas vienen muy bien para revisar en esta visita pastoral cómo estamos viviendo la fe y cómo esto impregna nuestra vida diaria, la de cada día.

5.- La oveja perdida

En el evangelio Jesús pone dos ejemplos: la oveja perdida y la dracma perdida. A Jesús le gustaba hacer narraciones comparativas, metáforas.

Esta es una parábola, se llama así, parábola de la oveja perdida, para indicar el interés que tiene Jesús por cada uno de nosotros, porque la oveja perdida somos nosotros, no pensemos que es el vecino o el otro hermano. La oveja perdida somos nosotros cuando nos alejamos de Él, cuando hacemos una crítica negativa, cuando no cumplimos los mandamientos del Señor, cuando vamos buscando la felicidad por otros derroteros; cuando, en definitiva, nos apartamos, nos perdemos de Dios.

Pero Dios nos quiere, Dios va en busca de cada uno de nosotros y no se cansa de buscarnos, de acercarse a nosotros. A veces pensamos que somos nosotros los que buscamos y encontramos a Dios, pero eso no es así. A Dios lo encontramos porque se hace el encontradizo. Es decir, en sentido positivo, porque es Él el que nos busca, sino no lo encontraríamos.

María Magdalena no se encontró con Cristo resucitado porque lo buscó, porque de hecho cuando lo encontró no lo reconoció. Lo encontró porque Jesús se dejó ver y se dejó encontrar (cf. Jn 20, 11-18).

A cada uno de nosotros el Señor sale a nuestro encuentro, porque quiere encontrarse contigo, conmigo, con cada uno. No pongamos barreras para ese encuentro porque eso además da alegría a la familia de la Iglesia, incluso a la familia del cielo: «Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse» (Lc 15, 7).

6.- La moneda perdida

También Jesús les propone la parábola de la moneda perdida: «¿Qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra?» (Lc 15, 8).

No es la moneda quien encuentra a la mujer, no es la oveja perdida quien encuentra al pastor. Es el pastor el que encuentra la oveja, es la mujer quien encuentra la moneda perdida. Es Jesús quien me encuentra a mí porque me quiere.

También hay alegría en este sentido. Pues cuando la mujer encuentra la moneda, se lo comunica a sus amigas y vecinas para que compartan su alegría (cf. Lc 15, 9).

7.- La visita pastoral

Con motivo de la visita pastoral vamos a intentar poner estas instrucciones más en práctica. Y no es porque no lo hagáis, sino porque no viene mal promover esta práctica, promoviendo una mayor comunión en la comunidad parroquial: hablar bien de los otros, bendecirles, rezar por los otros, acogerles, salir a su encuentro como hace Cristo conmigo.

Y ver qué cosas nos estamos perdiendo como vida comunitaria parroquial. ¿Qué cosas tenemos que dejar aparte para centrar nuestra vida en Cristo? Que no vivamos para las cosas caducas.

Cada uno hemos recibido una misión del Señor, hagámosla. Quienes tenéis la responsabilidad de tareas eclesiales: quien sea catequista, quien pertenezca al coro, quien prepare la liturgia, quien visite enfermos, quien sea hermano mayor o hermano de la junta, asumid la misión que la Iglesia, a través de los hermanos, os ha confiado.

8.- San Carlos Borromeo

Hoy es la fiesta de san Carlos Borromeo, una personalidad cristiana de pies a cabeza. Era sobrino del papa Pío IV y trabajaba con él en el Vaticano, era un especialista en derecho. El Papa lo nombró cardenal arzobispo de Milán. Lo normal era que se hubiera quedado en Roma con su tío y desde Roma, como el uso de aquel momento, siglo xvi, haber regido la diócesis de Milán; como en Roma había gente que regía algunas diócesis de España. Pero él fiel a la misión le dijo a su tío que se iba a Milán para ejercer allí como arzobispo. Se fue a Milán y se convirtió en un gran pastor. Promovió la fe, profundizó, convocó sínodos, removió la diócesis, la visitó, escribió y transformó la diócesis milanesa.

Cada uno debe asumir la misión que se le ha confiado, como el santo que celebramos hoy, san Carlo Borromeo asumió dejando honores y dejando vida regalada y otras cosas, marchando a su diócesis, desgastándose por ella. Murió con 46 años y con esta edad hizo muchas cosas más de los que tenemos más de esos años.

9.- Petición de intercesión

Vamos a pedir a san Carlos Borromeo y a santo Domingo de Guzmán, titular de la parroquia, que nos ayuden con su intercesión a asumir la realidad histórica en la que vivimos en el siglo xxi. Conocer la historia para saber mejor el presente y proyectar mejor el futuro.

Tenemos la tarea, por parte del Señor, de transformar a la luz del evangelio nuestra sociedad, nuestra parroquia, nuestros grupos, nuestras cofradías.

A eso os animo. Y pedimos la intercesión de esos santos, junto con la intercesión poderosa de la Madre de Dios, María Santísima. Que así sea.

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