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Visita pastoral a la Parroquia de San Juan Bautista (Málaga)

Publicado: 26/02/2012: 8535

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la visita pastoral a la Parroquia de San Juan Bautista el 26 de febrero de 2012.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE SAN JUAN BAUTISTA

(Málaga, 26 febrero 2012)

 

Lecturas: Gn 9,8-15; Sal 24; 1P 3,18-22; Mc 1,12-15.

(Domingo primero de Cuaresma)

1.- Hemos escuchado, tanto en la primera lectura como en la segunda de Pedro, una referencia a la Alianza de Dios con Noé. El símbolo final que marca es el arcoíris. En tiempos de Noé el Señor quiso purificar la tierra, quiso purificar a los hombres que se habían desviado de los mandamientos de Dios y elige a Noé y a su familia como símbolo de un pequeño resto que se salva. Noé con su familia se van al arca, el arca de Noé es esa pequeña nave que se salva del diluvio aniquilador de las aguas. Este diluvio termina al final con un signo, que es el arcoíris.

Esos dos gestos: el arca de Noé y el arcoíris en realidad son expresión del gran amor de Dios. Dios quiere hacer una alianza con los hombres, hace un pacto con la humanidad. El término alianza se desarrolla a lo largo de toda la Sagrada Escritura. Una alianza de amor; Dios quiere hacer una alianza de amor con la humanidad, quiere entregarle lo que Él es, quiere entregarles sus bienes, quiere que el hombre comparta toda la sabiduría que Dios tiene para que viva feliz. La historia de la Salvación es esa historia de la Alianza, una historia de amor que Dios siempre mantiene fiel. Dios mantiene siempre su palabra, nunca se retracta y nunca falta a su palabra.

En contraste con esta permanencia de la fidelidad de Dios está, como contrapartida, la infidelidad de la humanidad, la infidelidad del Pueblo de Israel, que, a pesar de los profetas y de los personajes que el Señor va enviándole, dice ese pueblo sí de palabra, pero después no cumple su palabra, no hace caso ni obedece, no cumple el pacto de la alianza hasta que llega Jesucristo. Jesús, Hijo de Dios e Hijo de Hombre, es el único que sí obedece y es fiel a esa alianza. A partir de entonces, la humanidad, simbolizada y representada por Jesucristo, ha sido capaz de decir sí a Dios. Ahí entramos nosotros, porque entra en nuestra historia Dios que quiere hacer con nosotros una alianza. La cosa empieza en el bautismo.

2.- En la carta de Pedro se dice: “Lo del arca de Noé y el diluvio simboliza el bautismo en el cual habéis sido purificados y lavados de vuestros pecados” (cf. 1P 3,21-22). El Señor ha hecho una alianza no sólo con la humanidad y con la Iglesia, sino también con cada uno de nosotros. Nos ha regalado la fe, el amor y la esperanza cristiana en el bautismo. Nos ha dado la luz, su luz que es la de la fe. Quiere invitarnos a que seamos felices compartiendo su vida. En esa alianza que ha hecho con cada uno de nosotros se repite la historia de Dios con el Pueblo.

Dios se mantiene fiel y nosotros le fallamos, no le obedecemos, vamos detrás de otros dioses que nos apartan de Él; nos olvidamos de Dios que nos ha regalado la vida, su amor y nos sigue dando todo lo que tenemos. Incluso las cosas que tenemos y que pensamos que son fruto de nuestro trabajo, todo esto se da porque el Señor nos facilita esas posibilidades. Por tanto, hemos de reconocer que esa historia de infidelidad sigue bien arraigada en nuestro corazón.

3.- ¿Qué es lo que nos pide la Iglesia en este inicio de Cuaresma? La Iglesia nos anima a volver otra vez al Señor, a pedirle perdón, a decirle que queremos serle fieles, a decirle que aceptamos su alianza de amor; eso es lo que nos está pidiendo y eso es lo que nos ofrece.

En este inicio de Cuaresma vamos a intentar, al menos una vez más, serle fieles y corresponder al gran amor que Dios nos tiene. Hemos hecho en la oración que se encuentra al inicio de la Eucaristía una petición al Señor. Esa oración os la propongo como tema de meditación durante esta Cuaresma. Dice así: «Al celebrar un año más la santa Cuaresma concédenos, Dios todopoderoso, avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo, y vivirlo en su plenitud» Oración Colecta (Gelasiano).

Esta oración es lo que pido ahora al Señor; y os pido también a todos vosotros que la hagamos de corazón al Señor. Que nos ayude en esta Cuaresma en la inteligencia, en la comprensión, en la sintonía del misterio de Cristo. Cristo es el sí de Dios al hombre y el sí del hombre a Dios. Todo queda sintetizado en Cristo. El misterio de Cristo consiste en que Él es Dios hecho hombre y a la vez es un hombre capaz de decir sí y obedecer porque es Dios. Y en este misterio estamos metidos todos nosotros, estamos inmersos en ese misterio. Le pedimos al Señor para que nos ayude a vivirlo en plenitud.

4.- La Cuaresma es un camino para avanzar, para purificarnos, para crecer en el amor, para crecer en fidelidad en respuesta al amor de Dios. No podemos estar parados, no podemos estancarnos.

La vida cristiana es un continuo camino, es un itinerario. Es el itinerario bautismal que comenzamos el día del bautismo y que se culminará el día de nuestra muerte, en el encuentro pascual con el Señor.

Cada año la Iglesia nos ayuda de modo pedagógico a revivir el misterio de Cristo, Dios, que por amor mío se encarna, se hace hombre y ofrece su vida en la cruz.

En Málaga, todos vosotros, estáis muy metidos en lo que es el misterio de la Pasión del Señor, a través de las cofradías y de la vivencia de la Semana Santa. La Semana Santa es el culmen del año litúrgico, pero la preparación dura todo el año., Ya desde el primer domingo de cuaresma, empezando el miércoles pasado, miércoles de ceniza nos preparamos para vivir ese misterio de un modo especial.

Vamos a pedirle al Señor que nos ayude a penetrar en ese misterio de amor, de una alianza, de una fidelidad, de una entrega por parte de Dios hacia nosotros. ¿Cómo no corresponder a ese amor?

5.- Y, por último, una palabra acerca de esta Visita Pastoral, que se enmarca dentro del tiempo litúrgico cuaresmal y con cuyo inicio coincide también. La Visita Pastoral tiene un objetivo muy parecido a la Cuaresma. El Obispo viene a vernos, a encontrarse con nosotros, a conocernos mejor, a visitarnos, a penetrar más en sentido fraternal. Y esto, ¿para qué? Para que revisemos nuestra forma de vivir la fe: nuestra parroquia, nuestros grupos, nuestras cofradías, nuestras asociaciones, nuestras catequesis; y también para que revisemos desde el amor de Dios la manera en que vivimos la fe y la manera en que celebramos el misterio pascual. Hemos de examinarnos sobre cómo rezamos, cómo evangelizamos, cómo educamos en la fe.

                Me voy a encontrar en el día de hoy, desde la mañana hasta ahora, con distintos grupos. Seguiré mañana con distintos grupos también. El objetivo es compartir la alegría de la fe que el Señor nos ha regalado; compartir como hermanos la alegría de saber que Dios nos ama, y que Dios me ha perdonado mis pecados, y que puedo acudir a esa fuente de perdón que es el sacramento de la penitencia, la que la Iglesia me invita de modo generoso a frecuentar. También me invita la Iglesia a que revise mi fidelidad para con Dios y a que revise cómo van mis relaciones con los demás, no sólo con Dios, sino también mis relaciones con la familia, con mi esposa o esposo, con mis hijos, con los amigos, en el trabajo, en la sociedad.

6.- La vida del cristiano debe tocar todas las dimensiones de la vida humana. Comentaba en el último grupo con los jóvenes que no puede haber una separación entre la fe que uno profesa y la vida que uno lleva. No se puede sostener la idea de que la fe no tiene nada que ver con la vida. Eso no sería fe sino teoría. Si mi fe y el amor que tengo a Dios, y el amor que Él me tiene y el amor de retorno que yo debo tenerle a Él, si la luz del Evangelio y el Magisterio de la Iglesia y las enseñanzas del Catecismo no inciden para nada en mi vida personal, comunitaria, familiar, social, económica, política, entonces, ¿qué cambios se producen y qué trasformaciones se dan? La luz del Evangelio, como dice Jesús, no es para ponerla debajo de la cama o para taparla, sino para que alumbre a los hombres (cf. Mt 5, 15). Esa luz sirve para iluminar mi vida y ha de penetrar en todos los aspectos de mi vida, todos. No puede quedar nada que no sea tocado por esa luz y por esa fe.

                De ahí la necesidad de crecer. Decíamos antes “avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo”. Esto lo hemos pedido en la oración colecta. Hemos de avanzar en ese campo y permitir que la luz de Cristo ilumine toda mi vida, que no haya ningún rincón que quede en la oscuridad. Eso es conversión, eso es lo que nos pide la Iglesia en esta tarde, que nos convirtamos a Cristo, que miremos a Cristo, que contemplemos el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección, y que eso nos trasforme la vida. Y de eso hemos de ser testigos.

7.- El bautizado, el confirmado, el cofrade es testigo de esa verdad, de esa maravilla, de esa alianza que Dios ha hecho con nosotros.

Quiero felicitar a todos los responsables y miembros de los distintos grupos; cada uno tiene una tarea y si no la hacéis, nadie la hará por vosotros. Aquel a quién a quien le toque educar en la fe y ser catequista o formar a las generaciones jóvenes, que lo haga con toda trasparencia y con toda la caridad y el cariño posible. Aquel a quien le toque gobernar a su grupo o estar en la Junta o ejercer cargos de responsabilidad, que lo haga como un servicio y no con una prepotencia de poder, porque de lo que se trata es servir. Aquellos que servís a los enfermos, a los ancianos en las visitas, a los necesitados en Caritas, hacedlo como un servicio que se presta a Cristo pobre, a Cristo enfermo, a Cristo moribundo. Como es un servicio no hay lugar para ningún tipo de alardes.

Y a quien le toque presidir, que lo haga con sencillez y humildad. Todos tenemos muchas cosas que aportar a la comunidad parroquial y a la Iglesia, todos. El que cree que no puede aportar nada, que sepa que tiene mucho que aportar, desde su oración personal y su ilusión, hasta su testimonio, su voz. He oído unas bellas voces por ahí, pues el Señor os ha dado el gran regalo de tener una gran voz, que debéis emplear para cantar al Señor sus alabanzas. Hay que animar a los hermanos para que participen festivamente en las celebraciones litúrgicas del misterio pascual.

8.- Deseo que viváis con alegría el ser una comunidad parroquial. Cada uno ha de experimentar la realidad de pertenecer a un grupo propio. Hacedlo con ilusión, con esperanza, con alegría y contagiad a los demás esa alegría. El mejor testimonio que podemos hacer es que los no-creyentes, los no-cristianos, los ateos, los que nos vituperan, los que nos critican… cuando nos vean, puedan reconocernos como discípulos del Señor: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13, 35). Mirad a los cristianos cómo se quieren, cómo se comportan, cómo se ayudan, cómo se implican en la trasformación de la sociedad. Y al vernos, no somos ejemplos de nada, el ejemplo es Jesucristo, al vernos, que puedan decir: “pues a mí también me gustaría vivir así, con esa alegría, con esa esperanza, y no este vaciamiento interior”.

Los jóvenes tenéis mucho que decir. Hay una gran ausencia de jóvenes en la vida religiosa, en la vida de fe, en las parroquias. Hay jóvenes en las asociaciones y en las cofradías, pero hace falta que profundicen más en la fe. Como dice la oración de hoy: “que avancen en el conocimiento del misterio de Cristo”. Hay portadores que no conocen bien el misterio de este Cristo que llevan a hombros. Hay que explicárselo para que se impliquen más, para que lo hagan con plena conciencia de lo que están haciendo.

9.- Es cierto que vivir la fe no ha sido nunca cosa de masas, porque cuando ha sido cosa de masas no ha habido una vivencia de fe a nivel profundo. Esto es como lo del resto de Israel. Pero el cristianismo es fermento en la masa (cf. Lc 13, 20-21), el cristianismo no es masa, no se trata de grandes multitudes en la sociedad. El cristiano es como la levadura en la masa; hay poca levadura, pero sirve para fermentar toda la masa. Ilumina, como decíamos antes, toda la masa, trasforma toda la masa.

Así que ánimo, vengo a daros ánimo, vengo a compartir vuestras preocupaciones, vuestras esperanzas, vuestras alegrías y vuestras penas, pero animémonos unos a otros a vivir con mayor alegría la fe.

Que esta Cuaresma podamos hacerla un poco más especial, que seamos un poco más conscientes de lo que somos, que promovamos esos gestos de amor a Dios y amor al prójimo, y que al final podamos llegar a la Semana Santa y vivirla con gran alegría y con gran fe.

Vamos a pedírselo a la Virgen. Hay mucha diversidad de advocaciones con las que podemos dirigirnos a Nuestra Madre, pero lo vamos hacer bajo la advocación unificada de la Virgen de la Victoria que es la Patrona de todos. Le pedimos a la Virgen de la Victoria que nos ayude y nos acompañe de su mano en este camino que comenzamos desde la Cuaresma hasta la Pascua. Amén.

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