DiócesisHomilías

Visita pastoral a la parroquia del Espíritu Santo (Ronda)

Publicado: 23/05/2013: 562

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Visita pastoral a la parroquia del Espíritu Santo celebrada en Ronda el 23 de mayo de 2013.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DEL ESPÍRITU SANTO

(Ronda, 23 mayo 2013)

 

Lecturas: Hb 10, 12-23; Sal 39; Lc 22, 14-20.

(Fiesta de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote)

1.- Cristo, Sumo Sacerdote, que ha ofrecido el único sacrificio.

Hoy celebra la Iglesia la Fiesta de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. Las lecturas que hemos escuchado han sido para reflexionar sobre esta maravilla que Cristo ha hecho de su vida como oblación al Señor por cada uno de nosotros.

Cristo, Sumo Sacerdote, se ha ofrecido a sí mismo como único sacrificio. Los sacerdotes de la antigua alianza ofrecían sacrificios de animales con derramamientos de sangre; eran unos sacrificios cruentos.

Cristo no ofrece animales, no ofrece algo externo a Él. Cristo se ofrece a sí mismo como oblación de obediencia a Dios. Dios Padre le pide el sacrificio y Cristo obedece, y se ofrece a sí mismo como sacrificio expiatorio por todos nosotros. Él hace de puente; por eso es llamado el Pontífice o Sumo Sacerdote, porque la humanidad, separada de Dios, no podía llegar a Él. Es como vadear un río infranqueable, la humanidad estaba en una parte del río. Hacía falta un puente que uniera la humanidad con Dios; y ese puente lo hace Jesucristo. Él es el puente. No es que construya un puente, sino que Él, Dios-hombre, puentea para permitir que la humanidad vuelva a reconciliarse con Dios.

Esta es la grandeza de la fiesta que hoy celebramos.

En vez de ofrecer muchos sacrificios, como hacían los sacerdotes de la antigua alianza, porque los sacrificios no salvaban, eran rituales que ayudaban a la piedad, pero no eran sacrificios que perdonaban los pecados, Cristo, sin embargo, «con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados» (Hb 10,14). Cristo se ofrece una vez en toda la vida y para siempre, y con ese único sacrificio nos salva a todos. Ese es el motivo de acción de gracias a Dios.

2.- Alianza de amor, sellada con su sangre

Las Hermandades de Pasión, fundamentalmente, celebráis la ofrenda de Cristo en la cruz. Él ha hecho una Alianza nueva, una Alianza de amor entre Dios y los hombres y la sella con su sangre.

El pueblo de Israel había hecho bastantes alianzas: Dios había hecho alianza con Noé, y el arcoíris fue el signo de esa alianza; con Moisés, y las tablas de la Ley son signo de la misma; con Jacob; con Israel, y la circuncisión fue signo de la misma. Pero esas alianzas fueron rompiéndose, el hombre las rompía, el hombre no era fiel a esas alianzas.

De este modo, llega Jesucristo, que era un verdadero hombre, y cumple la alianza. Por tanto, en Él se hace una Alianza nueva, eterna, definitiva. A partir de entonces, la humanidad en Él representada, sí que ofrece la obediencia hacia Dios Padre.

Él nos invita a una alianza de amor, una Alianza que no tiene fin. La alianza que lleváis los casados es un signo de ese amor de Dios, en forma circular porque no acaba ni empieza; es un amor infinito, el de Dios hacia nosotros.

3.- Nuevo camino inaugurado por Cristo

Desde esta Alianza nueva, Cristo inaugura un nuevo camino, porque Él es el camino. Él no ofrece una víctima, se ofrece Él. Él no construye un puente, el puente es Él, con su humanidad y divinidad. Él no indica un camino, el camino es Él.

Esa es la gran diferencia con las otras religiones y formas de piedad. Un hombre que inventa una religión, sea quien sea, llámese Mahoma, llámese como se llame, no deja de ser un hombre que inventa un camino; pero en la religión cristiana ningún hombre inventa la religión; Cristo es la respuesta de la humanidad en obediencia al Padre y Cristo es el Hijo de Dios que se hace hombre. Cristo es el camino que hay que caminar, el puente que hay que cruzar, el sacrificio que hay que ofrecer a Dios Padre para obtener la salvación. Esa es la gran diferencia. No todas las religiones, como algunos pretenden decirnos, valen lo mismo, en absoluto.

Dice el texto de la carta a los Hebreos: «contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne» (Hb 10,20). El Señor, en esta fiesta de Cristo Sacerdote, nos invita a que vivamos el sacerdocio de Cristo del que Él es sacerdote y víctima a la vez, sacerdote porque ofrece y víctima porque se auto-ofrece, se auto-inmola

4.- Imitar a Jesucristo: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad” (Sal 40,8).

Las consecuencias de esta religiosidad y de esta verdad de la fe nos piden que nosotros nos incorporemos a este sacrificio. Si Cristo por amor a nosotros ha dado su vida, está exigiendo de nosotros que demos la nuestra. Si Cristo se ha ofrecido en la cruz, está pidiendo de nosotros que participemos en el altar, que es la actualización del sacrificio de la cruz. Si Cristo es obediente al Padre, está exigiendo de nosotros que seamos obedientes al Padre con Él, que nos unamos a Él para obedecer al Padre. Y si Cristo es el único sacerdote, el único que hay en el mundo y en la historia de la humanidad, nos pide que nos unamos a ese sacerdocio.

Y, ¿cómo nos unimos? A través del bautismo. En el bautismo somos hechos sacerdotes de Dios, consagrados para Dios, testigos de la fe. Ese es el sacerdocio común.

Después está el sacerdocio ministerial, el de los llamados sacerdotes, que recibimos como sacramento, con la misión de representar a Jesucristo, representarlo como pastor y como sacerdote único. El sacerdote actúa en nombre y representación de Jesucristo. Como dice el texto de la Exhortación Apostólica del papa Juan Pablo II, Pastores dabo vois: “Los sacerdotes representamos a Cristo sacerdote” (cf. n. 16).

Cuando el sacerdote perdona los pecados no dice: “que Jesús te perdone”; sino que dice: “yo te perdono”, porque el sacerdote actúa en nombre de Jesús.

Y cuando en la Eucaristía el sacerdote celebra el misterio de la fe no dice: “tomad y comed, éste es el cuerpo de Cristo”; sino que dice: “tomad y comed, esto es mi cuerpo”, porque actúa Cristo en la Eucaristía.

Esta teología tan bella nos lleva a una respuesta de amor a quien ha dado su vida, a quien se ha ofrecido en la cruz, a quien ha sido obediente al Padre.

5.- Visita pastoral

En esta fiesta de Cristo sacerdote celebramos la Visita Pastoral a esta parroquia del Espíritu Santo en Ronda. Estamos invitados, por tanto, a vivir nuestra fe desde Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo. Así haremos cuando elevemos su cuerpo y su sangre: “Por Cristo, con Él y en Él, Dios Padre te damos gracias, te alabamos, te adoramos”. Ese debe ser el sentido de nuestra vida. Y esa es la esencia de nuestra fe.

Al visitar la parroquia del Espíritu Santo me viene a la mente la acción de vuestro titular en la Iglesia. ¿Quién hace posible que celebremos la Eucaristía? ¿Quién hace posible que bauticemos? ¿Quién hace posible el perdón de los pecados hoy? El Espíritu Santo.

Jesucristo cumplió su misión en Palestina hace dos mil años, murió en la cruz y resucitó. Ofreció una única vez el sacrifico de su vida, pero el Espíritu Santo actualiza todos los días en la historia de la humanidad aquel sacrificio único.

Al Espíritu Santo, que es el titular de esta parroquia, a veces algunos Santos Padres le llaman “el gran desconocido”. No sabemos mucho del Espíritu Santo. Creo que ni siquiera se le tiene mucha devoción. ¡No sé qué actos de piedad hacéis vosotros en la parroquia del Espíritu Santo! Pero tengo la impresión de que el Espíritu Santo está un poco relegado en la piedad popular; y, sin embargo, es el Espíritu Santo el que hace posible todo lo que hacemos en nuestra vida religiosa.

Mejor, es una acción de las tres personas: cuando perdona Dios, perdonan las tres personas; cuando salva Dios, salvan las tres personas; cuanto santifica Dios, santifican las tres personas.

Fijaros que providencia que la Visita Pastoral la estamos haciendo, precisamente, entre el domingo de Pentecostés, la fiesta del Espíritu, y el domingo de la Santísima Trinidad. El Señor nos proporciona esta fiesta y estos días de meditación para que pensemos en lo grande que es que nuestro Dios es un Dios trino, es un Dios de tres personas, un Dios único, sólo; pero de tres personas. Una comunidad perfecta.

El modelo mejor que pueda existir para una familia: Tres personas que se aman tanto que forman un solo Dios.

El modelo de toda comunidad parroquial. Os imagináis que, en la Asamblea que hemos tenido esta tarde con los distintos grupos y personas que formáis la comunidad, tanto de aquí como de Santa María, nosotros tomáramos como ejemplo a la Trinidad en nuestras relaciones, en las relaciones de la familia, en las de la familia parroquial, en las de la sociedad y en las de la humanidad.

¡Cómo cambiaría la sociedad si entre los seres humanos tuviéramos una relación similar, parecida a la que se da entre las tres personas de la Trinidad! Todo cambiaría. Un entendimiento de amor, una aceptación mutua, una donación al otro, una unidad de pensamiento, una unidad de acción, una perfección siempre en nuestras comunidades teniendo como modelo a la Trinidad.

6.- Modelados por el Espíritu Santo

Vamos a pedir al Espíritu Santo que nos siga transformando, que nos siga cambiando y moldeando, que nos haga según el modelo de Cristo que recibimos en el bautismo.

Ser cristiano es recibir el don del Espíritu en el bautismo y ser configurados a Cristo. Vamos a pedir al Espíritu que nos siga configurando según el modelo que tenemos en Jesucristo. Que nos siga transformando en Él hasta poder llegar a decir como dice san Pablo: «vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20). Es decir, “ya no soy yo quien vive, quien piensa, quien programa, quien habla, es Cristo quien vive en mí”. Llegar a decir eso es obra del Espíritu Santo.

Se lo pedimos también a Santa María, que fue dócil y permitió que el Espíritu obrara en Ella de modo perfecto, de modo plenamente santo, sin mancha de pecado.

Pedimos por intercesión de la Virgen María para que el Espíritu haga en nosotros un trabajo parecido; no podrá ser nunca igual al que hizo con la Virgen, porque no le dejamos, ¿Os parece? Pues que así sea.

 

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo