DiócesisHomilías Apertura de Curso de Escuela de Magisterio “María Inmaculada” (Antequera) Publicado: 28/11/2012: 1620 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la Apertura de Curso de Escuela de Magisterio “María Inmaculada”, en Antequera el 28 de noviembre de 2012 APERTURA DE CURSO DE LA ESCUELA DE MAGISTERIO “MARÍA INMACULADA” (Antequera, 28 noviembre 2012) Lecturas: Ap 15, 1-4; Sal 97; Lc 21, 12-19. 1.- Año de la Fe Hace pocas semanas iniciábamos el curso con la solemne apertura mediante un acto académico. Hoy, desde nuestra fe y desde el ideario cristiano que profesamos, queremos iniciar el curso con una celebración eucarística. Con ello queremos expresar que deseamos que el este curso esté bajo la luz del Espíritu Santo; él ilumina nuestra vida, nos concede la fe, nos hace vivir el amor y actúa para que se hagan las acciones litúrgicas. Este curso estamos en pleno Año de la Fe. Lo habréis oído y seguiréis oyéndolo. El Año de la Fe nos anima a replantearnos nuestra actitud de fe en consonancia con este don. La fe es un regalo, una gracia, una virtud sobrenatural que Dios regala. Es como una luz nueva del Espíritu que abre los ojos para ver la vida, el mundo, las personas de otro modo distinto al nuestro. Podemos imaginar que es de noche y vamos con una linterna. Su luz es pobre y solo ilumina en un radio muy pequeño. Sin embargo, al hacerse de día y a plena la luz del sol se ilumina todo de manera plena. Hay una gran diferencia entre caminar a la luz de una linterna y caminar a la luz de pleno sol. La linterna podemos haberla construido nosotros; pero el sol no. La luz de la linterna podría ser nuestra; pero la luz del sol no. La fe es como la luz del sol; se nos regala para ver las cosas de otra manera: más nítidas, más reales, más claras; y además es una luz que viene de lo alto, no es una luz que va rastreando por tierra. Ese podría ser un ejemplo de lo que tendríamos que pensar como la vivencia de la Año de la Fe. Otra característica es que la fe no es fundamentalmente conocer cosas, sino un encuentro personal con Jesucristo. La vida diaria nos da muchos ejemplos de ello: podemos conocer a muchas personas, su personalidad, su figura, su talento, su estilo; pero todo ello podríamos conocerlo sin haber entrado en contacto personal. Podríamos haberos visto a una persona muchas veces, sin hacer cruzado una palabra con ella. No es lo mismo conocer a alguien que entrar en relación con él. Vivir la fe es relacionarse con las personas divinas: Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu. Implica dar gracias, pedir perdón, buscar su apoyo, adorarles, contemplarles. Con las personas que amamos mantenemos una relación directa con ellas. 2.- Testimonio de los cristianos El Evangelio de hoy que es de tipo apocalíptico y explica lo que sucederá al final de los tiempos. San Lucas nos ha dicho que al testigo de la fe le esperan persecuciones: «os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre» (Lc 21, 12). «Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros» (Lc 21, 16). Eso ha ocurrido y está ocurriendo desde hace dos mil años; no es solo cosa del pasado. Hoy sigue habiendo cristianos perseguidos y asesinados por ser cristianos, y entregados a tribunales y a las cárceles. Hay persecuciones porque la fe, luz que ilumina el mundo y la vida, molesta a quienes no la quieren. Hay muchas cosas malas, que se hacen en la oscuridad para que no se vean; porque hacerlas a la vista de todos, produciría vergüenza: robos, asesinatos, manipulaciones, pisotear los derechos de los demás. Después de las persecuciones nos habla Jesús de dar testimonio: «Esto os servirá de ocasión para dar testimonio» (Lc 21, 13). Hemos dicho que la fe se testifica. Pero no estamos solos en esta tarea de dar testimonio; el Espíritu nos acompaña: «por ello meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa» (Lc 21, 14). Hay que confiar que el Espíritu lo hará por nosotros. Hoy le estamos pidiendo al Espíritu que nos ilumine y nos fortalezca. Otro aspecto del testimonio de los cristianos, además de las persecuciones y de dar testimonio del Señor, es la sabiduría: «porque yo os daré boca y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro» (Lc 21, 15). La fuerza de la doctrina de Cristo es tan grande que no hay teoría humana que pueda rebatirla. En el camino hacia Antequera veníamos comentando con el Director de la Escuela y con el sacerdote D. Francisco el tema de la ciencia. La ciencia no puede contradecir jamás la fe; y la fe está por encima porque es un don sobrenatural. A final confluyen ambas. Quien diga que están en oposición no ha entendido la fe ni la ciencia; o es un seudocientífico, o no es un verdadero creyente. Pero es si es un creyente y un científico las dos cosas confluyen. El resultado final es la victoria. El Señor concede la sabiduría y la luz a quien es perseguido y a quien da testimonio de él. El resultado final es la victoria: «ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia ganaréis vuestras vidas» (Lc 21, 18-19). Somos vencedores; apostamos por la victoria. Apostar por la fe y por el cristianismo es apostar por la victoria final. Quizás no de este mundo o no de inmediato; pero ciertamente por una victoria final y definitiva. 3.- Cántico de los vencedores-redimidos (Apocalipsis) La victoria final la describe el Apocalipsis que se ha proclamado. Cantaban el cántico de Moisés los redimidos, los victoriosos y decían, tal y como hemos cantado en el Salmo (97): «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdadero son tus caminos Rey de las naciones». Grandes y maravillosas son tus obras. Esa es la victoria final. Pensad que al final seremos vencedores; al final vencerá el amor sobre el odio, vencerá la vida sobre la muerte, la luz sobre la tiniebla, la libertad sobre la esclavitud, la verdad sobre la mentira. Lo bueno, lo positivo, la verdad y la vida triunfarán de modo definitivo. Quien apuesta por ello será vencedor; quien apueste por lo contrario será un derrotado y un perdedor. Ese es el final de la historia. Por eso es llamado Apocalipsis, que sucederá al final de los tiempos. 4.- Dejarse llevar por el Espíritu de Dios Pedimos al Espíritu Santo que nos libere; que nos oriente con su luz; que nos quite la oscuridad interior, que nos ilumine; que nos ayude y nos enseñe a creer, tener fe, a relacionarse; que nos enseñe a vivir como cristianos la fe. Esto es un resumen de lo que hemos dicho al principio del Año de la Fe. Y que nos enseñe a amar. Repito las palabras clave: liberación, orientación, iluminación, creer, vivir y amar. Vamos a pedirlo. Ha habido una persona en la historia, que es la más hermosa, la más divinizada, precisamente una mujer, María de Nazaret. Ella ha vivido en plenitud todas estas cosas y es Madre nuestra y modelo de fe. Ella entró en relación con Dios de una manera personalísima, única, profunda, como mujer de fe. Pues a Ella le vamos a pedir que nos ayude a vivir y a profundizar en este Año de la Fe. Igual que Ella permitió que el Espíritu Santo la fecundara y la iluminara, le vamos a pedir que nos ayude a nosotros a vivir lo mismo en nuestra vida. Que así sea. Más artículos de: Homilías Encuentro con los voluntarios de Caritas con ocasión de la Jornada Formativa (Casa Diocesana-Málaga)Dedicación del templo parroquial de San Isidro Labrador (Cártama Estación) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir