DiócesisHomilías Festividad de Santa Cecilia (Parroquia de Santa Cecilia-Ronda) Publicado: 21/11/2010: 1712 FESTIVIDAD DE SANTA CECILIA (Parroquia de Santa Cecilia - Ronda, 21 noviembre 2010) Lecturas: 2 Sam 5,1-3; Col 1,12-20; Lc 23,35-43. 1. Un saludo cordial a D. José-Emilio, párroco; también a D. Manuel que nos acompaña. A los dos diáconos y ministros del altar. Y a toda la feligresía de esta preciosa parroquia de Santa Cecilia, unida también a la de Nuestro Padre Jesús. Tenía muchos deseos de celebrar con vosotros porque había venido en distintas ocasiones, pero habían sido otro tipo de visitas para ver las obras o por otras razones. Y ya tenía deseos de poder presidir la Eucaristía. Como mañana no podía estar porque tengo Asamblea Plenaria con todos los obispos de España, en Madrid, a D. José-Emilio le propuse que fuera hoy y con mucho gusto estoy con vosotros. Hemos hecho un signo al empezar la Eucaristía: el de derramar agua bendita sobre nosotros. Ese signo estaba recordando nuestro bautismo. En nuestro bautismo recibimos ya el Espíritu Santo, fuimos ungidos por el Espíritu. ¿Qué relación y qué vinculación tiene el bautismo con la confirmación? Muchísima. Son dos momentos de donación del Espíritu. Mediante el bautismo el Señor nos hace hijos de Dios, miembros de la Iglesia, hermanos de Jesucristo, nos perdona el pecado original y todos los pecados que hubiera –si fuéramos ya adultos durante el bautismo– y entramos a formar parte, a ser miembros de un Reino especial. 2. Hoy celebramos la solemnidad de Cristo Rey, pero el reinado de Cristo es un reinado muy diferente. Nosotros fuimos ungidos por el Espíritu en el bautismo y hechos ciudadanos del Reino de Cristo. Hoy los confirmados seréis ungidos por el Espíritu para completar la iniciación cristiana. Antiguamente a los reyes, para desempeñar esa tarea, les ungían en la cabeza. Lo mismo que os voy a hacer a vosotros: os voy a ungir en la frente. Pero antes cogían un cuerno de animal, lo llenaban de aceite y lo derramaban por la cabeza para consagrar a los reyes, a los sacerdotes y a los profetas. Cuando nos bautizaron, con esa unción nos ungieron la crisma, la cabeza, y nos hicieron reyes, sacerdotes y profetas, a semejanza de Jesucristo. 3. En la carta de san Pablo a los colosenses decía: “Te damos gracias Padre porque nos has sacado de las tinieblas y nos has llevado al Reino de tu Hijo Jesús” (cf. Col. 1,12-13) Eso ocurrió en el bautismo, ahora en la confirmación se perfecciona. ¿Qué ha hecho en el Señor? Vivíamos en un estado o estilo de vida de tiniebla, de egoísmo, de pecado, de sinsentido de la vida y el Señor nos ha arrancado de ese reino, nos ha sacado de esa tiniebla, de ese estilo egoísta de vivir, de esa forma de vivir sin amor, sin ser amado y sin amar, y nos ha trasladado al Reino de su Hijo querido, que tiene las características ese Reino. Hoy es día de darle gracias a Dios porque nos ha sacado de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de las cadenas que nos ataban, al pleno movimiento, a una cierta autonomía pero dependiente siempre de Dios. 4. La fiesta de hoy es de mucha alegría, de gozo y de acción de gracias. Demos gracias a Dios, como dice san Pablo a los Colosenses, que nos ha sacado de las tinieblas, de un reino en el que no se vive bien, a otro Reino distinto al que estábamos. Ese paso de un reino a otro, aparte de ser una gracia, es un regalo de Dios, porque nadie estamos en condiciones de hacerlo en propia voluntad. Una persona que esté encadenado, o que esté en la cárcel, o uno que esté ciego, por sí mismo no puede salir tiene que venir alguien a rescatarlo, tiene que venir alguien con una llave para abrir la puerta o para romperle las cadenas, o para sacarlo de las mazmorras, porque con las fuerzas propias no puede salir. Ese Alguien, en este caso es Jesucristo. Jesucristo se ha rebajado hasta nosotros, se ha acercado hasta nosotros y nos ha abiertos las puertas de esa cárcel, de ese reino de tinieblas en el que estábamos y nos ha hecho salir. En primer lugar, por tanto, gracias sean dadas a Dios que, a través de Jesucristo, nos ha hecho ciudadanos de un Reino nuevo. 