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Confirmaciones en la parroquia de San Antonio de Padua (Frigiliana)

Publicado: 16/02/2014: 399

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de las confirmaciones en la parroquia de San Antonio de Padua en Frigiliana, Málaga el 16 de febrero de 2014.

CONFIRMACIONES

EN LA PARROQUIA DE SAN ANTONIO DE PADUA

(Frigiliana, 16 febrero 2014)

Lecturas: Eclo 15, 16-20; Sal 118; 1 Co 2, 6-10; Mt 5, 17-37.

(Domingo Ordinario VI- Ciclo A)

1.- Libertad del hombre

Hemos escuchado en el Libro del Eclesiástico que al hombre se le da la libertad para realizarse, elegir y conducir su vida. Y nos pone este ejemplo: «Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras» (Eclo 15,16). De este modo simboliza con el fuego la vida, con el agua la muerte. El agua puede servir como signo de vida, y de hecho el bautismo es símbolo de vida; pero también en el agua se anegan los seres humanos, los seres animados. El diluvio fue signo de muerte.

                Tenemos delante de nosotros -gracias a la libertad del hombre-, la posibilidad de elegir lo bueno. «Ante los hombres está la vida y la muerte, y a cada uno se le dará lo que prefiera» (Eclo 15,17).

En la monición de entrada se nos ha hablado de la búsqueda de la felicidad. ¿Quién de vosotros no va en busca de la felicidad? Levantad la mano los que buscáis la felicidad. ¡Todos!

Ahora bien, ¿dónde está la felicidad? ¿Dónde nos dicen que está? ¿Dónde nos proponen que está?, ¿haciendo lo que nos estimula? ¿Dónde está la felicidad? Todos vamos detrás de la felicidad, pero no todos aciertan donde está. Algunos piensan que está en hacer cosas; otros en tener y poseer cosas; otros en gozar de lo que sea. Pero resulta que cuando uno hace, cuando uno tiene, cuando uno goza, después uno se siente más hastiado que antes. Y todo eso no le produce la felicidad que llena el corazón. Puede gozar unos momentos de gloria, en el poder; puede gozar unos momentos de gozo placentero; puede gozar algún tiempo en alguna cosa, pero todo eso no llega y colma el corazón.

¿Quién nos indica dónde está la felicidad auténtica? Jesús. La felicidad auténtica, la libertad auténtica, no la que nos cuentan; pues nos cuentan muchas mentiras y nos engañan para que caigamos en las redes que les interesa a los que nos proponen esa forma y estilo de vida. Ellos engordan con nosotros. Hay que ser muy críticos, no para quedarnos ahí, sino porque tenemos una gran luz. Una luz superior a todas las velas que apenas alumbran. ¿Quién pudiendo encender la luz eléctrica se alumbra solo con velas? Tenemos una luz que se nos regaló en el bautismo y que nos ayuda a discernir dónde está el bien y dónde no está; qué es bueno y qué no lo es; qué es virtud y qué es pecado; qué es felicidad auténtica y qué es engaño.

Esto lo podemos discernir a la luz de Cristo. Si preguntamos a Jesús: ¿qué es mejor: esto o esto otro?; ¿qué es bueno: esto respecto a aquello? Lo podemos descubrir. Y además lo podemos descubrir por el Espíritu de Jesús que está nosotros. Los que vais a participar del sacramento de la confirmación recibisteis la luz del Espíritu en el bautismo, y ahora se os va a dar el Espíritu en mayor plenitud, que os ayudará a descubrir y discernir mejor dónde están las cosas verdaderas y dónde lo falso y caduco; por dónde hay que caminar y qué sendas hay que abandonar.

                Hemos recitado en el Salmo 118: «Dichoso el que camina en la voluntad del Señor». Seguir la voluntad del Señor es un gran indicador, es luz para el camino, es señal de que vamos por buena senda. Los diez mandamientos no son diez losas pesadas, no son diez normas negativas que me hunden, son el “deca-logos”; es decir, diez palabras de vida que si las sigo me darán vida y me darán felicidad; aunque me digan que eso está atrasado, que no tiene sentido hoy, que me quita la libertad. ¡Qué nos demuestren que tienen mayor libertad y más felicidad que nosotros!

2.- Sabiduría de Dios y sabiduría del mundo

La carta a los Corintios de Pablo habla de sabiduría: «Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer» (1 Co 2,6). Luego hay dos tipos de sabiduría: la de este mundo y sus potentes y poderosos señores; y la sabiduría de Dios que hoy se os regalará gratis.

                Decidme cuántos y cuáles son los dones del Espíritu Santo que vais a recibir esta tarde. (Respuesta de un confirmando: son siete dones). Bien, son siete. Decidme algunos de ellos. (Respuesta de un confirmando: el don de la sabiduría). El primer don que se os va regalar esta tarde es el don de la sabiduría. A ver, otro don. (Respuesta de un confirmando: el don de la fortaleza). Los dones del Espíritu: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. 

Dones y virtudes. Dones del Espíritu y carismas que se os van a regalar hoy. Que vais a tener dentro, para saber cómo actuar. Vamos a pedirle al Señor que os conceda la sabiduría de Dios, la del Espíritu y que os ayude a saber descubrir qué es lo mejor para vosotros.

3.- Se dijo a los antiguos, pero yo os digo.

En el Evangelio se nos muestra que el Señor tenía unos grupos de interlocutores que estaban en su contra, concretamente los fariseos y los saduceos.

                Los fariseos eran unos leguleyos que pedían que se cumpliera la ley, pero la ley que ellos habían puesto. En parte era la ley que les había dado Moisés, pero ellos habían cargado la ley con muchos preceptos. Entonces Jesús ante esa actitud de los fariseos de exigir un cumplimiento estricto, leguleyo, jurídico, pero sin vida, propone otro estilo.

                Y Jesús presenta unas antítesis: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar por la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «necio», merece la condena de la gehenna del fuego» (Mt 5, 21-22).

                En ocasiones escucho a personas que dicen: "Yo ni robo, ni mato". Eso lo hacen también muchos que no son creyentes, muchos ateos y de otras religiones, pero eso no lo es todo, porque a veces se mata con las palabras, se mata la fama del otro, se mata el honor del otro, se mata la dignidad del otro.

                El Señor siempre pide más, nos pide un comportamiento mucho mejor que la simple ley.

                Las leyes civiles vigentes en España pueden hasta permitir matar, de hecho, algunas leyes permiten matar sin penalizar a nadie. Ahora el gobierno de Bélgica ha aprobado la posibilidad de matar a un niño porque está enfermo. Estas leyes no nos sirven.

                Jesús nos pide más. Jesús nos dice que respetemos la vida humana donde esté, en la situación en la que se encuentre: sea débil, enferma, no nacida, en el vientre materno o anciana. Hay que respetar la vida en todas sus fases y momentos.

                Otro ejemplo. Dice Jesús sobre la ley: «Habéis oído que se dijo: "No cometerás adulterio"» (Mt 5,27). Pero Jesús pide más. Pide que respetemos a la persona, y no sólo con actos, sino también con pensamientos y actitudes. Respétala, no abuses de nadie, ni siquiera en tus pensamientos.

4.- Los confirmandos

Queridos confirmandos, este sacramento que recibís os va a dar fuerzas para vivir con este estilo de Jesús, que no es el que circula por la calle, que no es el que está en nuestra sociedad. La sociedad está muy lejos de todas estas invitaciones que el Señor nos hace.

                Y así va contrastando Jesús la ley, con el mensaje que Él nos propone.

Y pongo un tercer ejemplo, el del juramento. «También habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus juramentos al Señor". Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios» (Mt 5,33-34); «Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno» (Mt 5,37). Jesús nos invita a ser personas de palabra y cumplir lo que prometemos. No hace falta jurar ni poner a Dios por testigo. Y menos aún, ser per-jurios, declarar ante Dios y decir mentiras porque van a mi favor. Eso no lo quiere el Señor, y de esto en nuestra sociedad vamos bien despachados.

Que os sirvan estos tres ejemplos, aunque haya más.

Jesús nos invita a una plenitud de vida, a vivir con mayor plenitud, con mayor felicidad, con mayor libertad, con mayor verdad. A eso estamos todos invitados y para que podamos vivirlo el mismo Jesús nos da el don de su Espíritu, y de un modo especial hoy a los confirmandos.

Jesús es la plenitud de la ley, Él es la felicidad plena, Él es la luz. ¿Queréis seguir y ser discípulos de este Jesús o queréis seguir lo que la sociedad nos indica para en lugar de beber en un manantial de agua fresca, que es Jesús -como el caso de la Samaritana-, beber en esas charchas a veces putrefactas que nos presenta la sociedad? A ver, ¿qué preferís: manantial o charchas? (Respuesta de los feligreses: ¡manantial!). Que sea así, así encontraréis la felicidad verdadera.

                Vamos a pedirle a la Virgen, la que vivió como discípula fiel de Jesús, además de ser su madre fisiológica, vamos a pedirle que, ella que fue la fiel discípula que llenó su corazón con el amor de su Hijo, nos ayude a llenar el nuestro con la alegría de su amor.

                Que Ella llene nuestro corazón, el de cada uno de nosotros, y nos anime a seguir en esta forma de vida que es mucho mejor que la que nos ofrece la sociedad. Que así sea.

 

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