DiócesisHomilías

Encuentro Diocesano de Jóvenes (Ronda)

Publicado: 22/04/2012: 3325

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo del encuentro diocesano de jóvenes en Ronda el 22 de abril de 2012.

ENCUENTRO DIOCESANO DE JÓVENES

(Ronda, 22 abril 2012)

Lecturas: Hch 3, 13- 15.17-19; Sal 4; 1 Jn 2, 1-5; Lc 24, 35-48.

(Domingo Tercero de Pascua - B)

1.- Estamos celebrando el acto más importante de este Encuentro diocesano de jóvenes de nuestra querida diócesis de Málaga. Habéis trabajado, habéis caminado, habéis gozado. Ayer un buen grupo participó en la marcha y esta mañana en distintos talleres y actividades.

Nos reúne el Señor. El lema de la Jornada Mundial de la Juventud para el año 2012, que como sabéis se ha celebrado en Roma, se celebra en Roma en años alternos y fuera de Roma en los otros años, se refiere a la exhortación de san Pablo en su carta a los Filipenses: «¡Alegraos siempre en el Señor!» (4,4). El papa Benedicto XVI reafirma en su mensaje que “la alegría es un elemento central de la experiencia cristiana” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2012, Introducción, Vaticano, 15.03.2012). Un cristiano que no viva la alegría no vive en profundidad la fe cristiana.

2.- En el difícil contexto actual muchos jóvenes tienen una inmensa necesidad de sentir que el mensaje cristiano es un mensaje de alegría y esperanza, pero no lo ven. Existen muchas dificultades y preocupaciones que nos interrogan, a todos, jóvenes y adultos, sobre la posibilidad de la verdadera alegría.

Queridos jóvenes: ¿Es posible vivir alegres? ¿Es posible encontrar la felicidad? Muchos jóvenes se preguntan si es posible hoy vivir la alegría plena y duradera. Hay una búsqueda clara de la alegría, del gozo y de la felicidad. Pero en esta búsqueda caben varios caminos, acertados unos y equivocados otros. ¿Cómo podemos encontrar en la vida la verdadera alegría?

El lema de la Jornada decía: «¡Estad siempre alegres en el Señor!» (Flp 4,4). No es lo mismo estar alegres por simples motivaciones humanas que estar alegres en el Señor, y en el Señor resucitado.

3.- En este momento hay un rayo de sol que entra por la ventana oeste del templo y cruza toda la nave central. Si estuviéramos iluminados sólo por luz artificial, como está la capilla de la Iglesia, o por luz de los cirios, tendríamos una cierta luz, una luz ambiental. Si aquella ventana estuviera totalmente abierta y penetrara ese rayo de luz, que veis caer en oblicuo, fuera mucho más amplio, este templo se llenaría de una luz natural más fuerte.

                La luz natural sería un ejemplo de la luz que nos da la fe; y las bombillas y los cirios serían un ejemplo de la luz que nos da la inteligencia. Algunos quieren alcanzar la felicidad; pero, con la sola luz de su cabeza, no la alcanzan. En cambio, si nos dejamos iluminar por la luz de la fe, se puede alcanzar la alegría y la felicidad deseada.

4.- Podemos descubrir muchos motivos de alegría. A ver, ¿cuál es el primer regalo que el Señor nos da a cada uno? ¿Cuál es el primer don, el primer regalo que os ha dado? La vida (responden los jóvenes). Por tanto, primero, la alegría de vivir.

Después, nos ha regalado a nivel de naturaleza muchas cosas. La alegría de disfrutar de la naturaleza, la contemplación del arte, el trabajo bien realizado, la alegría de los sacramentos. Hoy, en este Tercer Domingo de Pascua la Iglesia nos ofrece la consideración de nuevo de ser perdonados por Dios, la alegría del perdón, de la misericordia de Dios. La alegría del bautismo, la alegría del amor.

Además de estos motivos hay también unos momentos de alegría, momentos en la vida personal, en la vida familiar, en la amistad, en el día de hoy, en este Encuentro diocesano, en el compartir, en el trabajo bien realizado, en el aprecio de las personas, en ser comprendidos, en ser útiles al prójimo. Hay muchos momentos.

5.- En este tiempo pascual podemos verificar que el encuentro de los discípulos con Jesús resucitado produce siempre una gran alegría interior (cf. Jn 20, 20). Jesús les dice: “También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar” (Jn 16, 22).

Cuando Jesús se aparecía resucitado a sus discípulos, en la casa del Cenáculo donde estaban encerrados, se llenaban de alegría. Ese es el lema: «¡Estad siempre alegres en el Señor!» (Flp 4,4), en quien nos puede dar realmente la felicidad que buscamos y la alegría que todos deseamos.

El papa Benedicto XVI decía a los jóvenes: “Queridos jóvenes, no tengáis miedo de arriesgar vuestra vida abriéndola a Jesucristo y su Evangelio; es el camino para tener la paz y la verdadera felicidad dentro de nosotros mismos, es el camino para la verdadera realización de nuestra existencia de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza. Buscar la alegría en el Señor: la alegría es fruto de la fe, es reconocer cada día su presencia, su amistad: «El Señor está cerca» (Flp 4,5); es volver a poner nuestra confianza en Él, es crecer en su conocimiento y en su amor” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2012, 3, Vaticano, 15.03.2012). Buscadle a Él y dejaos iluminar por Él.

6.- Siguiendo los objetivos prioritarios pastorales de nuestra Diócesis habéis realizado en este Encuentro, entre ayer y hoy, habéis dedicado a una dimensión importante de la Jornada: a la Palabra de Dios, a la lectura. Cabe decir, al aprendizaje del método de la Lectio divina, a considerar la importancia que pueda tener la Palabra de Dios en nuestra vida.

“Buscar al Señor, encontrarlo, significa también acoger su Palabra, que es alegría para el corazón. El profeta Jeremías escribe: «Si encontraba tus palabras, las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón» (Jr 15,16). Aprended a leer y meditar la Sagrada Escritura; allí encontraréis una respuesta a las preguntas más profundas sobre la verdad que anidan en vuestro corazón y vuestra mente. La Palabra de Dios hace que descubramos las maravillas que Dios ha obrado en la historia del hombre y que, llenos de alegría, proclamemos en alabanza y adoración” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2012, 3, Vaticano, 15.03.2012).

7.- Esta mañana habéis trabajado en diversos talleres, tres talleres sobre la alegría: la alegría de servir, la alegría de celebrar, la alegría de ser cristiano o de la fe.

                Hay un canto antiguo, clásico que decía “cantando la alegría de vivir”. A ver, cantamos todos: “¡Cantando la alegría de vivir, de vivir!” (Cantan los jóvenes). Bien, ahora sólo los chicos dicen: “¡Cantando la alegría de vivir!”. (Las chicas hacen el contrapunto) “¡De vivir!”. Ahora al revés, chicas la frase “¡Cantando la alegría de vivir, de vivir!”, y los chicos el contrapunto. ¡Vamos!

                Ahora cambiamos el texto: “¡Cantando la alegría de servir, de servir!”.

                Ahora “¡Cantando la alegría de la fe!” (Cantan los chicos).

                “¡Cantando la alegría de amar!”. (Cantan las chicas)

                “¡Cantando la alegría del perdón!” (Cantan los chicos)

                Ahora decidme diferentes formas de alegría: “Alegría de compartir” (Responde un joven). “¡Cantando la alegría de compartir!” (Cantan los chicos). “Compartir” (Hacen el contrapunto las chicas).

                “Cantando la alegría de la Palabra” (Responde otro joven). Ahora cantan de las chicas: “¡Cantando la alegría de la Palabra!”; y hacen el contrapunto los chicos: “¡La Palabra!”. ¡Muy bien, un aplauso a todos! (Aplausos).

8.- El papa Benedicto XVI nos invita a ser testigos y misioneros de la alegría: “Id a contar a los demás jóvenes vuestra alegría de haber encontrado aquel tesoro precioso, que es Jesús mismo. No podemos conservar para nosotros la alegría de la fe; para que ésta pueda permanecer en nosotros, tenemos que transmitirla. San Juan afirma: «Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros… Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo» (1Jn 1,3-4)” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2012, 7, Vaticano, 15.03.2012).

                Los apóstoles estaban atemorizados, porque eran perseguidos; pero fueron valientes y fueron testigos de la alegría del Resucitado. Cuando Jesús se les apareció les invitó y ellos después propagaban y decían cuando tenían que declarar ante el Sanedrín o ante sus paisanos, decían: nosotros somos testigos de esto. Sed testigos de la alegría. La alegría de ser testigo. Cantando la alegría de ser testigos. ¡Vamos!, cantamos chicos: “¡Cantando la alegría de ser testigos!”. “¡Ser testigos!”, cantan las chicas haciendo el contrapunto.

9.- ¡Muy bien! Ahora esto hay que llevarlo a la práctica. Vamos a recitar varias frases, sin cantar, todos juntos: “La alegría de vivir”, “la alegría de amar”; “la alegría de compartir”; “vivir la alegría de la Palabra”, “vivir la alegría del perdón”, “la alegría de vivir el testimonio” (Todos los jóvenes juntos recitan estas frases).

                Y ahora cada uno debe pensar en una de estas alegrías; la que cada uno quiera. Cuando yo baje el brazo diremos todos: “la alegría de…” Y cada uno dirá aquella alegría que más está dispuesto a vivir. ¿Ya la tenéis pensada? Uno, dos y tres: “La alegría de…” (Cada uno de los jóvenes completa la frase). ¡Esto es una hermosa sinfonía completa!

Pedimos en esta Eucaristía a la Virgen María que nos acompañe en el camino de la vida, siendo testigos de la alegría de estar junto al Señor. “Estad alegres en el Señor” (Flp 4,4). Ella supo cantar el gozo inmenso de su maternidad, acogiendo al Señor en su seno, como lo vemos en su canto de alabanza y alegría, el Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (Lc 1, 46-47).

María respondió con presteza y docilidad a la llamada de amor, que Dios le hizo, dedicando su vida de manera humilde y desinteresada. Ella es llamada «causa de nuestra alegría», porque nos ofreció la Alegría, a Jesús. Que la Virgen, Santa María de la Victoria, nuestra patrona, nos introduzca en la verdadera alegría, que nadie nos podrá quitar.

Terminamos esta reflexión cantando: “¡Cantando la alegría de vivir!” (Cantan los chicos). “¡De vivir!” (Hacen el contrapunto las chicas).

Ahora las chicas: “¡Cantando la alegría de servir!”. “¡De servir!” (Hacen el contrapunto los chicos).

Por último, los chicos: “¡Cantando la alegría de amar!”. “¡De amar!” (Hacen el contrapunto las chicas).

¡A vivir, a servir, a amar y a ser testigos! (Aplausos).

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo