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Octavo Centenario de la aparición de la Virgen a san Pedro Nolasco (Santuario Virgen de la Victoria-Málaga)

Monseñor Jesús Catalá, Obispo de Málaga
Publicado: 04/08/2018: 1789

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, en el Octavo Centenario de la aparición de la Virgen a san Pedro Nolasco, celebrado el 4 de agosto en el Santuario de la Virgen de la Victoria, en Málaga.

OCTAVO CENTENARIO
DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN
A SAN PEDRO NOLASCO
(Santuario Virgen de la Victoria-Málaga, 4 agosto 2018)

Lecturas: Ex 16, 2-4.12-15; Sal 77, 3-4.23-25.54; Ef 4, 17. 20-24; Jn 6, 24-35.
(Domingo Ordinario XVIII-B)

1.- Octavo Centenario de la Orden de la Merced

En el presente año 2018 la Orden de la Merced conmemora el octavo centenario de su fundación por parte de San Pedro Nolasco, con la aparición de la Virgen que le impulsó a la liberación de cautivos cristianos en manos de los musulmanes. La espiritualidad mercedaria quedó plasmada en las Constituciones de 1272, que son la verdadera carta magna de la Merced, la plasmación del espíritu de Pedro Nolasco que dio a sus inmediatos discípulos; es una legislación nacida del mismo carisma.

La comunidad mercedaria decidió celebrar tal efeméride poniendo de relieve la misión redentora de la Orden, su papel en el mundo actual y su aportación a la defensa de los derechos y libertades de los seres humanos. Hoy queremos dar gracias a Dios por la Orden Mercedaria y por su gran aportación a lo largo de la historia.

“La Antigua Hermandad y Real Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo (Ecce-Homo), Nuestra Madre y Señora de la Merced y San Juan Evangelista” fue fundada en 1694 por la comunidad de religiosos de la Real y Militar Orden de la Merced, en el desaparecido convento de la Merced.

La cofradía, radicada en su sede canónica en esta Basílica de Santa María de la Victoria y la Merced en Málaga, se ha unido a la celebración mercedaria con un programa de actos en diversas áreas, desde la espiritualidad hasta la caridad, por el que el mismo Maestro General de la Orden Mercedaria ha felicitado a la Hermandad. ¡Enhorabuena!

Se unen también a esta acción de gracias otras Hermandades de nuestra ciudad, que tuvieron su origen en la Iglesia de la Merced de Málaga, desaparecida totalmente; y que recibieron el saludable influjo del carisma mercedario.

2.- Redención de nuevos modelos de esclavitud

Queridos cofrades y fieles todos, os animo a revivir y hacer presente en nuestra sociedad el espíritu y el carisma mercedario trabajando por la liberación de las personas que actualmente viven nuevos modos de esclavitud, que no son menos importantes o menos graves que antaño.

Hay muchas personas que son objeto de comercio, de trata y de abusos, que el papa Francisco tantas veces denuncia. Y existen otras esclavitudes que las asumen los propias personas buscando una felicidad que no encuentran.

En las lecturas de hoy hemos visto que los israelitas murmuraron contra Moisés y Aarón en el desierto, anhelando la olla de carne, los ajos y cebollas de Egipto (cf. Ex 16, 2-3). No les importaba seguir viviendo en esclavitud, con tal de llenar el estómago.

Sin embargo, el Señor hizo llover en el desierto pan del cielo para su pueblo (cf. Ex 16, 4; Sal 77, 24) y les envió codornices (cf. Ex 16, 13).

En nuestros días hay gente que prefiere también satisfacer sus deseos y caprichos, aceptando la esclavitud de las ofertas de mercado, de ideologías, de consumismo y de placer, de las que no resulta fácil salir.

Pero el ser humano está llamado a metas más altas y a un destino divino, glorioso, eterno, que va más allá de la temporalidad.

3.- Jesús es el Pan de la vida

En el Evangelio Jesús respondió a quienes lo buscaban: «Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros» (Jn 6, 26). Habían llenado sus estómagos el día anterior con la multiplicación de los panes y deseaban seguir saciando su hambre física.

Pero no habían comprendido que el pan repartido para tanta gente era la expresión del amor de Jesucristo. Ellos, equivocadamente, dieron mayor valor al pan material que a la Persona que se lo daba.

Ante esta ceguera espiritual Jesús les invita a ir más allá, a descubrir y conocer al donante: Dios mismo es el don y el donante. La gente puede descubrir en aquel gesto que es Dios quien otorga el pan. Las cosas materiales que disfrutamos nos las regala Dios con su providencia amorosa, empezando por la vida.

Jesús exhorta a una nueva prospectiva, que difiere de la simple preocupación cotidiana de comer, de vestir, de tener éxito. Jesús habla de otro alimento que no es corruptible y que lleva a la vida eterna. Jesús les anima a buscar otro alimento: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre» (Jn 6, 27). Es decir, nos invita a buscar la salvación y a encontrarnos con Dios. Él espera que levantemos nuestra mirada de lo material y descubramos su Persona, que nos ama, nos cuida y nos mima. Esto ocurre a veces con los niños, a quienes los padres les dais todo lo que necesitan; pero ellos no se percatan de que son más importantes los padres que las cosas materiales que reciben.

Jesús nos revela que él es el verdadero pan: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (Jn 6, 35).

Con esta invitación nos dice que, más allá del hambre física el ser humano tiene otra hambre más importante, que no puede ser saciada con un alimento material. Se trata de hambre de vida, de hambre de eternidad, hambre de belleza, de bondad, de verdad, de libertad, que sólo Él puede apagar, porque Cristo es «el pan de vida».

Os exhorto, queridos cofrades, a no olvidar vuestro origen y vuestras raíces mercedarias. Aunque la iglesia de la Merced fue destruida por los avatares de la persecución religiosa, conviene que conservéis la memoria de que nacisteis allí, para que los malagueños no olviden que hubo una parroquia de la Merced, junto a lo que hoy es la plaza del mismo nombre. Y sobre todo que no se pierda la sintonía con el carisma mercedario de la liberación de las esclavitudes que hoy encadenan al hombre.

Elevamos hoy nuestra oración al Santísimo Cristo de la Humildad y a la Virgen de la Merced, para que nos libren de las esclavitudes que nos atan, nos sostengan en la búsqueda del verdadero pan y en el seguimiento de su Hijo Jesús, Pan verdadero y vivo que dura hasta la vida eterna. Amén.

 

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