DiócesisHomilías

Clausura del Máster de familias (Casa Diocesana-Málaga)

Publicado: 06/08/2016: 5196

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Clausura del Máster de Familias, celebrada en Casa Diocesana-Málaga el 6 de agosto de 2016.

CLAUSURA DEL MASTER DE FAMILIAS

(Casa Diocesana-Málaga, 6 agosto 2016)

Lecturas: Dan 7,9-10.13-14; Sal 96,1-2.5-6.9; Lc 9,28b-36.

(Transfiguración del Señor).

1.- Oración que ilumina

En esta fiesta de la transfiguración aparecen dos fenómenos. Jesús tomó consigo a tres discípulos amigos suyo y se fueron a la montaña a rezar. Durante la oración el rostro de Jesús quedó iluminado. La Luz se hace ver en el rostro de Jesús en la oración. Jesús no queda iluminado normalmente cuando andaba con los discípulos por los caminos o por las ciudades. Subieron al monte a rezar y durante la oración Jesús queda transfigurado. Aparece el rostro de Jesús iluminado: Luz.

«Tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor» (Lc 9,28-29).

¿Cuándo el Señor nos puede iluminar, nos puede transformar y transfigurar? ¿En qué ambiente es más normal que quedemos transfigurados como el Señor? En el ambiente de oración. Cuando Jesús comunica con su Padre su rostro resplandece. Cuando nosotros rezamos, comunicamos con Jesús y con su Padre, nuestro rostro puede resplandecer. Ambiente de oración.

2.- La voz del Padre

¿Cuál es el otro fenómeno que puede aparecer en la transfiguración? El primero la transfiguración de Jesús, la iluminación de su rostro. En segundo lugar, ¿qué ocurre estando los discípulos en el monte de la transfiguración?, ¿qué fenómeno ocurre?, ¿qué es lo que escuchan? Los discípulos escuchan una voz.

Primer fenómeno: la Luz. Segundo fenómeno: la Voz. «Una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube» (Lc 9,34). Y escuchan una voz del Padre que dice: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo» (Lc 9,35).

Eso nos lo dice también a nosotros en esta fiesta de la transfiguración y siempre. Jesús es el Hijo de Dios, hay que escucharle; es el predilecto, el amado. Hay que escucharle porque Él nos transmite y nos revela el amor de Dios, la misericordia divina. Hemos de escuchar a Jesús y hemos de quedar iluminados también por Él, por su luz. Porque Él es luz.

Habéis terminado el Máster. Habéis estado un poco en el Tabor. Estos son días de Tabor: días de escuchar y días de quedar iluminados por el Señor, por los temas, por las explicaciones, por la oración. Ahora bajáis de la montaña del Tabor, cada uno regresa a sus hogares.

3.- Profecía de la pasión del Señor

«De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén» (Lc 9,30-31).

El Señor se transfiguró, cuando apareció Moisés y Elías hablaban con Jesús de lo que iba a ocurrir. ¿Qué le iba a ocurrir a Jesús en Jerusalén? (Responden los niños: que lo crucificarían). Esta experiencia le sirvió para afrontar las dificultades.

Habéis vivido unos días de Tabor, esto os puede reforzar para afrontar las dificultades que vendrán, que van a venir en el matrimonio, en la familia, entre padres e hijos.

4.- La transfiguración aplicada a la familia

Estos días de Tabor sería interesante que los prolongarais, queridos padres, haciendo dos cosas; lo mismo que los discípulos vivieron: en la oración quedando iluminados, vuestra alma puede quedar iluminada como el rostro de Jesús, y escuchando la voz de Jesús que os indicará cómo debéis afrontar las dificultades y realidad de la vida.

La fiesta de la transfiguración no es sólo para vivirla este día como fiesta, sino para ponerla en práctica cuando bajemos del Tabor, cuando estemos en casa, en el trabajo, en la familia, entre los amigos, en las dificultades de cada día.

Dos ejemplos que nos da el Señor en la transfiguración: que en la oración podemos quedar transfigurados y que hemos de escuchar, dice el Padre, la voz del hijo para ponerla en práctica, para vivirla.

De esa manera hay que transfigurarse y configurarse con el Señor. El Señor se transfigura por la luz. Nosotros con esa transfiguración quedamos configurados a Él. Su figura la representamos en nuestra vida. Nos identificamos con Jesús.

Atención a la tercera palabra en la que no hay que caer. Como dicen de las religiosas se pueden aplicar también a los novios. Los novios inicialmente se transfiguran, se iluminan su rostro, se proyecta, se ilusiona. Es una transfiguración. Y después viene una configuración, uno se configura al otro, con dificultades, con roces; pero se configuran y se complementan. Es mejor quedarse en la transfiguración y en la configuración sin caer en la desfiguración. El tercer paso es mejor no darlo.

Pero algunos hacen los tres pasos: primero se transfiguran, quedan embelesados; en segundo lugar, se configuran, se compenetran, se entienden; y, en tercer lugar, pueden caer en la desfiguración, se cae todo, se desfigura.

Os animo a que mantengáis los dos primeros pasos. Mantened la transfiguración, y para ello es necesario el ambiente de oración, de escucha mutua, no sólo con el Señor, que también, para manteneros transfigurados y configura

Damos gracias a Dios por este Máster en el que habéis participado, por estos días de Tabor y le pedimos al Señor que nos siga transfigurando y configurando a Él, y también configurando entre vosotros en la familia.

Le pedimos todo esto a través de la Virgen, Esposa y Madre del Señor. Que así sea.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo