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Nochebuena (Catedral-Málaga)

Publicado: 24/12/2012: 5014

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la Nochebuena en la Catedral de Málaga el 24 de diciembre de 2012

NOCHEBUENA

(Catedral-Málaga, 24 diciembre 2012)

Lecturas: Is 9,1-3.5-6; Sal 95; Tt 2,11-14; Lc 2,1-14.

1.- El Hijo de Dios es rechazado en una posada

Querido D. Antonio, sacerdotes concelebrantes, ministros del altar, fieles todos que participamos esta noche santa de Navidad en esta celebración de la Misa de medianoche.

Un acontecimiento singular ocurrió hace dos mil años. Al inicio de la Eucaristía nos han cantado un acontecimiento histórico datable. Como hemos escuchado también en el texto del Evangelio de Lucas: “En tiempos del Emperador, en tiempos del gobernador, en el año tal” ocurrió un hecho que a los circunstantes les pasó desapercibido. Es curioso, el hecho más importante de toda la historia de la humanidad, la que ha pasado y la que vendrá, ese hecho pasó desapercibido para la inmensa mayoría. Nos hemos ido enterando después.

El Evangelio de Lucas narra que María, encinta ya, llegándole el momento del parto tiene que salir de su casa, subir hacia la montaña de Judea e ir a Belén para empadronarse. Belén estaría, se entiende en aquellos días, lleno de gente que ha venido con el mismo objetivo. Las casas repletas, las posadas llenas, a tope de gente.

Detrás del coro y en la puerta principal de la Catedral como el año pasado se han construido tres dioramas, tres escenas del Evangelio que es el Belén monumental que la Catedral ofrece al pueblo fiel de Málaga.

En la primera escena aparecen, según el evangelio de Lucas, José y María. Ella en cinta, grávida, pidiendo alojamiento. Hay una posada cuya puerta se entreabre y el posadero en la puerta les indica que allí no tienen sitio. Si el posadero hubiera sabido quién pedía posada hubiera hecho lo posible y lo imposible. Pero el posadero no sabía, no descubrió quién tenía delante.

¿Y si Jesús pasa a nuestro lado y por no saber que es Él nosotros tampoco le abrimos la puerta? ¿Cuántas veces habrá pasado a nuestro lado, pero no le hemos reconocido? Esta noche de Navidad nos ayuda a reflexionar, a pensar que hemos de estar atentos al paso de Jesús por nuestra vida, al paso de Jesús por la historia.

Un rey no es un reconocible si va con otras vestiduras y con otro aspecto. Jesús, el hijo de Dios, no era reconocible con esas trazas, con esas pintas, un niño hijo de una pobrísima familia, emigrante, fuera de su casa, no es reconocible humanamente hablando.

Pero sí que se le puede reconocer por la fe y estamos en el Año de la Fe, hemos de pedirle al Señor a abrir los ojos para saber reconocerle a Él donde Él dice que está: en la Eucaristía, en su Palabra, en las personas, en cada hombre, sobre todo en el más necesitado, ahí está Jesús, por ahí pasa delante de nosotros el Hijo de Dios. No tendremos excusas de no reconocerle porque sí que sabemos cómo descubrirle porque nos lo ha revelado Él. Le pedimos pues, al Señor que nos ayude a reconocerle.

Os invito a que estos días paséis a ver los dioramas, se entra por la escalinata exterior, por la plaza, son tres escenas preciosas. Las dos de los lados son sencillísimas, hablan por sí misma, los gestos, las luces, los vestidos, la actitud de los protagonistas; que contrasta con el diorama del centro que es el encuentro de los Magos con el rey Herodes, mucho más fastuoso, más barroco, más cargado. Id a visitarlo, nos ayudará a meditar los misterios de la Navidad.

2.- Dios se hace hombre en medio del silencio

¿Qué ocurre en esta noche santa? ¿Qué celebramos en esta noche santa? Precisamente el nacimiento del Hijo de Dios que acontece en el silencio de la noche; ni siquiera al medio día, no en un palacio, no entre oro ni doseles; en una gruta de Belén. Y dejan al Rey de reyes en un pesebre porque no había otra forma de colocarlo, no había otro sitio, no había posada para ellos.

El silencio es otra forma de poder escuchar a Dios, en el silencio. En medio del silencio Dios nace en la tierra, en medio de la noche, en la oscuridad, cuando nadie lo ve. Necesitamos hacer silencio para descubrir la presencia de Dios. Sin silencio en nuestro interior, con muchas voces dentro de nosotros mismos, no podremos escuchar la Palabra del Señor.

María supo decir sí a esa Palabra que se encarnaba en su seno porque sabía guardar silencio, sabe estar en silencio. A nosotros nos cuesta hacer silencio, por eso quizás también nos cuesta escuchar al Señor.

Le pedimos, pues, también en esta noche al Señor que nos ayude a hacer silencio interior, a poner los oídos a la escucha de su Palabra, de su Voz y que Él pueda penetrar dentro de nosotros.

3.- Los pastores, personas sencillas, acogen al Salvador

¿Quiénes le acogen? Los primeros que le acogen en esta noche, el día de su nacimiento, las personas sencillas, unos pastores que guardaban al raso su rebaño (cf. Lc 2,8). Unos hombres sencillos, pero que saben descubrir el sentido de la vida. No están impregnados de egoísmo, ni de cosas que le llenan la cabeza, ni de teorías, ni de ideologías; viven sencillamente la vida, están atentos a lo que sucede a su alrededor, están disponibles para ayudar, se ayudan entre ellos, gente sencilla y humilde, como María. Porque para acercarse al Señor y descubrirlo hace falta un corazón sencillo y humilde, sin orgullo; un corazón que no esté lleno, repleto de sí mismo, porque entonces no cabe Dios.

Pidámosle a Señor que nos dé un corazón sencillo y humilde donde pueda entrar el Señor a habitar con nosotros.

Esta noche santa damos gracias al Señor por esta maravilla de su presencia entre nosotros, por su nacimiento como Hombre entre los hombres, por la luz que irradia su presencia, por el calor que nos da, por el perdón que nos ofrece, por la salvación que nos trae.

Cuando Cristo, el Hijo de Dios, entra en el mundo, desde ese momento, hay en el mundo una Luz que clarifica todas las cosas y que da sentido a todo. Esa Luz dará sentido a las enfermedades, al pecado, e incluso a la muerte. Desde entonces tiene sentido todo. Podemos vivir a la Luz de ese Hijo de Dios, de Jesús que nace en Belén.

Vamos a pedirle a la Virgen que nos acompañe en esta noche santa y en estos días de Navidad para descubrir como Ella esa presencia, a Cristo encarnado, a Cristo hecho Hombre, en el silencio, en la sencillez y humildad de nuestro corazón y en las personas que nos rodean, sobre todo las que más sufren y las que más tienen necesidad de nosotros. Que así sea.

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