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Parroquia de Nuestra Señora de las Flores (Málaga)

Publicado: 07/06/2013: 394

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la parroquia de Nuestra Señora de las Flores (Málaga) el 7 de junio de 2013.

PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS FLORES

(Málaga, 7 junio 2013)

 

Lecturas: Ez 34,11-16; Sal 22,1-6; Rm 5,5b-11; Lc 15,3-7.

(Sagrado Corazón de Jesús)

1.- Estamos celebrando esta Eucaristía en esta querida parroquia de NªSª de las Flores, en la Solemnidad del Sagrado Corazón.

Jesús se nos presenta como el Buen Pastor. El Buen Pastor que nos conoce, que nos ama (cf. Ez 34,12-13). Y como Buen Pastor conoce a sus ovejas, y si alguna se descarría va detrás de ella a recogerla, si alguna queda herida le cura para que cicatrice la herida (cf. Ez 34,16). También le lleva a pastos buenos, verdes, sabrosos (cf. Ez 34,14-15).

El Señor nos cuida con el Espíritu, nos alimenta con su Palabra –la Palabra de Dios es alimento para nosotros–, nos alimenta también con la Eucaristía, el pan de vida eterno, nos mima con su Providencia, nos provee de todo cuanto necesitamos para la vida.

Pero, a veces, nosotros somos un poco exigentes con Él. Nos cuesta ponernos en sus manos, nos cuesta fiarnos de Él. Él sabe mejor que nadie que es lo que más necesitamos. Él sabe, y en su Providencia, lo que nos conviene. Pero cuando nuestros deseos y nuestra voluntad no concuerdan con lo que estamos viviendo, nos ponemos rebeldes, en contra y le pedimos explicaciones a Dios de por qué nos envía a nosotros cosas que no queremos o no entendemos; ya sea una enfermedad, una situación complicada, un problema… Algunas cosas menos importantes y otras son más graves.

2.- Nos falta fiarnos un poco más del Señor. En uno de los momentos en los que le preguntan, Jesús responde: «¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?» (Lc 11, 11-13).

Hemos de fiarnos un poco más del corazón de Cristo que nos ama más que nosotros mismos, más que nadie. Y ponernos en sus manos es fiarnos de Él, aceptar la voluntad del Señor, seguirle fielmente en lo que Él nos pida. Esto fue lo que hizo la Virgen María, obedecerle; escuchar su Palabra y seguir las directrices de esa Palabra.

La solicitud del pastor por sus ovejas, que sabe lo que les hace falta, no abusa de las ovejas, no abusa quitándole la lana o matándola; el buen pastor las cuida. El Señor no quiere maltratarnos y no nos maltrata. El Señor nos cuida y nos quiere. Y también pide por parte nuestra una respuesta. Si ese corazón traspasado que muere en la cruz por nosotros, ¿cómo va a tratarnos mal? ¡No puede tratarnos mal!

Otra cosa es que nuestra condición de ser humano nos haga tener sueño, hambre, sufrir enfermedades y que pasemos por la muerte temporal. Pero pretender que uno no pueda tener dolor, ningún sufrimiento, no pasar enfermedad y no pasar por la muerte, eso es utópico, eso no es real. Cuando uno viene a este mundo sabe con certeza que aquí no se va a quedar. ¿Que nos gustaría quedarnos más tiempo? Pues depende de la voluntad de Dios. A lo mejor el pasar ciertas pruebas es para purificar nuestro amor por Dios.

3.- El Corazón de Jesús, que hoy celebramos su solemnidad, nos ama infinitamente, más que nadie. Por tanto, podemos fiarnos de Él.

Del Corazón de Jesús, traspasado por la lanza en el costado, «mana –dice el evangelista que lo vio– sangre y agua» (Jn 19,34). Los Padres de la Iglesia explican diciendo que de ese corazón traspasado nace la Iglesia. La Iglesia, agua y sangre: agua referido al bautismo, por el bautismo entramos en la Iglesia y somos hechos hijos de Dios; y la sangre va referido al sacramento de la Eucaristía de la que nos alimentamos con su cuerpo.

De ese corazón traspasado ha nacido la Iglesia de la que nosotros somos miembros. Hablamos habitualmente refiriéndonos al templo y decimos iglesia. A esto le llamamos iglesia, pero esto es un templo material. Nosotros somos templos espirituales, templos del Espíritu. El Señor nos regaló su Espíritu para transformar su corazón, para hacernos semejantes a Él, para que la imagen que se nos regaló en el bautismo la mantengamos limpia y para que el Espíritu habite dentro de nosotros, el Espíritu con sus dones, su gracia, su luz.

