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Encuentro del Presbiterio y el Seminario (Casa Diocesana-Málaga)

Publicado: 23/01/2014: 512

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo del encuentro del Presbiterio y el Seminario en la Casa Diocesana en Málaga el 23 de enero de 2014.

 

ENCUENTRO SEMINARIO – PRESBITERIO

(Seminario-Málaga, 23 enero 2014)

Lectura: Gal 5,13-14.

1.- El Señor nos convoca en esta oración de “Hora Tertia” con motivo de la jornada sacerdotal, sobre todo, para darle gracias por nuestro sacerdocio y pedirle, que nos haga santos. Que a los que nos ha llamado a participar de su sacerdocio, nos conceda ejercerlo con amor, con fidelidad, con libertad, como nos ha dicho el texto que acabamos de leer de Pablo a los Gálatas: «vuestra vocación es la libertad» (Gal 5,13). Nuestra vocación es la libertad, la libertad de los hijos de Dios.

El Seminario tiene por titulares a los dos santos que tenemos en las paredes de esta capilla, a Tomás y a Sebastián; dos hombres libres cada uno en su estilo y momento.

Santo Tomás, con su fe e inteligencia, intentó penetrar en el misterio de Dios y trató de explicarlo; cosa que hizo con una gran libertad de espíritu y con pocas preconcepciones, para que el Misterio se manifieste como es. Esta es la primera lección del santo, por la que pedimos al Señor que nos ayude a acercarnos al misterio, a Él, a las Escrituras, a la liturgia, para hacer que resalte: la verdad de la Palabra y la celebración del Misterio, sin manipularlos, ya que somos servidores de la Palabra y ministros de la liturgia. Y el servidor o ministro no es el dueño. Por ello, es importante en el ejercicio de nuestro ministerio tener claro esta actitud: servimos a la Palabra, celebramos el Misterio tal y como la Iglesia nos lo pide.

Sebastián fue asaeteado, las flechas le atravesaron y dejaron sin vida. Hoy tenemos otras saetas y otras flechas que atraviesan a los testigos de la fe, a los cristianos, a los sacerdotes. No hay un ambiente de acogida para el cristiano de hoy, no hay un ambiente de acogida para la Iglesia. Está siendo asaeteada desde muchas partes, desde la política y desde los medios de comunicación, sobre todo.

2.- Hoy es una buena ocasión para pedirle al Señor que nos de fuerzas, que nos otorgue la valentía de vivir la fe en estos tiempos. Tal vez no nos lleven a la arena, al circo para ser quemados, decapitados o asaeteados; pero sí hay un testimonio que tenemos que dar, aunque nos cueste, a veces, y resulte difícil y duro.

No quiero poner ejemplos, ya que todos tenemos en la mente casos recientes, incluso de cada día. Cuando la mentalidad de la sociedad no concuerda con la doctrina de la Iglesia, ¡pobre de aquel cristiano, ya sea laico, religioso, sacerdote, obispo o cardenal, que diga lo que ha recibido del Señor, porque lo asaetean! Por eso, necesitamos que el Señor nos de su fuerza, ya que con la propia fuerza no vamos a vencer, no vamos a ganar ninguna batalla, pero con el don del Espíritu sí.

3.- Ayer, en las lecturas de san Vicente Mártir se nos presentaba su actitud, por la que nos preguntábamos, ¿cómo era posible que de un cuerpo así saliese tanta fuerza? No parecía posible que hablara con aquella paz y serenidad, en mitad de los tormentos que estaba sufriendo. Sin embargo, así era, porque la fuerza le venía de Dios.

Pedimos al Señor que nos ayude a vivir con esa libertad de los hijos de Dios, a profundizar cada día más en las fuentes de nuestra tarea: en la Sagrada Escritura, en la persona de Cristo –a nivel de vinculación personal, de amor, de oración–, en la teología, en la doctrina de la Iglesia, esto se lo pedimos a santo Tomás. Y le pedimos a san Sebastián que interceda por nosotros en esta lucha que nos toca vivir.

4.- Por lo que también agradecemos, en este encuentro Seminario-Presbiterio, a las personas, los sacerdotes que el Señor ha regalado a nuestra diócesis, a todos vosotros que estáis formando el presbiterio de Málaga y que trabajáis y colaboráis implantando el Reino de Dios aquí, y a los que vienen detrás, a las generaciones nuevas que van entrando en el Presbiterio. Este próximo sábado incorporaremos otro nuevo miembro al presbiterio como diácono, a Juan Carlos, que está aquí presente y que recibirá la ordenación diaconal en la parroquia de los Santos Mártires, en la ciudad.

Rezamos por las vocaciones, que el Señor nos conceda santas, buenas y abundantes. Al menos, las que necesita nuestra Iglesia. Que todos seamos promotores de esa pastoral vocacional con nuestro ejemplo, con el ejercicio de nuestro ministerio. Pues donde hay curas que viven el sacerdocio con alegría, salen vocaciones. Donde hay sacerdotes que se preocupan de dirigir espiritualmente, de sentarse en el confesionario, de acompañar, de discernir, salen vocaciones. Y en esta diócesis, bien sabéis, que estamos muy necesitados de santos sacerdotes. No que los que estén no sean santos, sino que necesitamos más sacerdotes santos.

5.- Con estas reflexiones y con estas intenciones, damos gracias primeramente a Dios -como hemos dicho al principio- por nuestra vocación, por la llamada al ministerio, por todos los dones que nos ha regalado a todos y cada uno de nosotros. Y le pedimos que nos mantenga en este servicio y que nos regale nuevas vocaciones para el sacerdocio, la vida religiosa y los consagrados al servicio de la Iglesia, en todos los campos.

Que la Virgen Santísima, Ella, la verdadera orante y creyente, la humilde sierva que nunca se tuvo por dueña, nos ayude a nosotros que somos siervos, esclavos en la libertad, pero esclavos o siervos del Señor.

Que Ella, pues, nos acompañe en esta ilusionante tarea, en este, a veces, desbordante trabajo y que interceda por nosotros ante el Señor, cuidando de sus hijos sacerdotes y seminaristas. Que así sea.

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