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125 Aniversario de la Fundación del Colegio San José de la Montaña y confirmaciones de alumnos (Málaga)

Publicado: 19/03/2012: 3944

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo del 125 aniversario de la fundación del Colegio San José de la Montaña y confirmaciones de alumnos Málaga el 19 de marzo de 2012.

125 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN

DEL COLEGIO SAN JOSÉ DE LA MONTAÑA

Y CONFIRMACIONES DE ALUMNOS

(Málaga, 19 marzo 2012)

Lecturas: 2 Sm 7, 4-5.12.14.16; Sal 88; Rm 4, 13.16-18.22; Mt 1, 16.18-21.24.

1. Hoy es un gran día de fiesta para la Congregación y para este colegio de San José de la Montaña.

En las lecturas de hoy aparecen tres personajes. En la primera lectura, ¿cuál era el personaje principal? (Responden los alumnos: David). Cierto; en la lectura del profeta Samuel aparece David como protagonista.

David vivía en un buen palacio y pensó construir una casa firme para el Señor, cuyo templo era aún una tienda de campaña. Cuando expresó este deseo al profeta Natán, éste le animó para hacer el proyecto; pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán y le dijo que no sería él quien le edificaría una casa, sino su hijo (cf. 2 Sm 7, 5).

Dios le confirmaba el trono real a través de su descendencia: «Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente» (2 Sm 7, 16); incluso le confirmaba que se comportaría con su descendencia como un padre: «Yo seré para él padre y él será para mí hijo» (2 Sm 7, 14).

2. El otro personaje que aparece en la segunda lectura se llama Abrahán. Y, ¿qué le promete Dios a Abrahán? Le promete que tendrá una gran descendencia (cf. Rm 4, 18). En su vejez, cuando él y su esposa eran ancianos y todo parecía imposible el Señor hizo que su mujer Sara concibiera y tuviera un hijo (cf. Gn 21, 1-3).

Sin embargo, aunque Abrahán pone todas sus esperanzas en ese hijo único nacido en su vejez (cf. Gn 17, 15), Dios le pide que sacrifique a su hijo Isaac (cf. Gn 22, 2). Y él se pregunta cómo era posible que Dios, habiéndole regalado un hijo en la vejez, se lo quite y no se cumpla su promesa. Pero Abrahán se fía de Dios y éste cumple su promesa. Dios quería que Abrahán le ofreciera todo desde el corazón y le fuera obediente (cf. Gn 22, 12). Dios solo quería el sacrificio de su corazón, es decir, la obediencia; pero no la muerte del hijo.

La forma en que Dios llega a la vida de David o a la historia de Abrahán no es como ellos pensaban. Dios tiene su forma peculiar de hacer la historia.

3. Y, ¿cuál es el tercer personaje que aparece hoy en la figura del Evangelio? (Responden los alumnos: José). Hoy es la solemnidad de San José. Aprovecho para felicitar a todos los que os llamáis José o Josefa.

Los tres personajes de las lecturas de hoy: David, Abrahán y José tiene un denominador común que es la fe en Dios. Se fiaron de Dios los tres; por orden cronológico: primero Abrahán, luego David y por último José.

¿Qué pasó con José? Lo mismo que con los dos anteriores. José tenía sus proyectos, estaba desposado con la Virgen María –hoy diríamos que eran novios–; aún no vivían juntos, porque no se habían casado. Él pensaba fundar una familia y tener hijos. Y, ¿qué ocurrió? Que la Virgen quedó encinta sin que interviniera José; y según la costumbre de la época él pensó abandonarla.

Pero el ángel del Señor se le apareció a José y le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo». (Mt 1, 20).

José y María tenían sus planes y Dios les cambia los planes y hace que nazca Jesús de una manera que ni siquiera habían imaginado ninguno de los dos.

4. Vamos a sacar ahora una conclusión de estos tres personajes. Todos nosotros tenemos nuestros planes y pensamos realizarlos. Hay quien quiere ser ingeniero, otro médico, otros piensan en casarse y tener muchos hijos; cada uno tiene sus proyectos. Pero, ¿qué ocurre? Que, si nos fiamos del Señor, Él nos lleva de su mano, tal vez de una forma distinta a como pensamos nosotros. Es posible que al inicio nos rebelemos, porque las cosas no salen como queremos.

A José no le salió el plan como él pensaba y a María tampoco. Sin embargo, hacen un acto de fe y se fían de Dios aceptando lo que les propone. Al final salieron ganando.

Es posible que cada uno de vosotros tengáis un proyecto de vida y después el Señor os proponga otro proyecto. Si así ocurriera os digo lo mismo que el ángel a José. Es decir, no tengáis miedo de decir sí al Señor (cf. Mt 1, 20), no os arrepentiréis; es preferible que os fieis de Dios, que pongáis vuestras vidas en sus manos como lo hizo José.

José fue el gran custodio del inmenso tesoro que era tener al Hijo de Dios entre sus brazos. Podéis ser llamados a una gran misión, pero para ello tenéis que estar dispuestos a renunciar a vuestros proyectos personales.

Esta idea vale para todos. Vale para las religiosas; cada una se puede hacer su proyecto. Vale para los jóvenes, que tenéis vuestros proyectos y quizás el Señor no quiere que se realicen como vosotros pensáis. El Señor en muchas ocasiones da la vuelta a nuestros planes y al final se realiza el plan que Él desea; y siempre resulta ser el mejor plan para nosotros.

Pongamos, por tanto, como hicieron San José, Abrahán y David, nuestro corazón, nuestra vida y nuestros planes en manos del Señor. Él sabe dirigir nuestros planes y lo que tenemos que hacer.