4.- La parroquia ha renovado el templo material. ¿Cuándo había más luz en el templo: antes de la reforma o después? (Respuesta de los feligreses: después). Después, con mucha diferencia. Eso debe ser el ejemplo del templo espiritual que somos nosotros. ¿Cuándo hay más luz en nuestro corazón: cuando dejamos que la Palabra de Dios nos ilumine o cuando nos cerramos a la Palabra de Dios? Hay más luz cuando la Palabra penetra. Hay más luz cuando el Espíritu viene a nosotros, hay más luz cuando su luz, la luz del Cirio Pascual que representa a Cristo resucitado, ilumina nuestro camino.

Quiero invitaros, con motivo de esta reforma material de la parroquia, a que hagáis una reforma del templo espiritual. A ver quién es capaz de abrir ventanas para que entre la luz. Abrid, ensanchad el corazón. Jesús lo abrió para que cupiésemos dentro de Él.

El Señor nos invita esta tarde, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, a ensanchad nuestro corazón y permitid que Él y su Espíritu entren. Que su luz penetre dentro de nosotros, que se vayan las tinieblas, los rincones, los egoísmos, las sombras, esas cosas que manchan nuestra conciencia y nuestro corazón, y que permitamos que nos llene de su paz, de su amor y de su luz.

Seguramente es más difícil poner luz en el templo espiritual que poner luz en el templo material; aunque sea difícil y costoso, me atrevería a decir que es más costoso poner luz dentro de nosotros. Pero como para Dios no hay nada imposible se lo vamos a pedir: que nos transforme por dentro, que nos cambie, que nos llene de su presencia serena que da paz, que perdona, que es misericordiosa. Y con eso, si estamos llenos e iluminados, seremos capaces de ser mejores testigos fuera, en la familia, en el trabajo, en cualquier lugar donde nos encontremos.

5.- Hoy nuestra sociedad necesita buenos testigos, santos testigos. Estamos celebrando el Año de la Fe y nuestra fe tiene que quedar también purificada. Tiene que tomar más raíces para dar frutos. Es el mismo reto: purificar nuestra fe es llenarnos de luz.

A veces tenemos una imagen de Dios que no siempre coincide con la verdad de lo que es Dios. Nos hacemos la idea de un Dios a nuestra medida. Pero, ese Dios que hacemos a nuestra medida no corresponde con la verdad y la imagen de quien es Dios y Cristo: Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios-Espíritu.

Tenemos un Dios que son tres personas y lo meditamos poco. Sin embargo, son el mejor ejemplo para nosotros de cómo comportarnos con los demás. Tres personas que se aman infinitamente, que se respetan totalmente y que cada una hace la acción que tiene que hacer en comunión plena con las demás.

Si nosotros en la familia de casa, en la familia parroquial, en la familia social, en la familia humana nos tratáramos entre nosotros como se tratan las tres personas de la Trinidad esto sería el cielo, y a veces, convertimos esto en el infierno en la tierra.

Ser cristiano, ser creyente tiene una dimensión preciosa porque es vivir el ejemplo de la Trinidad en nuestras vidas, porque es vivir el ejemplo de Cristo en ese corazón traspasado por amor en nuestras vidas.

6.- ¡Cuántas veces nos cuesta perdonar! Habréis oído muchas veces esa famosa frase de: “yo perdono, pero no olvido”. El que dice yo perdono, pero no olvido, ese no perdona. El que no olvida, no perdona. Porque Dios cuando le pedimos perdón, su perdón es olvidarse, se olvida de nuestros pecados, los borra, como si no hubieran existido. Sin embargo, nosotros retenemos con rencor. Eso no es perdonar.

Tenemos el mejor ejemplo de perdón, de amor y de misericordia. Vamos a pedirle a que nos ayude a asemejarnos un poquito más a Él.

Le pedimos a la Virgen, bajo la advocación de NªSª de las Flores, titular de la parroquia, una advocación muy hermosa, muy primaveral, muy bonita, de mucho colorido, tenéis el título de una Virgen preciosa, de color, de sensibilidad, de maternidad, de dulzura, de tantas cosas. Pues, le pedimos la Virgen NªSª de las Flores que nos ayude a vivir como Ella vivió, aceptando a Cristo en nuestra vida, dejando que el Espíritu nos llene, como la llenó a Ella, aunque nunca será igual, que nos ilumine con su luz y que a semejanza de esta nueva luz del templo renovado nosotros también nos llenemos y seamos testigos de la misma. Que así sea.

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