DiócesisHomilías Visita pastoral a la parroquia de San Ramón Nonato (Málaga) Publicado: 16/06/2016: 8439 Homilía pronunciada por el obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de San Ramón Nonato, en Málaga, el 16 de junio de 2016. VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SAN RAMÓN NONATO (Málaga, 16 junio 2016) Lecturas: Eclo 48,1-15; Sal 96,1-7; Mt 6,7-15. 1.- Hemos escuchado un texto del libro del Eclesiástico. Nos ha hablado de Elías. Y lo describe como un profeta de fuego (cf. Eclo 48,1). A Elías le tocó vivir en un tiempo muy difícil. En Israel, la reina Jezabel apoyaba a una serie de falsos profetas que adoraban a los baales, a los ídolos y no al Dios verdadero. Por ello perseguía a los profetas que adoraban al Dios de Israel. Tan fuerte fue la persecución que, en Israel, había quedado un sólo profeta del Dios verdadero, del Señor, Elías. Y esto, mientras los falsos profetas, los adoradores de los baales apoyados por la Reina, eran 450. Falsos profetas que llevaban al pueblo a adorar a los baales y lo animaban para que hicieran sacrificios y confiaran en los dioses falsos. En esta situación le tocó vivir a Elías. Circunstancias difíciles en las que tuvo que defender la identidad de la fe verdadera; en las que le tocó ser testigo de esa fe, que era la auténtica fe judía. Y él, que durante su vida hizo prodigios (cf. Eclo 48,14), supo obedecer al Señor. 2.- Fijémonos ahora en el tema de los ídolos. Observad la semejanza de aquella época con la nuestra. En nuestra sociedad se nos ofrece la adoración de muchos ídolos que no son el Dios verdadero. ¿Podríais describir el nombre de algunos de esos ídolos que la gente adora y le dedica su tiempo y sus energías? ¿Queréis nombrar a alguno de los ídolos que adora nuestra sociedad? (Respuesta de los feligreses: el dinero, el poder, el satisfacer el gusto, el placer…). Ahora no hay 450 profetas falsos, pero hay miles de reclamos, desde los escaparates y los medios de comunicación, como la televisión, con sus distracciones y ofertas para que vayamos detrás de lo que anuncian, le dediquemos tiempo, gastemos nuestro dinero y pongamos a su servicio nuestras energías. Y todo esto nos lleva, a veces, a descuidar el culto al Dios verdadero. Elías, el profeta de la religión auténtica, era el testigo del Dios verdadero. Y ¿qué nos pide el Señor en este momento y en esta sociedad, a nosotros? Pues que seamos testigos del Dios verdadero, que no seamos promotores de los otros ídolos que nos ofrece la sociedad, que seamos proclamadores, anunciadores, profetas del Dios verdadero a quien muchos no quieren escuchar. Pero nosotros escuchamos su voz, la voz del Buen Pastor e intentamos seguirle haciendo de nuestra vida un discipulado. 3.- San Pablo nos anima a vivir como el Señor: «no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20). Ojalá nosotros intentemos pensar como Cristo, actuar como Cristo, vivir como Cristo, amar como Cristo, dar la vida como Cristo, hasta que él se adueñe tanto de nosotros que podamos decir: “ya no soy yo quien piensa, quien programa, quien vive, quien se ilusiona, es Cristo quien lo hace en mi”. Para poder decir esto, nos falta un trecho; pero como dio Pablo, es posible. Dejad que el Dios de Jesucristo, que es el Dios verdadero, impregne tanto nuestro interior que nos dejemos transformar, para ser testigos del Dios verdadero en nuestra sociedad. Esta es la gran lección que nos da Elías. 4.- Elías fue a los sitios que le enviaba el Señor. Como peligraba su vida, marchó de un lado a otro. El Señor le dijo que fuera al torrente Quisón, un torrente que estaba frente al Río Jordán. Y allí se refugió. El Señor le daba agua del torrente y le promocionaba comida y carne a través de unos cuervos. Pero el torrente se secó y el Señor lo envió al monte Carmelo. Y allí fue Elías, al monte, frente al mar, donde después de una gran sequía aparece una nube que viene desde el mar y comienza a llover sobre la tierra reseca. Cuando Elías pide a Dios que no llueva, no llueve; y cuando pide que vuelva a llover, vuelve a llover. Elías sabe obedecer al Señor en lo que le pide: “¿qué quieres que haga?, ¿dónde quieres que te sirva?, ¿cómo quieres que sea tu servidor?”. De este modo va intentando descubrir la voluntad de Dios. 5.- Esta es la segunda gran lección: nosotros estamos invitados a servir a la Iglesia. ¿Dónde quiere el Señor que tú colabores? Estamos realizando la Visita Pastoral y revisando lo que hacemos en las distintas tareas eclesiales de anuncio del Señor, de catequesis, de visita a enfermos, de liturgia, de atención caritativa… Hay muchas tareas. Tú, ¿dónde estás llamado por el Señor para colaborar en esa actividad? Por tu sintonía, por tu tiempo disponible, por tu manera de ser, por tus capacidades, por tu formación cristiana, por todo ese conjunto el Señor te está pidiendo que colabores con Él. Si tienes buena voz y buen oído, pues canta y toca la guitarra, solemniza la litúrgica. A cada uno el Señor nos pide una tarea, no nos zafemos de ella, asumámosla, no dejemos que la hagan otros. Lo que te toca a ti, que no lo haga otro, pues no lo hará como tú si a ti a quien lo pide el Señor. El Señor, que nos ha constituido en una comunidad parroquial nos invita, a cada uno, a realizar aquellas acciones eclesiales para las que Él nos ha preparado, con las dotes y las facultades que Él nos ha otorgado. La comunidad la formamos todos y entre todos hemos de ir asumiendo todas las tareas razonadamente, uno no puede estar en todos los sitios como el perejil; tampoco es bueno. Esta es una revisión que nos toca hacer. 6.- En el Evangelio de Mateo el Señor les ha enseñado a los discípulos a rezar. La oración es básica. Los discípulos le piden al Señor: “Enséñanos a orar”. Y Jesús les enseña el Padrenuestro que es la oración que resume toda la oración de la Iglesia. Es como el núcleo, en el que está contenido toda la oración de la Iglesia; es la esencia de la oración. Cuando alguien os pregunte cómo rezar, enseñadle el Padrenuestro, y que lo repita una y otra vez hasta que vaya calando en él, porque las peticiones que pone son preciosas. Primero oración de alabanza a Dios: «santificado sea tu nombre» (Mt 6,9). Alabado y glorificado sea el nombre de Dios. Esta es la primera petición. En el Padrenuestro no pedimos en primer lugar por nosotros. Cuando hacemos oración personal somos muy pedigüeños y se nos escapa siempre pedir por uno mismo o por los cercanos. El Señor empieza diciendo que recemos a Dios pidiendo que Él sea glorificado y alabado: santificado y bendito seas Señor porque eres Dios, porque eres omnipotente, porque eres creador, porque eres bueno, porque nos amas. Y después va desgranando peticiones desde arriba, desde Dios hacia abajo: «Venga a nosotros tu reino» (Mt 6,10), que es un reino de paz, de amor, de perdón, de misericordia, de justicia auténtica. No es un reino de espadas y de odios. Luego pasamos a nuestras necesidades: y, por eso, pedimos perdón de las ofensas; pedimos el pan cotidiano, material y espiritual; pedimos que nos ayude para seguir caminando, para no caer en el pecado y en la tentación (cf. Mt 6,11-13). Esta oración es la síntesis de toda la oración cristiana. Repitámosla, vivámosla y enseñémosla también a los demás. 7.- Además de darle gloria a Dios en la Eucaristía, con la alabanza, santificando su nombre, pidiendo que venga su reino y se haga su voluntad, hoy, le pedimos de un modo especial, por los buenos frutos de esta Visita Pastoral. Que revisemos lo que tenemos que hacer, que asumamos las tareas que el Señor nos da a cada uno, tareas queque también nos pide a través de la Iglesia. El Señor nos habla a través de mediaciones. Nos habla a través de los amigos, de los padres, del confesor, del catequista, del párroco. Hay que escuchar las mediaciones. Por eso, descubramos cuál es nuestra tarea en la parroquia y pongámosla por obra. Vivamos con alegría el ser una comunidad cristiana parroquial que vive la fe y la celebra. La liturgia es una celebración, una fiesta; esto es una fiesta. A los cristianos que les cuesta celebrar la Eucaristía hay que decirles: ¡ven a la fiesta! A alabar a Dios, a encontrarnos los hermanos, a disfrutar la presencia de los demás, a compartir, a cantar juntos. Le pedimos a la Virgen, como Madre de Jesús y Madre nuestra que nos proteja y nos ayude con su maternal intercesión. También nos encomendamos al titular de la parroquia, san Ramón Nonato, que supo ser fiel a Dios en lo que le pedía. Que él nos ayude a ser fieles a lo que el Señor nos pide. Que así sea. 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