DiócesisHomilías XXV Aniversario de la Coronación Canónica de la imagen de Nuestra Señora del Socorro, de la Archicofradía de la Santa Cruz y Jesús Nazareno (Parroquia de Santa María La Mayor-Antequera) Publicado: 15/08/2013: 336 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en el XXV Aniversario de la Coronación Canónica de la imagen de Nuestra Señora del Socorro, de la Archicofradía de la Santa Cruz y Jesús Nazareno (Parroquia de Santa María La Mayor-Antequera) celebrado el 15 de agosto de 2013. XXV ANIVERSARIO DE LA CORONACIÓN CANÓNICA DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO, DE LA ARCHICOFRADÍA DE LA SANTA CRUZ Y JESÚS NAZARENO (Parroquia de Santa María La Mayor-Antequera, 15 agosto 2013) Lecturas: Ap 11,19; 12,1.3-6.10; Sal 44; 1 Co 15,20-27; Lc 1,39-56. 1.- Queridos sacerdotes, vicario general, arcipreste de Antequera, arcipreste de Ronda, capellán de la Cofradía, y demás concelebrantes. Hermano mayor y Junta de la Cofradía; Sr.Alcalde y autoridades. En el saludo, que el Sr. Alcalde nos ha dirigido, ha demostrado que tiene una vena cofrade. El motivo de acción de gracias a Dios, que hoy nos convoca en esta hermosa Colegiata de Santa María, es la celebración del XXV Aniversario de la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora del Socorro de la Real e Ilustre Archicofradía de la Santa Cruz en Jerusalén, Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Socorro en Antequera. La Santísima Virgen María tiene sobrados títulos para que su imagen sea coronada. Ella es la Virgen, que concibió y dio a luz un Hijo, cuyo nombre es Emmanuel, es decir, “Dios con nosotros” (cf. Is 7, 14; Mq 5, 2-3; Mt 1, 22-23). No es una simple madre de un simple humano; es la Madre del Hijo de Dios. Ella es la Madre del Redentor y colaboradora augusta suya, como lo explicó el beato Juan Pablo II (cf. Redemptoris mater, 44). La Santísima Virgen, como nueva Eva, por designio eterno de Dios, tuvo una relevante participación en la obra salvadora de Jesús. La Virgen, con su silencio y su aceptación, se unió a la acción redentora de Jesucristo, el nuevo Adán, que nos redimió y nos adquirió para sí, no con oro, ni plata efímeros, sino a precio de su sangre, como dice la Escritura (cf. 1 Pe 1, 18-19); e hizo de nosotros un Reino para nuestro Dios (cf. Ap 5, 10). María es, además, miembro eminente de la Iglesia. Ella es la persona más cualificada, la expresión más perfecta, la representación más insigne y la figura más dotada de la Iglesia; así hablaba el papa Pablo VI a los padres conciliares, reunidos en Roma en el Concilio Vaticano II (cf. Pablo VI, Alocución a los Padres conciliares al final de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, 21.11.1964). María, intensificando su amor a Dios, se hizo digna de modo eminente de aparecer como la «mujer vestida del sol, la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza»; así nos lo ha descrito el libro del Apocalipsis, que hemos escuchado (cf. Ap 12,1). Ella brilla con gran resplandor en el firmamento de la humanidad. 2.- A los motivos teológicos enunciados, que justifican sobradamente la coronación de la imagen de la Nuestra Señora del Socorro, se añaden otros motivos históricos, propios de la religiosidad popular de los fieles de Antequera, que vosotros bien conocéis. Vamos a recordar algún hito importante. A principios del siglo XVII la Santa Sede autorizó el establecimiento de una cofradía, vinculada a los frailes Terceros, que tomó por nombre la “Santa Cruz en Jerusalén, Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Socorro”, cuyos primeros Estatutos fueron aprobados en 1620 por Mons. Luis Fernández de Córdoba, entonces Obispo de Málaga. Durante los siglos XVII y XVIII la Cofradía vivió momentos de gran esplendor, debido en gran parte a la pertenencia entre sus miembros de personajes de relevancia de esta ciudad. En el siglo XIX, a causa de la mal llamada “Desamortización de Mendizábal” (que bien podría denominarse “robo legalizado”), fueron incautados los bienes de las distintas instituciones de la Iglesia católica, a excepción de las creadas para la beneficencia pública. La iglesia de Santa María de Jesús en Antequera pasó por momentos difíciles, que se vieron superados gracias a la fortaleza y constancia de los cofrades. Finalmente, la Cofradía logró su restauración jurídica, en virtud de un Real Decreto de la Reina Isabel II, promulgado en 1861. En el siglo XX, con el título de Archicofradía, pasó por numerosos altibajos, reflejo fiel del momento histórico en España: una segunda república desastrosa y una guerra fratricida, sufriendo una grave pérdida de su patrimonio en la década de los años treinta; y entrando en un decaimiento en los años sesenta, con riesgo de extinción. En 1969 se produjo una importante renovación interna de la Archicofradía, que promovió la vida de la misma y los actos cultuales, que le eran propios de la Semana Santa, volviendo a procesionar por las calles de Antequera, tras algunos años de ausencia. Los hechos narrados muestran los avatares de la Cofradía y la actitud de los buenos cofrades, que han dado testimonio público de su fe y han querido renovar la devoción a Nuestra Señora del Socorro. Por eso pidieron la coronación de su imagen, que se llevó a cabo felizmente, en agosto de 1988, el entonces Obispo de Málaga, Mons. Ramón Buxarrais, quien reside en Melilla; cuando lo vea en Melilla, le recordaré la coronación, que tuvo a bien hacer entonces. 3.- Como podemos comprobar, vuestra Hermandad tiene una larga historia, llena de avatares y también de buenos frutos de vida cofrade. Hoy venimos a dar gracias a Dios por la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora del Socorro, que tuvo lugar hace veinticinco años, y en la que la Archicofradía se volcó con singular entusiasmo y tesón. Diversos actos litúrgicos, culturales y sociales tuvieron lugar, para expresar el amor del pueblo cristiano de Antequera a la Virgen. Terminada la coronación, la imagen de Nuestra Señora del Socorro fue procesionada por diversas calles de la ciudad hasta llegar al templo. Hoy recorreréis, más o menos, las mismas calles. Me ha alegrado saber que habéis colocado los mismos pendones, que colocasteis entonces en la fachada de Santa María y que no habías vuelto a poner. Os animo a que los pongáis en las fiestas grandes. El pueblo de Antequera, en aquel momento de la coronación, aclamaba a la Virgen como Reina y Señora; sus corazones querían estar llenos del amor hacia tan buena Madre y corresponder con amor filial la protección de tan poderosa intercesora. Damos gracias a Dios por tantos dones, recibidos de su inmensa bondad, a pesar de nuestra debilidad y fragilidad humanas. No hay que luchar entre cofradías, parroquias y asociaciones por los títulos que le damos a la Virgen. La Virgen de los Remedios es el título que Antequera da a su patrona; la Virgen del Carmen tiene sus devotos y su culto; y la Virgen del Socorro tiene su Cofradía. Todos estos hermosos títulos, dados con gran cariño, se los damos a la única Madre, Señora y Reina de nuestros corazones. Cuentan que en una Semana Santa de Sevilla discutían unos cofrades sobre qué Virgen era la más hermosa; uno decía que la Macarena, otro decía que las Angustias, otro que los Dolores y otros diversos títulos. Escuchando esta conversación un anciano les dijo: “¿Acaso no están hablando Vds. de la misma persona y de la misma Madre?” Entonces los cofrades se dieron un abrazo y acabó la discusión. 4.