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Eucaristía con los Seminaristas (Seminario-Málaga)

Publicado: 17/06/2013: 271

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía con los Seminaristas celebrada en el Seminario de Málaga el 17 de junio de 2013.

EUCARISTÍA CON LOS SEMINARISTAS

(Seminario-Málaga, 17 junio 2013)

 

Lecturas: 2 Co 6,1-10; Sal 97,1-4; Mt 5,38-42.

1.- Hacer fructificar la gracia de Dios.

Aunque sea brevemente, quiero comentar dos aspectos importantes de la carta de san Pablo a los Corintios.

En primer lugar, nos habla de hacer fructificar la gracia de Dios: «Como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios» (2 Co 6,1). Se refiere a la gracia bautismal y a las gracias que nos ofrece en la vida. Hay que cuidar lo que el Señor nos regala; hay que cuidar la gracia de la filiación divina y la gracia de la misión.

Os animo a hacer fructificar la gracia de Dios para no echar en saco roto ni la gracia bautismal, ni las otras gracias; y de modo especial, queridos seminaristas, haced fructificar la llamada de Dios, que es una gracia. Tenéis que cuidar esa planta, hay que regarla, hay que abonarla, también hay que podarla de lo que no ayuda a que crezca de forma armónica.

2.- No poner en peligro nuestro ministerio.

Pablo es tajante: «Nunca damos a nadie motivo de escándalo, para no poner en ridículo nuestro ministerio» (2 Co 6,3). Os estáis preparando para el ministerio sacerdotal, pero ahora tenéis también unos ministerios laicales o unas tareas –aunque no sean unos ministerios instituidos–, porque pregonar la Palabra, dar catequesis, anunciar el Reino, son ministerios.

No tenéis el ministerio ordenado sacerdotal, que espero un día lo tengáis, –en breve lo van a tener los tres diáconos–. Pero en el sentido amplio de la palabra, Pablo no dio nunca a nadie motivo de escándalo de su ministerio y de su servicio al Evangelio.

No podemos decir nosotros, al menos un servidor, lo mismo. Por eso, pedimos al Señor que nos ayude a que podamos decir estas palabras de Pablo. No juguemos con la vocación y no juguemos con el ministerio.

3.- Ser ministros de Dios.

Pablo nos enseña a ser ministros de Dios en las pruebas, porque él ha sufrido «golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer» (2 Co 6,5).

También en la docilidad al Espíritu: «procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda» (2 Co 6, 6-7).

Y, en tercer lugar, en las vicisitudes, que no necesariamente son pruebas, sino «a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Co 6, 8-10).

Resumiendo: Pablo nos recomienda ser buenos ministros de Dios en las pruebas, en la docilidad al Espíritu y en cualquier actividad humana.

Le pedimos al Señor que nos ayuda a vivir esta Palabra.

4.- Final de curso.

Damos gracias a Dios en este final de curso. También damos gracias a la Diócesis, a los superiores y formadores, a nuestros familiares y a todos aquellos que os están ayudando, y os han ayudado concretamente este año, a vivir la fe y a formaros mejor.

Le pedimos a la Virgen que nos ayude y que nos ampare con su maternal solicitud. Que así sea.

 

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