5. Hoy celebramos el 125 Aniversario del Colegio. Y, ¿125 años son muchos o pocos? (Respuesta de los alumnos: ¡Muchos!). La Congregación de San José de la Montaña, viviendo aún la fundadora, la Madre Petra –cuya historia ya conocéis por ser alumnos de este Centro–, vino hace 128 años a Málaga, en el año 1884, y se estableció en la zona del barrio de Huelin, que estaba muy diferente a como está en la actualidad. Era un conjunto de chabolas, donde vivía gente muy humilde y pescadores muy pobres. A esa zona fueron las hermanas junto a la fundadora, la Madre Petra, nacida en Valle de Abdalajís, a trabajar con los niños y niñas que vivían allí para educarles, enseñarles a leer y escribir, para formarles cristianamente.

El Obispo de Málaga de entonces, el beato Marcelo Spínola, animó a Madre Petra a que se trasladaran a esta zona, donde ahora está ubicado el colegio; y para ello le donó un terreno que era propiedad de la diócesis. Y aquí, hace 125 años se construyó este colegio, dedicado a la educación.

Esta zona, llamada del barrio de Martiricos, tampoco está como hace 128 años. La situación de entonces era muy pobre y precaria: no tenían mobiliario, no tenían mesas, no tenían sillas. Las Hermanas entraron en una casa muy grande y destartalada, que carecía de todo. Vivían con muchísima pobreza.

6. Como hemos visto en las lecturas de hoy, los planes que las hermanas tenían cuando llegaron a Málaga eran unos. Se fueron a una zona de Málaga, a Huelin, pensando que iban a estar allí indefinidamente. Sin embargo, a los pocos años el Obispo les ofreció trasladarse a esta zona. No estaba en sus planes este cambio: pero se fiaron de Dios, confiaron en el Obispo de entonces y fue mucho mejor el trasladarse aquí. Seguramente muchos de vosotros si este colegio estuviera en la zona de Huelin no estaríais aquí.

Viniendo con D. José, el diácono, que hoy celebra también su santo, le comentaba las paradojas de la vida. Hace 125 años muy poca gente se preocupaba de formar a las niñas y a los niños; ni el ayuntamiento, ni el gobierno central de la época. Había un gran analfabetismo en Málaga, una miseria y una pobreza enorme. Y vinieron unas mujeres de fuera de Málaga a educar a las niñas –en aquella época sólo trabajan con niñas–. Han estado en Málaga 125 años educando, pasando momentos de mucha pobreza, sin ayuda de ningún tipo.

Quiero reivindicar una paradoja en este 125 aniversario del colegio: los que mandaban entonces no se preocupaban de educar a los niños y niñas, teniendo que venir una Congregación religiosa para educar gratuitamente. Y 125 años después, en el año 2012, la administración estatal, el gobierno, no facilita las cosas a las hermanas, sino que les pone trabas y obstáculos; tampoco les ofrece la misma subvención que da a otros colegios estatales. Esto es así y hemos de decirlo claramente: esto es una injusticia; porque los padres tienen derecho a educar a sus hijos según sus convicciones, a tenor del Art. 27 de la Constitución Española. Después de 125 años educando a generaciones en Málaga, ¿por qué no tienen las mismas condiciones que cualquier otra institución educativa, dada la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos?

Queridos padres, ¡tenéis que ser la voz que diga la verdad en favor de la educación de vuestros hijos y de las nuevas generaciones! Y quiero lanzar esta lanza a favor de las hermanas, que han desarrollado esta hermosa labor durante estos 125 años.

7. Algunos alumnos vais a recibir hoy el sacramento de la confirmación. Y, ¿qué se os va a regalar? (Responden los alumnos: el don del Espíritu Santo). ¿Estáis bautizados los que vais a recibir la confirmación? (Responden los alumnos: ¡sí!).

En el bautismo recibisteis un sello, una marca, un cuño. Fuisteis sellados por el Espíritu Santo y se os marcó en el corazón la imagen de Jesús. La confirmación es otro sello. Por eso, estos dos sacramentos, que marcan con un sello indeleble, sólo se pueden recibir una vez en la vida. Sólo se puede ser bautizado una vez y sólo se puede recibir la confirmación una vez, porque estos sacramentos marcan para siempre.

Tras la celebración quedaréis marcados para toda la vida, sellados con el don del Espíritu Santo. ¿Qué quiere decir eso? Que pertenecéis a Jesús; que vais a ser sus testigos y que vais a recibir la fuerza que os permitirá vivir con alegría la fe.

El sacramento de la confirmación es un regalo que vais a recibir. Los regalos implican un compromiso. Si os regalaran un coche, ¿qué haríais: destrozarlo o cuidarlo? (Responden los alumnos: cuidarlo). Hoy se os va a dar un inmenso regalo, que es el don del Espíritu. ¿Qué vais a hacer con ese regalo? ¡Cuidadlo! Procurad que ese don no se apague y se quede muerto dentro de vosotros, sino que haga vida y se desarrolle. El sacramento en sí es el regalo del don del Espíritu. Damos gracias hoy, porque se os va regalar ese don.

Aquí tenemos el Cirio Pascual, que representa a Jesucristo muerto y resucitado. De él encenderéis vuestras velas, para significar que queréis mantener encendida la fe que se os regaló en el bautismo. Haréis la renovación de las promesas bautismales con la vela encendida.

Le pedimos a la Virgen, la esposa de San José, que nos ayuden a vivir la fe y a crecer como cristianos. Se lo pedimos también por intercesión de la Beata Madre Petra, fundadora de esta Congregación. Que así sea.

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