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Jornadas Nacionales de Delegados diocesanos para el Clero (Madrid)

Publicado: 26/05/2015: 190

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en las Jornadas Nacionales de Delegados diocesanos para el Clero, celebradas en Madrid el 26 de mayo de 2015.

JORNADAS NACIONALES

DE DELEGADOS DIOCESANOS PARA EL CLERO

(Madrid, 26 mayo 2015)

 

Lecturas: Eclo 35, 1-15; Sal 49; Mc 10, 28-31.

1.- Las lecturas de hoy, sobre todo, la primera, la del libro del Eclesiástico nos anima a vivir la religiosidad de una manera auténtica. Tenemos la tentación de comercializar o regatear con Dios. Esto se puede aplicar a la religiosidad popular de nuestros fieles, pero también a nuestro ministerio sacerdotal. Es el dicho aquel de “si tú me das, yo te recompensaré”. Y ese no es el modo de jugar de Dios, ese es el modo de jugar de la tentación que tenemos nosotros.

Ben Sira dice: “tú sé justo con el Señor, compórtate como Él, no regatees, ofrécele lo mejor que tengas, porque eso es lo que quiere Él” (cf. Eclo 35, 1-15). En la relación personal con el Señor, a veces, aplicamos otras formas o criterios. En una relación personal con el Señor lo importante es la aceptación total de su voluntad en nuestra vida y no hay más, no hay un comercio. El Señor nos invita a centrar nuestra vida, a entregarla de veras y después dejar que Él haga lo que desee hacer.

El Eclesiástico dice que si tú haces esto recibirás siete veces más (cf. Eclo 35, 10). Y Jesús lo completa cuando en el Evangelio de Marcos nos dice que el que deje padre, madre, hermanos, casa… el que lo deje todo, aquel que sea llamado para dedicarse al Evangelio recibirá no siete, sino cien veces más aquí en la tierra y después en la vida eterna. Por supuesto que añade una pequeña anotación: “con persecuciones” (cf. Mc 10, 30).

2.- Todos tenemos experiencia de lo que significa esto. No es tan fácil corresponder a la llamada de Dios y recibir aquí cien veces más y después la vida eterna, no es gratuito. Es gratuito porque te lo da el Señor, pero lleva su parte de aceptación y de oblación. El Eclesiástico decía: “ofrécete, sé generoso” (cf. Eclo 35, 9). El Señor nos pide una oblación de nosotros mismo, no de cosas, sino de nuestra persona, de nuestro tiempo, de nuestra ilusión.

Y esto que lo vivimos nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos sacerdotes para que también lo vivan, pues a veces viven con esa tentación de regatearle a Dios y hacer lo justo en el ministerio. Se pueden dar actitudes de no hacer más que lo justo que se me ha encomendado, de servir sólo a mi comunidad y reservarme un buen tiempo para mí, cumplir con los mínimos que me pide la Iglesia, los obispos o los hermanos y ya está. Pero ese no es el planteamiento que nos hace el Señor, eso es regatear y con el Señor no se regatea.

3.- Hoy celebramos, además, la fiesta de san Felipe Neri, un gran santo en una época de grandes santos, pero una época en la que la Iglesia necesitaba de grandes santos, una época de renovación. Estamos en el año del V Centenario de su nacimiento, como santa Teresa, coinciden en el año del nacimiento. Felipe nace en Florencia, estudia con dominicos en Florencia, pasa después a Montecasino con los Benedictinos, y finalmente se traslada a Roma, donde estudia con los Agustinos. Es ordenado con 35 o 36 años. Como vemos, recibe influencia de distintas espiritualidades.

Cuando va a Roma lo hace como laico y se da cuenta de cómo está ciudad romana: el Colegio Cardenalicio está ocupado en ese momento por la familia de los Medici, pero como grandes príncipes de la Iglesia y viviendo como tales; y los sacerdotes con poca dedicación a los fieles, con poquísima, lo mínimo. Según relatan los historiadores estaban por debajo de los mínimos. Atendían los mínimos, casi que no le celebraban ni la Eucaristía.

4.- Felipe se desenvuelve en la zona del Vaticano, cruzando el río, lo que hoy es la Iglesia de los Florentinos, y bajando por el corso la Iglesia de la Vallicella, la Chiesa Nuova, que es cuando se construye más o menos, en esa época. Ese es el barrio donde trabaja Felipe Neri, entre prostitutas, gente muy pobre y gente abandonada de los pastores. Fieles sin pastor. Y es un laico quien empieza a trabajar ahí. Años después es ordenado y se queda trabajando desde su ministerio sacerdotal en esa zona. Con el tiempo va cambiando el rostro de esa zona. Es lo que el papa Francisco llamaría ahora las “periferias”. Felipe estaba en una “periferia” de entonces; aunque muy cercano al Vaticano, pero una barriada muy “periférica”.

Él sabe transformar. A él lo llaman el “Apóstol de Roma”. En Roma, y no solamente en el barrio, lo conocían cariñosamente por “Pipo”, era conocidísimo en todos los barrios pobres de Roma.

5.- Al final termina siendo canonizado. Un gran santo en una época de santos; Felipe Neri conoce a Ignacio de Loyola; pero no se va con los jesuitas, no concuerda con ellos, tiene una forma de vivir la espiritualidad de un modo distinto. Pero al final les une que pocos años después de su muerte, él muere en el año 1595, y el año 1622 el papa Gregorio XV canoniza el mismo día a tres grandes santos: Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús y Felipe Neri.

Ante este acontecimiento dice el pueblo de Roma: “Hoy el Papa ha canonizado a ‘Pipo’ y a dos españoles”. Les unió en vida la misma época, los mismos retos pastorales. El Señor les dio, como dice el Evangelio, el ciento por uno y después la vida eterna. Y pocos años después fueron los tres canonizados.

6.- El Señor nos invita a transformar la barriada en la que nos ha tocado vivir; cada uno tiene su barriada, sus fieles, su tarea evangelizadora, su ejercicio del ministerio y nos va dando el ciento por uno aquí y, después, la vida eterna.

No creo que nos canonicen como a Teresa, Felipe e Ignacio; bueno, a lo mejor sí. Sería bonito que dentro de unos años un papa canonice el mismo día a tres o cuatro de los que estáis aquí. La buena cuestión es que no estamos solos ni en el trabajo pastoral ni tampoco después en el reconocimiento de la Iglesia.

Pedimos al Señor que nos ayude a ser fieles, a vivir con gozo; como Felipe, que tenía un estilo alegre y juvenil, fundador de los oratorios. No estaría mal que nosotros pensáramos en ambientar nuestras parroquias al estilo del oratorio. El tiempo libre es muy importante; a nuestros jóvenes nos lo arrebatan otros ambientes. Felipe supo dar una respuesta y, a lo mejor, necesitamos nosotros también dar una respuesta, no solamente en evangelizar y atraerlos a la Iglesia, o darles la Misa, con eso sólo no basta; los jóvenes necesitan más cosas. Necesitan un ambiente festivo, fraterno, también de tipo lúdico que es importantísimo en nuestra sociedad.

Le agradecemos al Señor el haber sido llamados a esta tarea y le pedimos que nos ayude a ser generosos con Él. Y a Felipe Neri, a Teresa –que estamos también en su Centenario–, y a Ignacio, que nos ayuden los tres con su intercesión. Que así sea.

 

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