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Visita pastoral a la parroquia de San Isidro Labrador (Cártama-Estación)

Publicado: 31/05/2015: 197

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de San Isidro Labrador (Cártama-Estación) celebrada el 31 de mayo de 2015.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE SAN ISIDRO LABRADOR

(Cártama-Estación, 31 mayo 2015)

 

Lecturas: Dt 4, 32-34.39-40; Sal 32, 4-6.9.18-22; Rm 8, 14-17; Mt 28, 16-20. (Santísima Trinidad).

1.- Celebramos hoy la Solemnidad de la Santísima Trinidad, como hemos dicho al inicio de la celebración.

En el Antiguo Testamento, el Pueblo de Israel hace una comparación entre su Dios, el Dios de Israel, y los dioses de los pueblos cercanos. Aquí, cada uno tiene su dios ahora y hace tiempo. Unos tienen un dios en minúscula. ¿Cuál sería la definición de dios, en minúscula? Aquello por lo que uno vive, aquello a lo que dedica su vida, aquello que le llena. Eso sería un dios con minúscula. Para muchas personas, lo que más les llena, lo que les hace absolutos, eso, es su dios. Las cosas son relativas en relación con otras cosas y, por tanto, no hay cosas absolutas, es decir, por encima de todo. Pero hay personas que absolutizan cosas relativas, llámese trabajo, dinero, honor, fama…, como si fuesen el máximo valor, dedicando todos sus esfuerzos y todas sus vidas a obtener eso. Ese sería su dios. Su dios es el dinero, su dios es el poder, su “diocesillo” es la fama… id poniendo lo que queráis.

El Pueblo de Israel también tiene unos paisanos y una gente a su alrededor que tienen su dios y le llaman con distintos nombres. Pero esos “diocesillos” de los otros no tienen una relación y una vinculación con la vida de esos creyentes o de esas personas. Por ejemplo, uno puede hacer de su dios al Sol, a la Luna, a las nubes, al agua, al amanecer…, en sociedades antiguas. Hoy nadie hace de su dios el Sol, la lluvia o el amanecer. Anteriormente, hemos dicho que, actualmente, tenemos otros dioses: poder, fama, honor, dinero… Además de esos, ¿qué otros “diocesillos” gobiernan nuestra sociedad? (Respuesta de los fieles: “el culto al cuerpo”).

2.- El Pueblo de Israel dice: «pregunta a la gente, pregunta a la historia, ¿a ver qué dios de esos es tan cercano como el Dios nuestro?». Ellos tienen experiencia de que su Dios, es decir, el Dios de Israel, el Dios de los profetas, el Dios de la Creación, está cerca de ellos porque se revela; se manifiesta a través de los profetas; les dice qué tienen que hacer y cómo han de vivir. Tienen la experiencia de ser liberados de esclavitudes. El Pueblo ha salido de Egipto, ha cruzado el mar Rojo y ha atravesado el desierto durante cuarenta años. Por tanto, el Pueblo tiene una experiencia de Dios, de que Dios está con él, de que Dios le ayuda incluso en las guerras contra los demás y de que sus victorias se deben al brazo potente de Dios. Eso es lo que el Pueblo ha experimentado. Ahora no lo juzguemos con nuestra mente del siglo xxi y tras haber pasado Dios por la Tierra.

Dice el libro del Deuteronomio: «¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando en medio del fuego, y haya sobrevivido?» (Dt 4, 33). «¿Intentó jamás algún dios venir a escogerse una nación entre las otras mediante pruebas, signos, prodigios y guerra y con mano fuerte y brazo poderoso, con terribles portentos, como todo lo que hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?» (Dt 4, 34). «Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro» (Dt 4, 39).

Eso es lo que se plantea el Pueblo de Israel. Nosotros estamos ahora en el siglo xxi. ¿Es fácil hoy hablar de Dios en nuestra sociedad o es difícil? Hablar de Dios en nuestra sociedad secularizada y neopaganizada resulta a veces difícil, porque cada uno tiene su diocesillo.

3.- San Pablo, que fue un día a Atenas, la gran ciudad griega, visitó un día el lugar donde se encontraba la gente, el ágora; allí, cada uno explicaba sus filosofías, su religión, su política y él empezó a predicar de Jesucristo, como lo hacían los demás. Allí cada uno iba diciendo sus cosas y exponiendo sus ideas.

Hablando Pablo de Jesucristo, mencionó que murió en la cruz y al tercer día resucitó de entre los muertos. Cuando los atenienses escucharon que Jesucristo había resucitado de entre los muertos, ­–hasta entonces habían estado escuchándole–, le tomaron por un loco y dejaron de escucharle.

            No es fácil hablar hoy de la resurrección de los muertos, porque mucha gente no cree que haya otra vida después. O peor, algunos creen en las reencarnaciones sucesivas, más difíciles aún de explicar, porque los mismos que lo creen no acaban de dar la explicación adecuada.

            Es difícil, pero el cristiano de hoy, que tenga experiencia de Dios, sí que puede decir como decía el israelita: yo he experimentado que Dios me ama porque Dios es amor; porque ha creado el Universo; porque me ha creado a mí, como hijo suyo, como criatura; porque ha enviado a su Hijo, que es el que nos ha enseñado el amor de Dios; porque tenemos a alguien llamado Jesús de Nazaret, Cristo, el ungido por el Espíritu, que nos ha manifestado cómo es Dios. Jesús es el rostro visible del Dios invisible y eso no lo tiene ninguna religión del mundo en la historia.

4.- ¿Hay algún dios que se haya acercado tanto al hombre que se haya hecho hombre, haya vivido como uno de ellos y haya entregado su vida por todos los hombres? ¿Hay algún diocesillo que haya realizado algo de esto? No. Pues podemos tomar el mismo argumento que los israelitas.

¿Hay algún dios de los que tiene nuestra sociedad que haya hecho lo que ha hecho Jesucristo? No. Más bien, esos diocesillos pueden buscar vanagloria y buscar adeptos para que les hagan el rendibú, pero no han hecho lo que Cristo ha hecho: amar hasta el final, amarnos infinitamente, mostrarnos el rostro del Dios que perdona, del Dios que acoge, del Dios que es misericordioso, del Dios que es Padre. Eso sólo lo ha hecho Jesucristo.

Y, ¿por qué conocemos que el Dios nuestro son tres personas? Pues porque nos lo ha dicho Jesucristo. Él decía: «mi Padre y vuestro Padre. Yo hago siempre la voluntad de mi Padre. Mi padre os ama. Mi padre os perdona». Y después de resucitar dijo: «Os enviaré al Espíritu Santo» (cf. Jn 15, 26). ¿Quién es el Espíritu? El don del Padre y del Hijo, la comunión. Dios Padre es amor y fuente de amor. Dios Padre es el manantial del amor y de la misericordia. Dios Hijo es el rostro de este amor, es la gracia, el don que el Padre nos entrega. Y, ¿quién es el Espíritu Santo? La comunión de los tres, la unión íntima entre ellos.

5.- Podemos decir lo que cada Persona es respecto a nosotros, o qué somos nosotros respecto a la tres Personas de la Santísima Trinidad. Si Dios es Dios Padre, fuente de amor, nosotros ¿qué somos respecto a Él? (Respuesta de los fieles: “hijos”). Somos hijos, hijos de Dios, porque Él nos ha adoptado como hijos; no porque seamos hijos esenciales y naturales de Dios; el Hijo es Él, y Él nos hace hijos en Él.

Respecto a Dios Hijo, ¿qué somos? (Respuesta de los fieles: “hermanos”). Somos hermanos, hijos en el Hijo, hermanos suyos y, por tanto, hijos del Padre.

Y, respecto a Dios Espíritu Santo, ¿qué somos? (Respuesta de los fieles: “templo y sagrario”). Templo y sagrario porque el Espíritu habita dentro nosotros, nos llena de su amor, de su gracia y de su luz. Nos llena totalmente. Tenéis ventaja porque esto lo comentamos ayer. (Risas).

