DiócesisHomilías Visita pastoral a la parroquia de Santa Rosalía Maqueda (Málaga) Publicado: 08/02/2015: 484 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Santa Rosalía Maqueda (Málaga) celebrada el 8 de febrero de 2015. VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SANTA ROSALÍA MAQUEDA (Málaga, 8 febrero 2015) Lecturas: Job 7, 1-4.6-7; Sal 146; 1 Co 9, 16- 19. 22-23; Mc 1, 29-39. (Domingo Ordinario V-B) 1.- Estamos celebrando la Eucaristía como centro y culmen de la vida cristiana, y como momento álgido e importante de la Visita Pastoral. Celebrar el misterio Pascual de Jesús, su muerte y resurrección, es celebrar nuestra fe. Así lo decimos después de la consagración. El Señor, como dice el Concilio Vaticano II, tiene una voluntad salvífica universal. Es decir, la muerte de Cristo es para todos los hombres. La muerte salvífica de Cristo la ofrece con su resurrección por la salvación de todos los hombres. Dios tiene una voluntad de salvar a todos los hombres, de todas épocas, de todas las razas, de todas las culturas, e incluso de todas las religiones. El sacrificio no queda baldío, sólo para unos cuantos, es para todos. Los destinatarios de la salvación de Jesús somos todos. 2.- En las lecturas de hoy, los destinatarios de la acción milagrosa de Jesús aparecen descritos como enfermos, poseídos, a los que él cura. Jesús es el centro de acción y de atención: "todo el mundo lo busca". Dice el Evangelio de Marcos: «Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados» (Mc 1, 32); «Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían» (Mc 1, 34). Jesús quiere curarnos también a nosotros. Jesús sana nuestros corazones, siempre que nos dejemos sanar. No hay peor enfermo que el que no reconoce su enfermedad. Incluso una enfermedad grave, difícil, como puede ser un cáncer, si una persona no acepta que está enferma, por no aceptar y no querer llevar a cabo el tratamiento oportuno, puede que lo lleve a la muerte en poco tiempo. 3.- ¿Qué es importante? Que reconozcamos nuestra situación, que aceptemos que necesitamos la salvación de Jesús. Y todo el mundo, excepto la Virgen -aunque Ella también vivió la salvación, sólo que no cayó en pecado, pero Cristo también la salvó a Ella, por eso la hizo inmaculada-, necesitamos la salvación de Dios. Todos los seres humanos hemos sido redimidos por Jesucristo. Todos necesitamos decirle: "danos tu salvación, cúrame, sana mis heridas, perdona mi egoísmo y mis pecados". Además de esa idea de la salvación universal, que Dios quiere para todas las personas, en las lecturas de hoy aparece un denominador común. 4.- En las tres lecturas aparece el término servicio. En la lectura del libro de Job dice: «¿No es una milicia lo que hace el hombre en la tierra? ¿No son jornadas de mercenario sus jornadas?» (Job 7, 1). ¿Acaso la vida del hombre no es un trabajo, no es un servicio?, se pregunta Job. San Pablo en la carta a los Corintios hablando del servicio al Evangelio, el anuncio al Evangelio, dice: «Si lo hiciera por propia iniciativa, ciertamente tendría derecho a una recompensa. Mas si lo hago forzado, es una misión que se me ha confiado» (1 Co 9, 17). Pablo es consciente que anunciar el Evangelio es una tarea que Dios le ha confiado. Nos hemos encontrado previamente con los mensajeros y mensajeras; y también con los que anunciáis el Kerigma, el ofrecimiento de la fe a los padres de los niños pequeños, el despertar religioso. El servicio de ser catequistas, de ser mensajeros, de anunciar la Palabra, de encontrarse con el vecino para decirle que Dios le ama, ese servicio, en realidad es un regalo que Dios nos hace. No pensemos que somos nosotros los que estamos dando a Dios nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestro servicio..., es al revés. El Señor nos permite y nos confía un servicio que, al mismo tiempo, nos enriquece en primer lugar a nosotros. Es un regalo que nos hace Él. Nosotros correspondemos a una llamada de Dios, pero la llamada la hace Él primero. 5.- A ver, queridos padres, sobre todo, queridas madres, ¿Quién ama primero: los padres a los hijos o los hijos a los padres? ¿Quién es el primero en amar? (Respuesta de los feligreses: “los padres”). Los padres aman primero. Y el hijo, ¿qué hace? El hijo, cuando es consciente, empieza a corresponder al amor de los padres, y no siempre. El primero que da son los padres, el que toma la iniciativa de amar al otro son los padres. En primer lugar, le transmiten la vida, después cuidándole y haciéndole crecer. Pues Dios hace lo mismo con nosotros. Empieza regalándonos la vida. ¿Por qué estamos aquí? Porque el Señor nos ha regalado la vida. Él nos invita a nosotros a que le correspondamos a ese amor primero. No somos nosotros los que regalamos a Él nada, porque todo lo que podamos regalarle: tiempo, recursos económicos para otras personas, la fe, el amor... todo eso ya lo habíamos recibido antes de Dios. Por tanto, no nos ufanemos de hacer lo que hacemos. San Pablo dice que él no se ufana, que anunciar el Evangelio es su recompensa (cf. 1 Co 9, 16). Porque, de otra manera, ¿cómo agradecería a Dios que me haya dado todo lo que me ha dado? 6.- Como vemos el tema del servicio está en las tres lecturas, en cada una de distinto modo. En la lectura del libro de Job se muestra como la vida del hombre es un servicio. Para Pablo anunciar el Evangelio es un servicio de agradecimiento. Y ahora vemos qué nos dice el Evangelio: «La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles» (Mc 1, 30-31). La suegra de Simón, una vez curada, se pone a servir a Jesús y a sus amigos. Los exegetas dicen que este servicio se refiere no sólo al servicio de la casa, sino a servir a Jesús como discípula; servir equivale a seguir a Jesús. La suegra de Simón, curada, les sirve siguiendo a Jesús. Nuestro servicio debe ser, por tanto, un seguimiento como discípulos de Jesús. A eso es a lo que nos invitan las lecturas de hoy. 7.- Anunciar el Evangelio es un deber del fiel cristiano: «Predicar el Evangelio, –como ha comentado san Pablo– no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!» (1 Co 9, 16). Los que tenemos la gracia y el don de la fe, recibido como regalo de Dios, ¡ay de nosotros si no predicamos el Evangelio, si no anunciamos, si no educamos a las nuevas generaciones en la fe, si no anunciamos al no creyente, al pagano..., ay de nosotros! Pero como respuesta agradecida a Dios. 8.- La Visita pastoral, que estamos realizando hoy, pretende, además de conocernos, acercarnos, querernos más..., que nos ayudemos mutuamente, nos animemos a vivir como cristianos. Deseo que este encuentro, que estamos teniendo hoy, nos anime a todos a ser mejores discípulos del Señor, mejores mensajeros, mejores anunciadores del Evangelio, mejores cristianos comprometidos. El Señor nos pide que, con su luz, vayamos transformando la sociedad, haciéndola más humana, más fraterna, con mayor comunión, más misericordiosa, menos tensa. Nosotros los cristianos debemos, con la ayuda del Espíritu, ir transformando la sociedad a mejor: que respete más la vida humana, que atienda mejor al enfermo, al anciano, al necesitado, que comparta cada uno lo que tiene, especialmente la fe y la luz del Evangelio. A eso es a lo que el Señor nos invita. En esta Visita Pastoral os animo a que sigáis formando una hermosa familia de cristianos; una comunidad parroquial que vive la fraternidad y la comunión, que celebra la fe; cree el Credo, celebra la vida litúrgica, vive los mandamientos y, después, comparte y anuncia. Esa es la tarea de toda comunidad cristiana. 9.- San Pablo, además de evangelizar, sabe acercarse a todos, en especial a los más necesitados: «Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos, para salvar a toda costa a algunos» (1 Co 9, 22). Pablo se acerca a todos. Los cristianos hemos de estar dispuestos a acercarnos a todos, sobre todo, a los más necesitados, que no son sólo los más necesitados de las cosas materiales, que también. Hay muchos ricos económicamente que no tienen fe, que están necesitados de salvación como nosotros, que necesitan escuchar la Palabra de Dios y el Evangelio. Acercarnos a todos: ricos y pobres, jóvenes y ancianos, niños, hombres y mujeres, a todos, eso es lo que nos pide la Palabra de Dios hoy. Y esta comunidad cristiana viviendo la fe será capaz de transmitirla, de anunciarla, de proclamar, de anunciar el Evangelio. 10.- Jornada sobre el tráfico de seres humanos. Hoy, además de la Visita pastoral, la Iglesia celebra varias cosas; dos de ellas muy importantes. Una: estamos en la campaña de Manos Unidas, de la que sois conscientes; por ello, entre todos lleváis a cabo las actividades propias de esta campaña. Y, por tanto, en nuestra Eucaristía de hoy, vamos a rezar también por los más necesitados, por aquellos que serán los destinatarios de nuestra ayuda en el proyecto que sea, en América del Sur, en China o en Japón. Vamos a rezar por los destinatarios de esas ayudas que les llegarán a través de Manos Unidas. Vamos a sensibilizarnos de que necesitamos compartir lo que Dios nos ha dado. Pero, además, el papa Francisco, por primera vez, nos pide hoy que recemos por un problema muy grave: el tráfico de seres humanos, la trata de personas. 11.- Hoy, 8 de febrero, es la fiesta de una santa que fue una esclava, santa Giuseppina Bakhita. Un servidor tuvo la suerte de estar en su canonización en la Plaza de San Pedro, Roma. Como esclava, esta mujer fue pasando de unos patrones a otros, siendo maltratada. Finalmente, la providencia hizo que saliera de la esclavitud, que le dieran la libertad y el Señor la llamó a ser religiosa. Entró a formar parte de la Congregación de las Hijas de la Caridad, Canossianas. Esa mujer, esclava sudanesa, murió como religiosa, pero vivió toda su vida como una mujer que sirvió a Cristo en los demás. Sirvió a Cristo como esclava, sirvió a Cristo como religiosa. En esta Jornada, que lleva el lema “Enciende una luz contra la trata”, el Papa ha querido invitarnos a rezar para que desaparezca la lacra de la trata de los seres humanos. Vamos a pedir, por intercesión de santa Giuseppina Bakhita, que nos ayude a rebelarnos contra todo tipo de manipulación contra otra persona. A la Virgen le pedimos que nos acompañe, que interceda por nosotros, que esté a nuestro lado en este caminar como familia cada vez más unida y como testigos de la fe. Que así sea. Más artículos de: Homilías Semana de la Familia (parroquia de Santiago Apóstol-Málaga)Jornada diocesana de Pastoral de la Salud (Hermanas Hospitalarias-Málaga) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir