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Virgen del Carmen (Catedral-Málaga)

Publicado: 22/07/2018: 4630

Homilía pronunciada por D. Jesús Catalá en la Misa estacional de la Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen de Málaga en la Catedral.

VIRGEN DEL CARMEN

(Catedral-Málaga, 22 julio 2018)

Lecturas: Jer 23,1-6; Sal 22,1-6; Ef 2,13-18; Mc 6,30-34.

(Domingo Ordinario XVI-B)

1.- En devota peregrinación habéis venido desde la parroquia del Carmen acompañando la imagen de la Virgen con el rezo del Santo Rosario y con cánticos marianos.

Celebramos hoy su fiesta expresándole nuestro amor filial y pidiendo su protección maternal. Queremos hacer hoy una oración especial por quienes trabajan en el mar y por quienes perdieron su vida faenando en las aguas marinas; rezamos por sus familias, por los enfermos, los ancianos y los niños. Nuestro mundo está falto de amor, de solidaridad, de fraternidad y de paz; y necesita la protección de la Virgen del Carmen.

Ella ampara a sus hijos y los sostiene en su quehacer diario. Ella cuida de quienes imploran su maternal intercesión y de quienes la veneran como Patrona celebrando su fiesta. Ella es amparo en las dificultades, alivio en las penas, sostén en la flaqueza, seguridad en las tormentas, faro que ilumina la ruta, guía firme hacia el puerto y solaz en la bonanza.

2.- La devoción a la Virgen del Carmen está vinculada al monte Carmelo en Palestina. En el siglo XII un grupo de ermitaños se retiró en ese monte, naciendo así la llamada Orden de los Carmelitas, inspirados en el profeta Elías.

La nubecilla, que venía desde el mar y que el profeta Elías divisó desde el monte Carmelo (cf. 1 Re 18,43-45), trajo abundante agua a una tierra reseca en la que no había llovido en tres años.

La Virgen es como esa nubecilla que trae la lluvia a la tierra; Ella es la Madre del Salvador, que ofrece a Jesucristo a la humanidad; y Cristo es el manantial de agua viva, que fecunda la tierra, la purifica y le da vida.

Recordemos el encuentro de Jesús con la samaritana, a la que le dice: «El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4,13-14). ¡Acudamos, queridos fieles, a la Virgen del Carmen, para que nos ofrezca a su Hijo, agua viva que salta hasta la vida eterna! No nos conformemos con saciar la sed física en este mundo; tengamos sed de eternidad.

Hoy necesitamos, queridos fieles y devotos de la Virgen del Carmen, la intercesión de nuestra Madre para que el agua vivificante de nuestro Bautismo haga fecunda nuestra vida; el agua bautismal es la mejor que hemos recibido. Necesitamos también la intercesión de la Virgen para acoger la Palabra de Dios como alimento espiritual; para dinamizar nuestra vida de fe y dar testimonio del Evangelio; para regar con el agua del Espíritu esta sociedad reseca por el desamor, la ignorancia religiosa y la ausencia de Dios en los corazones. Nuestra está desierta y reseca, que necesita el agua de la Palabra de Dios.

3.- En el evangelio de hoy vemos a Jesús que reúne a sus apóstoles entorno a sí y les invita a descansar con él: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco», porque eran muchos los acudían a ellos y no encontraban tiempo ni para comer (cf. Mc 6,31).

Los apóstoles con Jesús «se fueron en barca a solas a un lugar desierto» (Mc 6,32). El discípulo necesita estar con su Maestro a solas, en intimidad, para ser amaestrado y enseñado, para asimilar sus enseñanzas. También a nosotros nos invita el Señor a estar con él acompañados de la Virgen, en sosiego y en paz, para recibir sus instrucciones.

La Virgen del Carmen fue la primera y mejor discípula que tuvo Jesús. No ha habido otro discípulo que se iguale a la Virgen; y siendo Ella la Madre, fue discípula de su Hijo, porque lo acogió primero en su alma y después en su seno y en su vida.

Y nosotros hemos de aprender de ella, que es Virgen del Monte Carmelo, siendo también nosotros “carmelos”; es decir, “jardines” donde cultivamos el amor a Dios, escuchamos y acogemos su Palabra, recibimos su enseñanza y hacemos la oración personal y comunitaria.

El Maestro, al ver una multitud se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor y se puso a enseñarles (cf. Mc 6,34). De la misma manera nosotros, junto a la Virgen del Carmen, nos ponemos a la escucha de Jesús para que nos ilumine con su Palabra.

Jesús es el Buen Pastor, que nos lleva hacia verdes praderas y allí nos hace recostar; Él nos conduce hacia fuentes tranquilas para reparar nuestras fuerzas (Sal 22,2-3). Nada hemos de temer si Él está y viene con nosotros (cf. Sal 22,4).

4.- En la fiesta de la Virgen del Carmen queremos tener presente a tanta gente marinera que vive en condiciones duras de trabajo. El lema de la Jornada de las gentes del mar, que la Conferencia Episcopal ha propuesto para este año, reza así: “La gente de la mar reclama nuestra atención”.

En el XXIV Congreso Mundial del Apostolado del Mar celebrado en Kaohsiung (Taiwan) en el pasado otoño se afrontó el tema de la pesca, el tráfico de los seres humanos y el trabajo forzado con especial afectación a mujeres y niños. Junto al duro trabajo del hombre del mar, existen muchas situaciones de dificultad y de dolor: la distancia con las familias, los peligros del mar, las injusticias sociales, a veces la falta de salarios dignos y otras dificultades que atentan a la dignidad de la persona (cf. Mons. Luis Quinteiro, Mensaje para la Jornada de la gente del mar de 2018).

Y no podemos olvidar tampoco, queridos fieles, a tantas personas inmigrantes que, buscando una vida mejor, han perdido sus vidas en el mar. Todos tenemos parte de responsabilidad en la pérdida de estas vidas humanas y en la acogida de estas personas que llegan en busca de una vida mejor; no podemos mirar hacia otra parte, porque son hermanos nuestros. Tenemos que pedir por los gobernantes, para que encuentren soluciones dignas y adecuadas.

5.- La devoción a la Virgen del Carmen está muy extendida entre la gente vinculada al mar. Los marineros, la Armada Española, que tiene una noble y digna representación en esta celebración, y quienes están unidos al mar la tienen como Patrona, protectora y guía. Ella les acompaña en su duro trabajo y en las ausencias de su familia; Ella les cuida, acompañándolos al deseado puerto.

En esta fiesta de la Virgen del Carmen queremos dar gracias a Dios por el cuidado maternal que Ella ofrece a todos sus hijos, a todos y cada uno de nosotros, que le rezamos con fe y devoción; que la acogemos como Madre nuestra. Ella nos acompaña y nos lleva hasta su Hijo Jesús, que es Camino Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6).

En esta fiesta mariana de la Virgen del Carmen le pedimos que proteja a todas las personas que trabajan en el mar, que cuide de sus familias, que les ayude a superar las dificultades y las pruebas de su trabajo.

Invitamos a todos a prestar nuestra atención y a ofrecer nuestra plegaria por todas las personas que aportan su colaboración a la sociedad desde su sacrificado trabajo en la mar.

¡Que la Virgen del Carmen nos acompañe en nuestro caminar y nos guíe a puerto seguro! ¡Que Ella nos acoja en su “Carmelo”, para contemplar las cosas de Dios y que nos permita a nosotros ser “carmelos”!

¡Virgen del Carmen, estrella de los mares, divina hermosura, Madre del Divino Amor! ¡Protégenos y ampáranos a quienes acudimos a ti con devoción filial! Amén.

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