5. ¿Qué características tiene este Reino? Tipos de reyes y tipos de reinos hay muchos y de monarquías las que queramos. Todas las monarquías se basan en que la máxima voluntad es la voluntad del rey. La voluntad del rey es ley, es norma, hay muchos tipos de reinos. También Lucifer tiene su propio reino, el reino de la mentira. Hay pues muchos tipos de reinados: está el de la mentira, el de la manipulación, el del trapicheo negativo, muchos reinos. ¿Por qué se caracteriza el Reino de Jesús? A ver: decidme una característica que tenga el Reino de Jesús. (Responden los feligreses: amor). El amor. Es un reinado que se caracteriza porque los que son ciudadanos de ese Reino en primer lugar son amados. Cuando un hijo vuestro viene al mundo, ¿quién ama primero: el niño a sus padres o vosotros a vuestro hijo? Está claro verdad, los padres al hijo. La primera experiencia que tiene el hijo es la de ser amado. Cuando experimente ser amado será capaz de amar. En la relación entre Dios y el hombre pasa lo mismo. Nuestra primera experiencia es la de ser amados por Dios y lo ha manifestado a través de su Hijo Jesucristo. En segundo lugar el que es amado, el que experimenta ser amado es capaz después de amar, de corresponder al Amor. Por tanto, una primera característica, la del amor pero que inicialmente parte de Dios, Dios toma la iniciativa. Dios comienza amándonos. Después es la norma que deber regir nuestra vida, la de ser capaces de amar. 6. Otra característica de ese reinado. (Responde una feligresa: un reinado de paz). Efectivamente, un reinado de paz. Esto no quiere decir que no haya guerra. Paz significa comunión, intimidad en el entenderse; significa una sintonía de las personas, una paz especial. ¿Por qué? Porque la Paz es Cristo. El que ha venido a traer la paz al mundo es Cristo, Cristo es la Paz. Por tanto, el que vive en ese Reino vive con Cristo, vive con la Paz; y los de ese reinado, viviendo con quién es la Paz, son capaces de ser pacificadores, que no es lo mismo que pacifistas. Pacifista es un nivel inferior a pacificadores. Hay una bienaventuranza que dice: “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (Mt 5, 9) Los que trabajan por la paz son los que colaboran con la paz, los que buscan la paz, los que promueven la paz. 7. Otra característica de ese reino. (Responde una feligresa: un reinado de justicia). Justamente, un reinado de justicia, en el sentido de salvación. Justicia, la de Dios, es siempre salvífica. Cuando un reo, cuando un acusado acepta su pecado, su trasgresión de la ley, reconoce que ha realizado esa acción. En la justicia humana ¿que suele hacerse? Suele ser castigado, se le aplica la ley. Y la ley aplicada a este acto delictivo es la pena. ¿La justicia de Dios funciona así? Si funcionara así estaríamos arreglados. Cuando uno se pone delante del Señor y le dice: “Señor, sí he pecado, he fallado, merezco el castigo”. ¿Dios nos castiga? Dios nos perdona. La justicia de Dios perdona siempre al corazón arrepentido. Por tanto es una justicia siempre de perdón. Dice un refrán que “Dios perdona siempre, los hombres a veces, la naturaleza no perdona nunca”. Pero Dios perdona siempre. El estilo del ciudadano del Reino de Dios sabe perdonar, y perdonar es olvidar. 