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Confirmaciones en la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación (Benamargosa)

Publicado: 21/06/2013: 414

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en las Confirmaciones celebradas en la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación (Benamargosa) el 21 de junio de 2013.

CONFIRMACIONES

EN LA PARROQUIA DE NªSª DE LA ENCARNACIÓN

(Benamargosa, 21 junio 2013)

 

Lecturas: 2 Co 11,18.21b-30; Sal 33,2-7; Mt 6,19-23.

1.- Hoy es un día muy especial para la comunidad cristiana de Benamargosa. Un gran número de miembros de esta comunidad vais a recibir un don, un regalo. Como acaba de decir el párroco, D. Francisco, no es ninguna meta, es el principio de un camino. Es el inicio porque hoy completaréis la iniciación de la vida cristiana, la iniciación sacramental. Con lo cual, os queda toda una vida de vivir cristianamente según el Señor nos invita.

San Pablo escribiendo a los cristianos que vivían en una ciudad de Grecia, Corinto, les dice que Él, por el evangelio, ha pasado por muchas pruebas. No para enorgullecerse, sino por contar la verdad de su vida dice que ha pasado por fatigas, cárceles, palizas, peligros de muerte, azotes, naufragios, frío, calor, hambre, sed… (cf. 2 Co 11, 23-27). Y todo por anunciar a Jesucristo. No lo hizo para adquirir más poder o más dinero, no lo hizo ni siquiera por una filosofía, lo hizo por una persona: Jesucristo. El anuncio del evangelio no es una teoría, es anunciar a una persona que me ama, que me salva, que da sentido a mi vida.

Si quisierais hablar los que tenéis experiencia de amar a alguien o de estar enamorados, dejando aparte lo que dice la gente y nuestra sociedad sobre el amor, podríais decirnos muchas cosas. Pues bien, pensad en la experiencia de amar a una persona; por ejemplo, las madres y los padres a sus hijos, el esposo y la esposa, el novio y la novia, un amigo a otro con auténtico don de entrega y respeto.

2.- ¿Es suficiente conocer las características de una persona para estar enamorados? O, ¿el amor es algo más que conocer las características de una persona? ¿Qué implica un auténtico amor? ¿Sólo que la persona conoce del otro unas cuantas cosas? O, ¿debe de haber una relación personal, un encuentro, un diálogo de tú a tú, y una donación mutua para que haya amor? ¿Es suficiente un simple conocimiento del otro? Responded los que tengáis experiencia. (Respuesta de algunos feligreses: no).

Son necesarios la experiencia, el encuentro y la donación mutua, sino no hay amor. Puede haber gusto, pero no confundamos el gusto con el amor.

¿Qué hace san Pablo? San Pablo se entrega, entrega su vida por Cristo, porque pensó que Cristo lo amaba a él, Cristo dio su vida por él y él da la vida por Cristo. Por ello pasa todas esas penalidades.

Una pregunta: ¿cuántas cárceles, azotes, naufragios, palizas, noches sin dormir, días sin comer habéis pasado vosotros por Cristo? Ninguna, ¿verdad que no? Entonces, hasta lo pasado por Pablo nos queda un trecho; si vinieran las penalidades, no es que lo deseemos.

¿A qué estaríais dispuestos por anunciar a Jesucristo? ¿A que os insulten por la calle, a que no os comprendan, a que no os entiendan en el trabajo, a que los amigos os digan que estáis tontos por venir a misa? ¿Estaríais dispuestos a eso al menos? (Respuestas de los confirmandos: ¡sí!) ¡Es que si no lo estáis no os confirmo! (Risas).

Si uno ama a una persona y está enamorado de ella está dispuesto a mucho; y estaría dispuesto, incluso, a dar la vida.

El Señor en esta tarde quiere daros el don del Espíritu Santo, pero también pide una correspondencia de a qué estáis dispuestos. Al menos, ¿estáis dispuestos a dar la cara por Él? (Respuestas de los confirmandos: ¡sí!). Vale, eso ya es bastante.

3.- Hoy es la fiesta de un joven santo que nació en Italia e hizo una cosa especial. ¿Qué ocurriría si vosotros fuerais hijos de un gran personaje, –llámese un emperador, un magnate con muchísimo dinero, un rey, un duque, según el mundo un personaje con mucho poder y con mucho dinero–, y vosotros fuerais los herederos? ¿Estaríais dispuestos a renunciar a esa herencia en favor de otros?

Luis Gonzaga era hijo primogénito de un gran señor y le tocaba el título de príncipe, con todo lo que eso suponía de poder, dinero y prestigio social. ¿Sabéis qué hizo? Regaló la primogenitura, el principado a su hermano y se hizo jesuita, se hizo religioso. Esto ocurrió en el siglo xvi, a finales. Y no solo esto, sino que también renunció a los bienes de este mundo, por otros bienes.

