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Oración Ecuménica con motivo del 40 aniversario de la creación del centro ecuménico "Lux Mundi" (Basílica Paleocristiana "Vega del Mar"-San Pedro de Alcántara)

Publicado: 25/10/2013: 227

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Oración Ecuménica con motivo del 40 aniversario de la creación del centro ecuménico "Lux Mundi" celebrada en la Basílica Paleocristiana "Vega del Mar" en San Pedro de Alcántara el 25 de octubre de 2013

ORACIÓN ECUMÉNICA CON MOTIVO DEL 40 ANIVERSARIO

DE LA CREACIÓN DEL CENTRO ECUMÉNICO “LUX MUNDI”

Basílica paleocristiana “Vega del Mar”

(San Pedro de Alcántara, 25 octubre 2013)

1.- Estimados pastores, representantes de las diversas iglesias cristianas presentes en la Diócesis de Málaga; queridos fieles cristianos de las varias confesiones. Bienvenidos todos a esta hermosa celebración.

Deseo agradecer la presencia de la Alcaldesa de Marbella, quien se ha preocupado de vallar este recinto y cuidar de que los restos arqueológicos de esta antigua iglesia se conserven lo mejor posible.

2.- Celebramos esta oración ecuménica, dando gracias a Dios por el cuadragésimo Aniversario de la creación del Centro Ecuménico “Lux Mundi” en nuestra Diócesis. El inspirador y fundador de este Centro fue, como bien sabéis, el P. Delius, jesuita, quien deseaba promover la unidad entre los miembros de las distintas iglesias cristianas, presentes en la diócesis de Málaga.

Nos hemos reunido en este significativo espacio, donde hubo una iglesia paleocristiana, probablemente entre los siglos II-VI. Es posible que, desde su destrucción, no haya venido nadie a rezar en este lugar, donde se reunían los cristianos de esta zona, para escuchar la Palabra de Dios y celebrar la Cena del Señor.

3.- Se conserva aquí la pila bautismal, donde los cristianos recibían el bautismo. Este sacramento tiene en nosotros unos benéficos efectos: En primer lugar, nos quita el pecado original, heredado de nuestros primeros padres, Adán y Eva, como nos narra la Sagrada Escritura (cf. Génesis 3, 1-24); y borra todos los pecados personales, que el bautizando adulto haya podido cometer en su vida.

En segundo lugar, el bautismo nos hace hijos adoptivos de Dios, en su Hijo Jesucristo, regalándonos su gracia. Nos infunde las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, que nos permiten entrar en sintonía con Dios.

En tercer lugar, nos hace miembros de la única Iglesia de Jesucristo. Las diversas iglesias son fruto de nuestra división interna. En la medida en que vayamos a las fuentes, nos encontraremos en mayor comunión. El bautismo es la fuente común, que nos une. Las aguas bautismales son manantial de vida y de comunión. La pila bautismal de esta iglesia paleocristiana se conserva muy bien; delante de esta pila hemos querido hacer un gesto, que nos recordara nuestro bautismo, haciendo la imposición de manos a unos cristianos de diversas iglesias y haciéndoles la señal de la cruz en su frente.

Hemos hecho profesión del mismo “Credo”, que nos une; y hemos rezado el “Padre Nuestro” en latín, la lengua que usaban los cristianos de los primeros siglos en esta iglesia. Este es otro signo, que expresa volver a las fuentes.

4.- Hemos de volver a lo que nos une; y nos une la misma fe en Jesucristo. Las diversas lenguas, que hablamos son simples instrumentos; lo importante es hablar el lenguaje de la fe. El papa emérito Benedicto XVI nos convocó a vivir un Año de la Fe. Procuremos profundizar en las raíces de nuestra fe, para purificarla de todo el lastre, que se pega con el paso del tiempo y con los avatares de la historia.

Abandonemos nuestras pequeñas diferencias y unámonos cada vez más a Jesucristo, guía y meta de nuestra fe, «hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo» (Efesios 4, 13). Amén.

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