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350 aniversario del Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas (Antequera)

Publicado: 19/05/2018: 2815

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, en el 350 aniversario del Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas, en Antequera, el 19 de mayo de 2018.

350 ANIVERSARIO DEL SANTÍSIMO CRISTO
DE LA SALUD Y DE LAS AGUAS
(Antequera, 19 mayo 2018)

Lecturas: Jl 3,1-5; Sal 103,1.24.29-34; Rm 8,22-27; Jn 7,37-39.

1.- Celebramos hoy el 350 Aniversario del prodigio de la abundante lluvia atribuida al Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas en nuestra querida Antequera. La Hermandad del mismo nombre y todos los fieles cristianos os habéis esforzado en preparar con esmero esta fiesta con diversas actividades. ¡Enhorabuena! Doy gracias a Dios por vuestra fe en Cristo y por la devoción que tributáis a su venerada imagen. Os felicito por vuestro amor y adoración al Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas, expresado en tantos actos litúrgicos y de piedad religiosa.

Jesucristo es el único Salvador del género humano; no hay otros salvadores. Cuando el apóstol Pedro curó a un enfermo en nombre de Cristo, los jefes del pueblo le preguntaron en nombre de quién había realizado ese prodigio; y él respondió, lleno de Espíritu Santo: «Quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros» (Hch 14,10). Cristo es la piedra angular y no hay salvación fuera de Él, «pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 14,12).

Queridos fieles cristianos, no pongáis vuestra confianza en otros diosecillos, que no salvan; no pongáis el corazón donde no hay verdadera felicidad; y donde no se encuentra el sentido de la vida.

Imagino que todo cristiano antequerano ha tenido experiencia de que su Patrón, el Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas le ha curado de diversas heridas, sobre todo de la herida del pecado. Si no habéis tenido experiencia de haber sido curados por el Cristo de la Salud, quiere decir que no habéis entendido al Cristo de la Salud y vuestra fe necesita madurar aún; pero espero que todos hayamos tenido la experiencia de haber sido sanados por él, de haber sido curados de nuestras heridas; éstas son muchas como los egoísmos, los rencores, el pecado que nos aparta de Dios y de los demás.

Cristo es salvación de todo ser humano; es salud del alma y del cuerpo. Él es salud de alma y cuerpo; y no debemos pedirle solo la salud del cuerpo. Hemos de pedirle la salud del cuerpo y del alma; y fundamentalmente del alma.

Este año recorre el decimocuarto Aniversario del Patronazgo sobre Antequera del “Cristo de la Salud, Señor de las Aguas y de Ánimas de San Juan”, en cuyo décimo Aniversario tuve el gozo de presidir la celebración eucarística en la iglesia de San Juan. Espero y deseo que seáis fieles a vuestro Patrón, el único Maestro y el único Salvador de la humanidad.

2.- Según narra el cronista de la parroquia antequerana de San Juan, Gregorio Muñoz Reina, y que todos conocéis bien, la ciudad se vio afectada por una tremenda sequía en 1668, que comenzaba a causar graves perjuicios en los campos y provocaba una gran hambruna (cf. Archivo Histórico Municipal de Antequera. Fondo Parroquial. Libro de Matrícula de la parroquia de San Juan, n. 189).

En el mes de abril de ese año se acordó que las parroquias de la ciudad y las distintas órdenes de clérigos, bien representados aún hoy día por diversos religiosos y sacerdotes realizaran rogativas para pedir la lluvia, e hicieran novenarios, triduos, actos penitenciales y procesiones desde los distintos templos; pero estos actos no obtuvieron el resultado deseado.

En la iglesia de San Juan era venerada esta imagen del Cristo de la Salud, que contemplamos, talla anónima de Jesús crucificado de comienzos del siglo XVII. Tras celebrarse el novenario al Cristo de la Salud, ya entrado el mes de mayo, tuvo lugar la salida procesional de la imagen, cuyo destino era el emblemático Cerro de la Vera Cruz, paraje señalado para las estaciones de penitencia de las cofradías locales; y después estaba previsto entrar en las iglesias de los monasterios de Antequera, donde se rezaran cánticos y alabanzas al Señor. Entonces se desató una gran tormenta de rayos y granizo, cayendo agua abundante.

La ciudad de Antequera, agradecida por este hecho milagroso, añadió al nombre del Cristo de la Salud el título de “Señor de las Aguas”, en reconocimiento por su intercesión; y comenzó a celebrar anualmente una novena, predicando cada día un religioso de los distintos conventos, como habéis hecho también en estos años.

Años después, en 1694, la imagen quedaría instalada en la cofradía de la Vía Sacra de San Juan, quien adoptó al Santo Cristo como titular. Y posteriormente se unió, como bien sabéis, la cofradía de Ánimas, añadiéndole al Cristo el título de “Animas de San Juan”. Y finalmente, la especial devoción del pueblo de Antequera a esta hermosa Imagen del Cristo se vería culminada con su proclamación como patrón de la Ciudad, en el año 2004.

3.- Esta historia, que todos conocéis bien, es bueno recordarla 350 años después, para que no se olvide y para que la transmitáis a vuestros hijos y a las generaciones futuras; para que no se pierda la devoción al Cristo de la Salud y de las Aguas.

Esta hermosa fiesta antequerana se enmarca hoy en la solemnidad litúrgica de Pentecostés, en cuya Secuencia se pide al Espíritu Santo: “Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero”.

¡Qué bien se puede aplicar hoy esta oración ante la imagen del Cristo de la Salud y de las Aguas: Riega la tierra de mi alma en sequía, sana mi corazón enfermo,  lava mis manchas, infunde calor en mi corazón! Rezad esta oración ante la imagen del Cristo de la Salud y de las Aguas.

Queridos antequeranos, el Espíritu Santo es como lluvia en la sequía, como rocío del cielo, como agua suave que penetra la tierra y la fecunda. Una vez, hace 350 años, recibisteis agua abundante que fecundó vuestros campos y sació el hambre. ¡Dejad ahora que la lluvia divina del Espíritu Santo penetre vuestras almas, ablande vuestro corazón, abra vuestros oídos a la Palabra de Dios, fecunde vuestro trabajo y os llene de alegría! ¡Que esta tarde venga una lluvia abundante, divina, del Espíritu Santo!

El Espíritu de Dios es amor divino más fecundo que el desierto y más fuerte que la muerte. El Espíritu de Dios es capaz de derretir el hielo, saciar el hambre, vestir la desnudez, perdonar el pecado. El Espíritu es dador de vida, aliento de vitalidad, fuerza vivificante, que renueva la faz de la tierra y nuestros corazones desgarrados por el pecado.

El Señor Jesús nos ha dicho en el evangelio: «El que tenga sed, que venga a mí y beba» (Jn 7,37). ¡Acudid, antequeranos, a Dios para recibir el agua de la verdadera vida! No bebáis en charcos de agua estancada y sucia; esos charcos son ciertas ideologías y modas que denigran al ser humano. El que crea en Cristo de la Salud «de sus entrañas manarán ríos de agua viva» (Jn 7,38).

Queridos fieles y devotos, el Santo Cristo de la Salud y de las Aguas os ofrece ahora un agua mucho más vivificante de la que os regaló hace 350 años. Es un agua que salta hasta la vida eterna, como le dijo el Señor a la samaritana (cf. Jn 4,14).

4.- La Iglesia en España celebra en esta solemnidad de Pentecostés el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar con el lema “Discípulos misioneros de Cristo, Iglesia en el mundo”.

El Concilio Vaticano II (cf. Apostolicam actuositatem, 1) y los papas posteriores (cf. Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 70; Juan Pablo II, Christifideles laici, 15; Papa Francisco, Evangelii gaudium, 20) nos han recordado que la Iglesia existe para evangelizar y de modo especial han destacado el lugar que deben ocupar los seglares en esta misión.

Para llevar a cabo esta importante tarea se necesitan laicos bien preparados, cristianamente formados, animados por una fe sincera, cuya vida haya sido transformada por el encuentro personal con Jesucristo. Como nos recordaba el papa Francisco: “Necesitamos laicos que se arriesguen (…), laicos con visión de futuro, no cerrados en las pequeñeces de la vida (…), laicos con el sabor de la experiencia de la vida, que se atrevan a soñar” (Asamblea del Pontificio Consejo para los Laicos. Roma, 17.06.2016).

Para realizar la misión que la Iglesia nos encomienda es necesario estar abiertos a la acción del Espíritu Santo en este Pentecostés de hoy. Necesitamos pedir al Señor que nos enseñe y nos ilumine en la tarea encomendada, como nos ha recordado san Pablo: «Nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rm 8,26). El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad. ¡Dejémonos conducir por el Espíritu! ¡Dejémonos transformar por él! ¡Dejémonos inundar por sus aguas torrenciales, que nos ofrece hoy el Espíritu, para que nuestra tarea en la Iglesia y en el mundo sea fecunda!

5.- Damos gracias a Dios por la fe y la devoción en Antequera al “Santísimo Cristo de la Salud, de las Aguas y de Ánimas de San Juan”. Le pedimos que cure las heridas de nuestra alma; que nos haga valientes testigos del Evangelio; que nos conceda participar en la Eucaristía, para alimentarnos de su cuerpo; y un día podamos participar en el banquete del reino de los cielos.

Pedimos a la Santísima Virgen María, que estuvo unida en oración a los Apóstoles en el día de Pentecostés, que interceda por todos los fieles de Antequera, para que promuevan en nuestra Iglesia un nuevo y fecundo Pentecostés. Amén.


 

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