San Luis Gonzaga era del norte de Italia, pero vivía en Roma ayudando a enfermos de cólera, contrajo la enfermedad y murió a la edad de 23 años. Se entregó al Señor con 18 años, renunció a la primogenitura y a los 23 años murió por ayudar a enfermos contagiosos. Es decir, no sólo renunció a los bienes de la tierra, sino que renunció a su vida por ayudar a la gente necesitada y enferma, moribunda. Dos renuncias fuertes.

Ya que es el santo, la fiesta de hoy, pues qué menos que contemplar esa valentía suya y le pedimos a él que nos ayude a renunciar a las cosas de la tierra.

4.- El evangelio de san Mateo nos ha dicho: «No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban» (Mt 6, 19). No atesoréis tesoros de bienes caducos. Pero nuestra sociedad no nos dice eso. Nuestra sociedad nos dice todo lo contrario, nos dice que acumulemos dinero. Esa es la tentación que tenemos todos.

Pero hoy el Señor nos anima a ser desprendidos, a renunciar a los bienes terrenos, –como hizo san Luis Gonzaga–. No renunciar por renunciar, sino renunciar por Cristo. O mejor, hacer un canje que nos va a resultar incluso productivo. Cuando uno compra una cosa, cuando paga dinero por un objeto precioso que le interesa. ¿Vosotros por un objeto de poquísimo valor pagaríais mucho? No, ¿verdad? Ahora, ¿por un objeto de muchísimo valor estaríais dispuestos a pagar mucho? (Respuestas de los confirmandos: sí). Entonces, ¿qué estaríais dispuestos a pagar por la eternidad, por la felicidad de toda la vida eterna? No por la felicidad de tres minutos o de un fin de semana o de diez años. Luego, ¿qué estarías dispuestos a pagar por la felicidad de toda la vida sin fin, aquí en la tierra y después? ¿Qué estaríais dispuestos a dar: cuatro euros? El Señor nos pide por eso algo más.

Luis Gonzaga, además de la renuncia a los bienes materiales, renunció a su vida terrena y ahora vive feliz con Cristo eternamente. Ese es el ejemplo que nos da san Luis.

5.- Sigamos la invitación del Evangelio: «Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban» (Mt 6, 20). ¿Cómo se hacen tesoros en el cielo? Se hacen tesoros en el cielo dando, regalando los tesoros que tenemos aquí en la tierra, dándolos a los pobres, a los más necesitados, renunciando a los bienes. ¿De qué otra manera se hacen tesoros en el cielo? Haciendo obras de misericordia, ayudando al prójimo, rezando, pidiendo perdón al Señor. De muchas maneras.

Os pido que cada uno lo piense hoy, el día de vuestra confirmación, y que abráis hoy una libreta de ahorro; pero no en un banco. Tenéis que abrir esta tarde una libreta de ahorro, haciendo un convenio con el Señor. El Señor nos va a regalar el cielo, porque va a ser difícil que nos lo ganemos, por eso, agradecidos le vamos a regalar… y ahí tenéis que poner cada uno lo que le vayáis a regalar al Señor. ¡A ver qué estáis dispuestos de darle al Señor! Tiempo de vuestra vida, bienes, vida de fe, celebraciones eucarísticas… hay muchas cosas que podéis darle al Señor.

6.- Hemos dicho que hoy iniciáis una nueva etapa de vuestra vida, termináis la iniciación sacramental y empezáis una nueva etapa. ¡Hale pues! Una libreta en colaboración con el Señor y lo que Él os pida, a dárselo. Tened en cuenta que Él no es tacaño, Él os va a regalar esta tarde el don del Espíritu, que es la fuerza más importante que podáis tener. Y os va a regalar después la vida eterna y la felicidad, pero vamos a hacer agradecidos y algo nos tocará darle nosotros.

Así que, a ver qué apuntáis en esa libreta que vais a abrir esta tarde todos. Espero que no se os olvide hasta que el Señor os llame a la otra vida. No se os olvide el tema de la libreta que el día de la confirmación abristeis con el Señor.

Recordando: no atesoréis tesoros en la tierra que se pudren y los dejareis todos aquí, no os llevaréis ni un céntimo de euro, os lo aseguro. Atesorad arriba, pero empezad ya a atesorad.

Vamos a pedirle, en primer lugar, a la Virgen que es siempre el modelo de todo cristiano, que nos ayude a vivir la fe desde esta perspectiva tan hermosa, tan humana, tan bonita, una amistad con Jesús. Y le pedimos también, a través, de la intercesión de san Luis Gonzaga, para que nos ayude cuando tengamos ese miedo o esas tentaciones o dudas de no saber qué hacer. Que se incline la balanza siempre a favor de Jesucristo y a favor del otro. Ganaréis siempre, no os preocupéis, os lo aseguro, ganaréis siempre. Cuando atesoréis a favor de los bienes de arriba ganareis siempre. Amén.

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