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Despedida de las Hermanas Mercedarias (Residencia Sacerdotal-Málaga)

Publicado: 25/05/2017: 2894

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, en la despedida de las Hermanas Mercedarias, el 25 de mayo de 2017, en la Residencia Sacerdotal, en Málaga.

DESPEDIDA DE LAS HERMANAS MERCEDARIAS
(Residencia Sacerdotal-Málaga, 25 mayo 2017)

Lecturas: Hch 18,1-8; Sal 97,1-4; Jn 16,16-20.

1.- Anuncio del Evangelio en la diáspora

El emperador romano Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma y hubo una gran diáspora por Grecia y la actual Turquía, que motivó la propagación del Evangelio.

Al igual que aquellos cristianos, esta comunidad de Hermanas Mercedarias de la Caridad dejáis Málaga y el Señor os lleva a otros lugares, donde os espera la misión de seguir anunciando el Evangelio y sirviendo a la Iglesia según vuestro carisma.

El apóstol Pablo se juntó con algunos de su mismo oficio como tejedores de lona (cf. Hch 18,1-3). Los sábados discutía en la sinagoga intentando convencer a judíos y griegos y dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías (cf. Hch 18,4-5).

Algunos lo rechazaban, pero otros como Crispo, jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban (cf. Hch 18,7-8).

El Señor, queridas Hermanas, seguirá haciendo fructificar vuestro trabajo generoso y fiel, donde estéis. Tened la seguridad de que en manos del Señor, seréis instrumentos dóciles. Los frutos no siempre son los que nosotros deseamos. Pero confiando en Dios, vuestra disponibilidad reportará su fruto. ¡Dejemos que sea el Espíritu quien sople sobre las velas de la Iglesia y sobre vuestra congregación religiosa!

2.- Despedida de Jesús

El Señor Jesús habló de forma un tanto enigmática a sus discípulos sobre su despedida: «Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver» (Jn 16,16).

Los discípulos no entendieron lo que les decía, porque estaban acostumbrados a ver las cosas desde sus categorías y puntos de vista propios. A veces resulta difícil situarse en la perspectiva del Señor.

Queridas Hermanas, entiendo que os sea difícil comprender qué quiere el Señor de vosotras. Las Mercedarias vinisteis a Málaga en el año 1976 y ahora sale de aquí esta comunidad.

El Señor, al despedirse de sus amigos, les dijo: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16,20).

Queridas Hermanas, aunque ahora sufráis por tener que abandonar esta casa y esta ciudad, vuestra tristeza se convertirá en alegría. El Señor os recompensará con creces los esfuerzos que habéis sembrado aquí. ¡No lo dudéis!

3.- Agradecimiento a las Hermanas Mercedarias

Vuestro fundador, el Beato Juan Napomuceno Zegrí, fue Canónigo de nuestra Catedral y Vicario general de la Diócesis al final de 1800; y murió en esta ciudad, cerca de aquí.

Las religiosas que han pasado por esta Casa han ejercido su misión con una entrega generosa, fiel y gozosa, atendiendo a los sacerdotes con verdadero cariño y respeto, pendientes de sus necesidades y de hacerles la vida agradable como si estuvieran en familia.

La Diócesis de Málaga agradece a la Congregación de Hermanas Mercedarias de la Caridad su presencia y su dedicación durante estos cuarenta y un años en esta casa sacerdotal. Rezamos por todas y cada una de las Hermanas que sirvieron al Señor en esta casa. En el memento de difuntos rezaremos por las que partieron ya a la Casa del Padre.

Deseo terminar con un texto significativo del Beato Zegrí, muy adecuado para esta celebración: “Hijos queridos de María de la Merced, devotos de esta esclarecida princesa, abrid el pecho, ensanchad el corazón, dilatad el espíritu, sacudid temores y encogimientos, dad lugar al desahogo y a la esperanza, que en la Virgen purísima de las Mercedes tenéis una aurora de felicidades, un río de bendiciones, un arco de paz y de alianza; no he dicho bastante: una madre, la más tierna, la más liberal y benéfica, que no os desamparará por más que os cerquen tribulaciones y angustias. «Qui audit me non confundetur» (“Quien me escucha no quedará confundido”). Y que si la honráis y servís en espíritu y en verdad, os abrirá las puertas del empíreo y os conducirá por su mano a la vida eterna” (Juan Nepomuceno Zegrí, Sermón en la iglesia parroquial de San Ildefonso. Granada, 24.09.1855). Estas palabras tienen gran actualidad hoy para rezarlas y meditarlas.

Agradeciendo, pues, vuestra presencia, vuestra dedicación y vuestro carisma, pedimos a la Virgen de la Merced que os acompañe siempre donde estéis y os cuide con amor maternal. Amén.

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