- Celebrar el XXV Aniversario de la coronación de la Imagen de vuestra titular, Nuestra Señora del Socorro, es renovar los compromisos y la ilusión de aquel momento. Entonces fue un momento álgido de renovación; toca ahora un momento de renovación. Los últimos papas nos piden que trabajemos por la nueva evangelización; que anunciemos nuestra fe; que prediquemos el Evangelio; que seamos valientes testigos. ¡Queridos cofrades y fieles de Antequera, ésta es una llamada, que nos hace la Iglesia hoy! Esta celebración os impulsa, queridos cofrades, a una misión importante: Propagar la devoción a la Virgen, bajo la advocación del Socorro entre los cofrades y también entre todos los demás fieles. La fe o toca la vida o no es fe; la fe no es un simple conocimiento; la fe, además de un don de Dios, es una actitud vital; creer es confiar; la fe debe impregnar la vida entera; de lo contrario, la Virgen no toca el corazón. Hay que vivir la maternidad de María, la Madre del Señor, con filial devoción y amor. Os corresponde ahora a vosotros concretar los gestos de esa maternidad de María. La Madre cuida de sus hijos, nos acompaña, nos protege y ampara, nos mima. Estos gestos maternales de María debéis hacerlos vosotros con otras personas; el amor, que recibís de ella, debéis transmitirlo a otros en acciones de atención a los pobres, a los necesitados y a los que sufren, a los ancianos, a los no-nacidos, a los más débiles de nuestra sociedad, al igual que la Virgen supo estar junto a su Hijo, el inocente ajusticiado que murió en la cruz. Jesús dijo al discípulo amado: «Ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (Jn 19, 27). El Señor nos regala a su Madre. ¡Qué gran regalo! A nosotros nos corresponde acogerla filialmente, invocarla como intercesora y, sobre todo, amarla como Madre nuestra. El Aniversario de la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora del Socorro es hoy un motivo importante de alegría. Coronamos a María como Reina nuestra, como Señora nuestra. Ella debe animar nuestra religiosidad, nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor a Dios y al prójimo. 5.- Estimados fieles y queridos cofrades de la Real e Ilustre Archicofradía de la Santa Cruz en Jerusalén, Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Socorro en Antequera, sed fieles devotos de la Santísima Virgen María; inculcad a vuestros hijos la devoción a la Virgen; rezadle a Ella, orando también con vuestros hijos; enseñadles a dirigirse filialmente a nuestra Madre del cielo. No es suficiente que los padres envíen a sus hijos a Misa, o les digan que tengan devoción a la Virgen; hay que ir a Misa con ellos; hay que rezar con ellos; vivir la devoción a la Virgen con ellos. Es necesario educar a las nuevas generaciones en la fe y en la piedad filial hacia nuestra Madre. Nuestros antepasados nos transmitieron esta fe; ahora somos nosotros el eslabón en la cadena de transmisión de la fe; somos testigos de la fe, que tanto valoramos, sobre todo en este Año de la Fe, que aún no ha concluido. Hoy invocamos a la Virgen y nos unimos a su cántico de alabanza a Dios por las maravillas que ha hecho en favor de los hombres. Digamos con ella: «Proclama mi alma la grandeza del Señor» (Lc 1, 46). (La asamblea repite esta oración). ¡Que la Virgen, Nuestra Señora del Socorro, coronada como Reina y Madre, dirija nuestras acciones y nuestros buenos deseos de santidad, de amor y de paz! ¡Que Ella, desde su singular privilegio de Madre del Redentor, nos ayude a descubrir los planes de Dios! A Ella, que, coronada en el cielo, goza y contempla las cosas desde Dios, desde la plenitud del amor, le pedimos que nos ayude a contemplar nuestra vida desde la mirada de Dios; desde esa atalaya, donde las cosas se contemplan con el resplandor de la luz divina. Virgen Santísima, Nuestra Señora del Socorro, ante tu imagen te pedimos: ¡Bendice a tus cofrades! ¡Bendice a todos los que, con devoción filial, te invocan como Madre! ¡Bendice a quienes desean ser fieles hijos tuyos! Amén. 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