Esto es el templo que se llena de la luz del cielo, de la presencia de Dios, de los fieles de la asamblea. Nosotros somos el templo que se llena de Dios, del Espíritu, de sus dones, de sus gracias, de sus regalos.

6.- En esta Solemnidad de la Trinidad, vamos a pedir al Señor que nos ayude a vivir como hijos del Padre, como hermanos de Jesucristo y como templos, o inhabitación, del Espíritu Santo.

Esto no lo comprenderemos, pero basta con que creamos en lo que estamos diciendo. No hace falta hacer muchas elucubraciones. El misterio de Amor se vive. Dos personas que se aman, y no solo dos enamorados en el sentido romántico, sino dos personas que se aman de verdad, no se preguntan diariamente por qué se aman, por qué se quieren, se aman y punto. Se entregan el uno al otro, se aceptan el uno al otro, se ayudan el uno al otro hasta la muerte.

Y, ¿por qué hasta el final de la vida? Porque el amor es eterno. Dios es eterno y Dios es amor. Si alguien dice que el amor a su pareja ha terminado, no era amor lo que le tenía; ponedle otra palabra u otras palabras. Cuando uno dice que se terminó el amor que tenía al otro y le deja, ¿qué es lo que le tenía? Decidme una palabra. (Respuesta de los fieles: “cariño, deseo, gusto”). No confundamos ni el gusto, ni el deseo, ni el cariño, ni el querer gozar, ni la felicidad, con el amor. El amor es otra cosa. Dios es amor y nos lo ha demostrado con el Hijo. El Hijo no dice que hoy nos quiere y mañana nos deja.

Si vivimos el amor, ­–el amor es de Dios–, se concreta en nosotros el mismo amor de Dios. No existen muchos amores, existe un único amor en el mundo. Amor es donación, entrega, eso es amor. Amor no es gusto, no es placer, no son otras cosas. Esas otras cosas pueden venir con amor y deben venir, pero no las confundamos, porque cuando terminan esas cosas creemos que terminó el amor, y no es así.

7.- Aplicado a nuestra comunidad cristiana de San Isidro Labrador, en la Estación de Cártama. Ayer, en la liturgia de la hora tercia que rezamos, se leyó un texto de san Pablo de la carta a los Romanos que dice: «Dios, que es fuente de paciencia y de ánimo, os conceda tener un mismo sentir entre vosotros, según la mente de Cristo Jesús. Es decir, vivid como hermanos y tened los mismos sentimientos que Cristo tuvo con nosotros. Así con un mismo corazón y una misma boca daréis gloria a Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo» (cf. Rm 15, 5-6).

¿Qué deseo para esta comunidad cristiana? Que tengáis un mismo ánimo, que tengáis un solo corazón, amor. Que tengáis una misma boca para alabar y dar gloria a Dios, al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, y que le demos gloria con Cristo.

Cuando elevemos, después, el cáliz y la forma ya consagrados, ya cuerpo de Cristo, hay un momento en el que decimos: (Recitan todos los fieles: «Por Cristo con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén»). Hoy lo recitaremos juntos, no sólo el que preside. Y lo haremos para indicar que somos un mismo corazón y una misma boca para alabar al Dios y Padre de Jesucristo en el Espíritu Santo. Ese es mi deseo.

8.- Me he reunido en esta Visita pastoral con varios grupos de la parroquia y esta tarde me seguiré reuniendo con otros grupos. Quiero felicitaros por vuestro trabajo. Felicito y animo a D. Gerardo, como párroco vuestro, y a todos los que estáis colaborando de cualquier manera, en cualquier campo, en la parroquia; os animo a seguir. Esto es un camino que dura toda la vida. Ser cristianos es para toda la vida, como el matrimonio, y no para un rato solo.

Pedimos a la Virgen, que fue la que llevó en su seno al Hijo y lo hizo mediante la acción y obra del Espíritu Santo; por tanto, las tres personas de la Trinidad actuaron en María: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; que también actúen en nosotros. Que así sea.

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