DiócesisHomilías

Visita pastoral a la parroquia de Nª Sª del Carmen (Campanillas)

Publicado: 14/06/2015: 159

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Nª Sª del Carmen (Campanillas) celebrada el 14 de junio de 2015.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE NªSª DEL CARMEN

(Campanillas-Málaga, 14 junio 2015)

 

Lecturas: Ez 17, 22-24; Sal 91, 2-3.13-16; 2 Co 5, 6-10; Mc 4, 26-34.

(Domingo Ordinario XI - B)

1.- El Señor humilla lo orgulloso y ensalza lo humilde.

Hemos escuchado las lecturas que hoy nos ofrece la liturgia y que tocan unas imágenes propias de la agricultura.

En primer lugar, el profeta Ezequiel nos habla de un árbol, de la copa de un alto cedro, típico de la zona de Oriente, del cual el Señor toma un ramo de la punta de sus ramas y lo planta en una montaña excelsa (cf. Ez 17, 22). Lo que es humilde el Señor lo eleva y lo que es orgulloso el Señor lo abaja: «Y todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde, hago secarse al árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, he hablado y lo haré» (Ez 17, 24).

Una primera enseñanza: cuando queremos sobresalir y orgullosamente estar por encima, el Señor nos abaja. Como la Virgen que, cuando vive desde una actitud de humildad y de sencillez, el Señor la eleva.

2.- Vivir siempre con buen ánimo.

El Apóstol Pablo nos anima también a agradar al Señor y «a estar siempre lleno de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor» (2 Co 5, 6), pero, sabedores que «caminamos en la fe y no en la visión» (2 Co 5, 7).

En este mundo temporal se vive de la fe en lo que van a ser las realidades futuras. No vemos lo que está después de la muerte temporal, se vislumbra; pero el Señor, gracias al amor eterno que nos tiene y a la fe, nos capacita para prefigurar la visión del más allá. El Señor nos quiere más allá de la muerte temporal. Estamos llamados a vivir la vida eterna que empieza ya aquí. La vida eterna está empezando ya aquí, no cuando ya terminamos en la muerte. Algunos piensan que después de la muerte no hay nada. Pues, ¡menudo chasco se van a llevar!, porque seguiremos viviendo después de la muerte de manera distinta.

El Apóstol san Pablo lo explica tomando un ejemplo de la tierra (cf. 1Cor 15, 35-44): si cogéis un grano de trigo y lo ponéis en la tierra abonada, ¿qué le sucede al grano? El grano se pudre y se transforma en una planta. Deja de ser grano, ya no lo vemos como grano, pero aparece como planta que después puede producir fruto.

Eso le pasa al hombre. Cuando la muerte temporal nos llega nos transformamos, quedamos transformados. Nos pudrimos como el grano, pero renacemos como planta. Es un ejemplo precioso. Y si uno no muere, en el sentido de si no muere por los demás, si no ama, no podrá transformarse.

Jesucristo, que nos amó y por eso murió en la cruz por nosotros, conoció la muerte y la oscuridad, pero resucitó y ahora es capaz de resucitarnos también. Pero primero hay que pasar por la muerte. No podemos pasar de esta vida, tal y como estamos, a la otra vida, a la vida eterna; para ello, hace falta pasar por la puerta, como el grano de trigo.

«Si el grano de trigo no muere, no produce fruto» (cf. Jn 12, 24). Si el ser humano no pasa por la muerte, no podemos pasar para la otra vida que existe con toda seguridad, aunque algunos piensen que la vida termina aquí. Lo que hagamos de actos de amor aquí, eso ya es vida eterna, eso nos lo llevaremos allá, no nos llevaremos nada más: Ni dinero, ni posesiones, ni bienes, nada de nada; nos llevaremos sólo lo que hayamos vivido como actos de amor, actos de entrega al otro, de morir por el otro, de ofrecer la vida por el otro, de entregar tu tiempo al otro, de buscar la felicidad del otro no la propia. Esta es la gran enseñanza que el Señor esta tarde nos comunica y nos transmite a todos.

3.- Como el grano sembrado en tierra.

«El Reino de Dios –dice el Evangelio de Marcos– es como un hombre que echa el grano en la tierra. Duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo» (Mc 4, 26-27); porque es una acción de Dios. Muchas cosas no las entendemos, pero existen y el Señor nos las hace ver, nos las presenta.

4.- Como el grano de mostaza.

Y también el Reino de Dios es como un grano de mostaza. Es un granito pequeñito que, «cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra. Pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra» (Mc 4, 31-32). Así puede hacer nuestro amor: aunque nazca de forma pequeño, si cada día vamos procurando amar más al prójimo, y el más prójimo es el más cercano: nuestros padres, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros amigos, la comunidad cristiana… y al final todo el mundo; si vamos amando de veras, cada día más, el Señor hará crecer ese amor y nos irá transformando.

5.- Visita pastoral.

En la Visita pastoral hemos ido comentando estos días y, sobre todo, esta tarde en la Asamblea, la marcha de la vida comunitaria y qué cosas hemos de ir cambiando, renovando dentro del proceso de fe, de ir educando a los niños hasta que crezcan y maduren, y que ellos mismos sean los que acepten la profesión de fe.

La comunidad cristiana debe vivir las distintas dimensiones de la fe, que no es solamente creer, sino celebrarla y dar testimonio. La comunidad cristiana testifica su fe, acoge, ayuda, da testimonio, profesa.

Os animo a que sigáis viviendo la fe. Y os animo, como hemos dicho, a que eduquéis en la fe desde la más tierna infancia hasta la adultez.

Felicitamos a Naima que esta tarde, dentro de muy poco, vas a recibir al Señor. Te voy a pedir que, cuando recibas al Señor bajo el pan y el vino, además de pedirle tú a Él que te mantenga fiel y que le quieras durante toda la vida, pidas también por tus padres, por tu familia y por todos los demás. ¿Lo harás? El Señor te quiere mucho, tú lo quieres a Él y sabes que lo que le vas a pedir te lo concederá. ¿De acuerdo?

            Le pedimos a la Virgen María, Nuestra Señora del Carmen, que es la titular de la parroquia, que nos ayude a todos a vivir realmente como verdaderos cristianos que aman a Dios, que celebran, lo alaban y también saben amar a los hermanos, los hombres. Que así sea.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo