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Acción de gracias por la Canonización de Madre Cándida de Jesús (Catedral-Málaga)

Publicado: 30/11/2010: 1812

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CANONIZACIÓN DE

MADRE CÁNDIDA MARÍA DE JESÚS

(Catedral-Málaga, 30 noviembre 2010)

Lecturas: Eclo 2, 7-13; Sal 33; 1 Pe 4,7b-11; Mt 11, 25-30.

1. Nos hemos congregado para celebrar la Acción de gracias por la canonización de santa Cándida María de Jesús, fundadora de la congregación de religiosas “Hijas de Jesús”, que tuvo lugar en Roma el pasado día 17 de octubre.

Vuestra fundadora, queridas hermanas, se inspiró en la experiencia y en la conciencia que Jesús tenía de su condición filial. Jesús, el Hijo de Dios, ha querido hacernos partícipes de su filiación divina y nos ha regalado este hermoso don; somos hijos adoptivos de Dios en el Hijo amado Jesucristo; así lo atestigua el Espíritu Santo (cf. Rm 8,16).

El Hijo lo ha recibido todo del Padre, como hemos escuchado en el Evangelio: «Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27).

Nosotros también lo recibimos todo de Dios: la vida, la vocación, los bienes materiales, la gracia divina. Y podemos conocer a Dios-Padre por mediación del Hijo.

2. Madre Cándida interiorizó esta hermosa verdad y quiso que sus religiosas se llamaran “Hijas de Jesús”, animándolas a vivir el espíritu de adopción filial y de libertad interior. Como dice san Pablo a los Romanos: «Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!» (Rm 8,15).

Los que tienen un espíritu de sencillez y humildad, como la Virgen María, pueden conocer las cosas que el Padre revela a su Hijo. Así lo dice Jesús en el Evangelio: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños» (Mt 11,25).

Llamarse “Hijas de Jesús” significa seguirlo como discípulas, estar con Él, contemplar la vida con su mirada, intentar vivir como Él vivió, tratar a la gente como Él la trató, pertenecer a su Iglesia, atender a las personas como Él lo hizo, cumplir la voluntad de Dios.

Vuestra familia religiosa está llamada, de modo especial, a vivir en una actitud filial hacia Dios como Padre, caracterizada por la confianza, el amor, la fraternidad y la alabanza. Este es el hermoso regalo que os legó vuestra fundadora, Santa Cándida, que ahora es propuesta como modelo para todo cristiano.

3. Madre Cándida, cuyo nombre en el siglo era Juana-Josefa Cipitria y Barriola, nació en Andoain (Guipúzcoa-España) el 31 de mayo de 1845 en una familia numerosa de condición humilde.

A los nueve años se mudó con su familia a Tolosa; y pocos años después se trasladaron a Burgos, donde entró al servicio de una familia, a la que siguió unida en su cambio de domicilio a Valladolid. Allí conoció en 1868 al P. Miguel San José Herranz, sacerdote jesuita, quien le ayudó en su camino espiritual de penitencia y oración; y sobre todo en el discernimiento de su vocación.

Dotada de una gran sensibilidad hacia los más necesitados, descubre la precariedad laboral y la difícil situación de muchos pobres, con quienes se identifica, llegando a exclamar: “Donde no hay sitio para los pobres no hay sitio para mí”.

4. Su deseo es descubrir la voluntad de Dios y llevarla a la práctica. En 1869, en la iglesia de “El Rosarillo” en Valladolid, ante el altar de la Sagrada Familia pide al Señor que le muestre su voluntad, que, en palabras de la Santa, queda resumida en: “Fundar una Congregación con el nombre de Hijas de Jesús, dedicada a la salvación de las almas, por medio de la educación e instrucción de la niñez y juventud”.

Dos años después comienza la aventura con otras cinco mujeres, confiando plenamente en el Señor para realizar “lo que Dios quiere”. Con el nombre de Cándida María de Jesús funda la Congregación de las Hijas de Jesús en la iglesia de la Clerecía, en Salamanca, importante ciudad universitaria en aquel momento.

Resulta sorprendente, queridos hermanos, que una mujer, con apenas estudios y pocos medios materiales, lleve adelante una obra de educación y de formación de jóvenes. Esta obra no era siquiera original en la segunda mitad del siglo XIX, en el que hubo gran número de fundaciones de congregaciones dedicadas a la formación de la juventud. ¿Dónde radica entonces la genialidad de Madre Cándida? En haber descubierto, desde la oración y la relación personal con el Señor, lo que Él esperaba de ella; y el haber confiado plenamente en Dios, como hemos oído en la exhortación del libro del Eclesiástico: «Los que teméis al Señor, confiaos a él, y no os faltará la recompensa» (Eclo 2,8). Madre Cándida de Jesús experimentó profundamente la pobreza, personal e institucional, que vivió con un amor grande e infinito al Padre, que nunca nos abandona. Ella confiaba en que Dios resolvería todas las necesidades.

5. Ella tuvo ojos para descubrir las necesidades de sus paisanos y contemporáneos; con la luz del Evangelio quería que la vida de las demás personas quedara iluminada. Le preocupaba la salvación de las almas, la falta de instrucción de las jóvenes, las pobrezas de todo tipo. Ella misma había experimentado en carne propia lo que muchas jóvenes hacían en su época de salir de sus casas para trabajar en otras ciudades y servir en familias ajenas. Y ella desde la fe, desde el Evangelio, desde el amor a Dios, desde la confianza en el Padre, intenta ayudar a estas personas: ésta su genialidad.

Muy pronto su obra comenzó a extenderse por toda la geografía española, creando escuelas en Peñaranda de Bracamonte, Arévalo, Tolosa, Segovia, Medina del Campo. Más tarde, en 1911 saldrían las primeras Hijas de Jesús para Brasil, donde abrirán nuevas casas, haciendo realidad su sueño: “Al fin del mundo iría yo en busca de almas”. Éste sería el primer paso de la expansión internacional de la Congregación, presente actualmente en 16 países.

El 9 de agosto de 1912 muere en Salamanca la Madre Cándida, mujer sencilla y valiente, que hizo de su vida una constante entrega a la voluntad de Dios. Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996.

Durante el mes de julio de 2009 Benedicto XVI autorizó a promulgar el decreto del milagro. Y en febrero de 2010 Benedicto XVI anunció su canonización para el 17 de octubre de este mismo año, en Roma, donde algunos de nosotros tuvimos la dicha de estar presentes.

6. Juan Pablo II recordó en su beatificación cómo la futura santa “plasmó su caridad hacia el prójimo en la fundación de la congregación de las Hijas de Jesús, con el carisma de la educación cristiana, de la infancia y de la juventud”.

La congregación religiosa está dedicada a la educación en sus múltiples formas. Éste es un modo de anunciar a todos el Evangelio. Les mueve el deseo de actuar con cada persona como Jesús lo hizo, ayudándola a crecer desde dentro, rescatando en ella lo mejor de sí misma, dando una mano para que se ponga en pie quien estaba encorvado, vea quien no podía ver, hable quien no tenía la palabra, encuentre respiro quien estaba oprimido bajo cualquier carga, pueda caminar por sí mismo quien no tenía libertad.

Las Hijas de Jesús buscan que sus escuelas sean un lugar de encuentro de la comunidad cristiana por medio de un clima educativo impregnado de valores cristianos y favorables al desarrollo personal, una pedagogía atenta a la persona concreta y a sus circunstancias, un enfoque positivo de la educación.

Junto con la educación, el carisma de Santa Cándida de Jesús abarca una gran sensibilidad por las personas más necesitadas y abandonadas: atención a los inmigrantes, la promoción de la mujer, la pastoral penitenciaria, la infancia en riesgo, la pastoral familiar y hospitalaria, la evangelización de los que no han oído hablar de Jesús y la atención a personas desplazadas o en riesgo.

7. La canonización de la Fundadora debe ser una fuerte llamada a una vida más santa y entregada al sueño de vivir cada día más según los valores del Evangelio y más centrada en la persona de Jesucristo, como fue la Madre Cándida.

La canonización de santa Cándida María es una ocasión de gracia que Dios otorga a la Iglesia y, muy en particular, a la congregación para que las Hijas  de Jesús vuelvan sobre sus propios orígenes y carisma, renovando así la vida de la congregación.

Os animo a que con este motivo renovéis el carisma fundacional. La vuelta a las fuentes ha renovado y rejuvenecido siempre cualquier congregación religiosa; y siempre el abandono de las fuentes ha hecho estéril el trabajo de muchos consagrados.

Esa misma invitación la hago también a quienes participáis de cerca del trabajo de la congregación de las Hijas de Jesús y a los educadores que trabajáis con ellas y os sentís vinculados a ellas. El ejemplo de santa Cándida de Jesús nos anima a todos a profundizar en la voluntad de Dios en nuestra vida, a confiar plenamente en Dios.

8. La Virgen María ocupó un puesto especial en santa Cándida y lo ocupa en vuestra vida de fe, queridas hermanas. La Virgen es la madre, la compañera, la estrella que orienta en el camino, la creyente que proclama las grandes obras de Dios realizadas en los pobres y pequeños, la discípula que nos enseña cada día cómo permanecer en el seguimiento de Jesús.

Santa Cándida llamaba a la Virgen la verdadera Fundadora del Instituto, y cuya protección siempre buscaba. Parece ser que en casi todas sus cartas empiezan con la frase “La Purísima Virgen nos cubra con su manto”.

Pedimos a la Santísima Virgen nos acompañe y que nos ayude a descubrir qué quiere Dios de cada uno de nosotros.

Madre Cándida fue muy devota de la Virgen, especialmente del misterio de su Inmaculada Concepción; este misterio en el que celebramos de manera particular el triunfo de la gracia divina sobre el mal y el pecado.

¡Que el Señor nos conceda, por la intercesión de Santa Cándida María de Jesús, ser fieles a su voluntad y vivir en plena confianza como hijos de Dios! Amén.

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