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Eucaristía con los peregrinos (Basílica de Santa María la Mayor-Roma)

Publicado: 03/07/2013: 290

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía con los peregrinos celebrada en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, el 3 de julio de 2013.

EUCARISTÍA CON LOS PEREGRINOS

(Basílica de Santa María la Mayor-Roma, 3 julio 2013)

 

Lecturas: Ef 2,19-22; Sal 116; Jn 20,24-29.

(Fiesta de Santo Tomás Apóstol)

1.- En esta fiesta de Santo Tomás Apóstol la Iglesia quiere celebrar los fundamentos de la fe. En la carta a los Efesios hemos escuchado que somos ciudadanos y miembros de la familia de Dios, pero edificados sobre el fundamento de los Apóstoles. Y éstos a su vez sobre la piedra angular que es Cristo. (cf. Ef 2, 19-20).

La Iglesia es como un edificio. Cristo la instituye y Cristo se convierte en la piedra angular, en el fundamento, en lo básico. Los pilares, los doce Apóstoles y los santos Padres van construyéndose sobre ese cimiento, y se va estructurando según la voluntad del mismo Señor. La Iglesia no se construye como quieren los hombres, o como quieren los papas, o como quieren los obispos. La Iglesia se va construyendo según la voluntad del Señor.

Recuerdo una vez que estaba en una reunión con el papa Juan Pablo II. Un cardenal le preguntó sobre un tema concreto y el Papa respondió: «¿qué puede hacer este pobre papa al respecto?». Un papa no puede cambiar a capricho unas normas, ha de ser fiel a la voluntad de Jesucristo. A veces, resulta difícil, porque hay una presión desde fuera para que se cambien las cosas, para que cambien las leyes, las normas, la voluntad del que la instituyó y no se puede.

2.- San Pablo nos advierte en otra carta del riesgo de construir fuera de lugar. Si colocamos piedras y ladrillos fuera del cimiento, no construimos Iglesia (cf. 1 Co 3,11-13). De ese modo, construimos nuestras cosas, pero no la Iglesia de Jesucristo.

Todo lo que hagamos hemos de realizarlo dentro de la Iglesia, en el ámbito eclesial, dentro de la voluntad del Señor y dentro de la guía del magisterio de la Iglesia. Por tanto, nos debemos al fundamento, a la piedra angular, que es Cristo, a los basamentos que son los Apóstoles y, después, a los sucesores de San Pedro, a la guía del Pastor Universal. Allá hacia donde nos guíe es hacia donde debemos dirigirnos nosotros si queremos construir Iglesia de Cristo. Si queremos hacer una invención podemos hacer lo que queramos, pero eso no será Iglesia de Cristo.

En esta fiesta del Apóstol Santo Tomás recordamos, una vez más, que nuestra fe está fundamentada en los Apóstoles. Y en estos días de peregrinación en Roma recordamos al papa Francisco, que es la cabeza del Colegio Episcopal, sucesor del Colegio de los Apóstoles. Todos los obispos formamos el Colegio Episcopal, con el Papa a la cabeza, y somos los sucesores de los Apóstoles. Por tanto, en una fiesta de Apóstol, conviene que tengamos presente a los que somos sucesores de los Apóstoles y que recemos por los sucesores de los Apóstoles.

3.- Le pedimos al Señor que purifique nuestra fe. En este Año de la Fe que estamos celebrando aún, conviene que aquellas adherencias que se nos pegan, que las dejemos. Lo que no es estrictamente fe de la Iglesia, dejémoslo.

A veces, podemos promover algunas devociones privadas. Y se les da más importancia que a la fe de la Iglesia. Eso también hay que purificarlo. Las creencias, las formas de piedad son buenas en tanto en cuanto me ayudan a profundizar en la fe y en al amor a la Iglesia y a Dios. No me sirven si me apartan. Si una devoción me lleva a venerar la imagen de un santo descuidando la adoración eucarística eso no me está ayudando.

4.- Estamos celebrando en la Basílica de Santa María la Mayor, una iglesia dedicada a la Virgen desde los siglos iv-v. Es la más grande y primera de Occidente dedicada a la Virgen. El motivo es que fue declarada Madre de Dios. Y como agradecimiento a este título el papa quiso construir esta Basílica.

Después en otros Concilios y otros papas han ido dándole otros títulos: María es Madre de Dios, María es Asunta a los Cielos, María es Inmaculada, María es Madre de la Iglesia. Es éste el último título que el Concilio Vaticano II le dedicó. No es un dogma, no está declarado como dogma, pero vivimos la fe de que María es Madre de la Iglesia. Si es Madre de Cristo y Cristo es el fundador de la Iglesia, por lógica María es Madre de la Iglesia y, naturalmente, Madre de todos los creyentes.

Ha habido, por tanto, desde el Concilio de Éfeso, desde el 431 hasta el 2013, en el que estamos, una serie de dogmas, declaraciones, enseñanzas magisteriales sobre la Virgen.

5.- Lo que digamos de la Virgen siempre es poco. La Virgen forma parte de nuestra fe. No se puede entender a Cristo sin la Virgen. El Hijo necesita una Madre. Por tanto, en nuestra espiritualidad debe estar presente la Virgen, en la forma que queráis. En la forma de oración personal, de rezo del Rosario, del ángelus, de avemarías, de salves… de la manera que queráis; pero la devoción a la Virgen va unida a la fe en Cristo y conviene que la promovamos.

Vamos a pedir a la Virgen que nos ayude a ser muy marianos, a estar con Ella. Que ella nos ayude a purificar la fe y a vivir cada día con mayor claridad y nitidez la fe de la Iglesia; que la vaya quitando de lo que estorba, de lo que no centra nuestra atención, en Jesucristo, nuestro Señor.

Terminamos pidiéndole a la Virgen su intercesión maternal para con todos nosotros, y también profesando nuestra fe en los distintos dogmas y declaraciones que la Iglesia ha ido declarando sobre la Virgen. Que así sea.

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