8. Hay más características. A ver otra. (Responde una feligresa: un reinado de libertad). Libertad. Hemos hablado ya que era el paso de unas cadenas, de una mazmorra a la plena libertad de los hijos de Dios. Hay más características. Una que también hemos dicho antes. El paso de las tinieblas a la Luz. Es un reinado de Luz que ilumina la vida. Nuestra vida con la luz del Evangelio y la luz de Cristo tiene otro color. Un cristiano no puede estar triste, suceda lo que le suceda. Un cristiano debe ser un ser alegre, una persona alegre, porque se siente amado, se siente perdonado, se siente en paz con el Señor, se siente hijo de Dios porque es hijo de Dios. Un reino de Luz. Todos los bautizados formamos parte de ese Reino del que hoy la Iglesia y la Liturgia nos anima a celebrar, el reinado de Cristo, Cristo Rey. Somos ciudadanos de ese Reino. Ahora cabe un trabajo que esos ciudadanos tienen que trabajar para que ese Reino en su corazón, empezando por el corazón propio, esté iluminado por esas características del Reino de Dios. 9. El Señor nos da su Espíritu, su fuerza y su gracia para que seamos capaces de vivir como ciudadanos de ese Reino. Podemos hacerlo si tenemos un compromiso de hacerlo. El Señor quiere que barramos de nuestro corazón todo lo que vaya contra ese reinado: rencores, rencillas, mentiras, tinieblas, egoísmos... todo eso hay que barrerlo. Y hay que barrerlo para que Él se siente en el pequeño trono de nuestro corazón a gusto, para que esté a gusto dentro de nosotros. Los confirmandos hoy vais a recibir la fuerza del Espíritu. Se os va a dar el sello del don del Espíritu para seros capaces de ser testigos de ese Reino. Vais a ser hoy hechos testigos especiales de ese Reino. Lo eráis por el bautismo, ahora lo vais a ser de forma especial por la confirmación. Vais a salir ya ciudadanos, que hasta ahora no lo eráis, ciudadanos de pleno derecho. Es como hay ciudadanos menores de edad que no tienen derecho a votar, no tienen derecho a ciertas cosas. Pues los no confirmados son ciudadanos, digamos, con menor nivel de ciudadanía que los confirmados. Por eso os felicito a todos los adultos que os vais a confirmar hoy también, además de los jóvenes. Y animo a que invitéis a todos aquellos bautizados adultos que no estén todavía confirmados a que contacten con el párroco y que no quede ningún adulto sin confirmar. Ningún bautizado adulto sin confirmar, porque son ciudadanos de segunda categoría y porque no tienen la fuerza del Espíritu para ser auténticos testigos. 9. Vamos a terminar y os invito a los confirmandos a que os toméis en serio eso de ser ciudadanos del Reino de Cristo. Es un Reino maravilloso y no es un cuento de hadas, es una realidad. Voy a terminar con una característica que es muy realista, aparentemente es menos bonita, pero no es menos realista. ¿Los reyes de la tierra qué tipo de trono suelen tener?, ¿dónde suelen vivir?, ¿qué tipo de trono tienen?, ¿dónde se sientan, en una piedra? Viven en palacios, gobiernan desde grandes tronos o grandes doseles. ¿Cuál es el trono del Rey llamado Jesucristo? La cruz. La cruz es su trono. Quien tenga miedo a la cruz; es decir, al seguimiento de Cristo, a la renuncia. Quien tenga miedo a la cruz no puede apuntarse a este Reino. Pero la cruz es el trono de Cristo. Cruz significa seguir a Jesucristo, tomar la cruz es ese sígueme, imítame, haz como Yo he hecho. Yo he dado la vida en la cruz, tú puedes dar la vida donde Dios te la pida cada día: en la familia, en la fábrica, en el trabajo, en la escuela, en la universidad, en la parroquia. Hay que dar cada día un poco la vida, un testimonio. Vuestra Patrona Santa Cecilia, que mañana la celebraréis, dio su vida por su Rey, entregó su vida. Por eso mañana la celebraréis como Santa y Patrona. ¿Estáis dispuestos a sentaros en ese trono? Espero que sí. Eso se sabrá mañana, pasado, y el otro… Lo sabréis cuando vengan las dificultades, cuando haya que perdonar al otro que me ha ofendido, cuando haya que hacer tantas cosas y cuando tenga que compartir lo mío con otros que no tienen tanto. Espero que cada día os sentéis en el trono de la cruz. Que así sea. Más artículos de: Homilías Jornada de la vida naciente (Catedral-Málaga)Eucaristía en la parroquia de la Inmaculada Concepción (Arroyo de la Miel) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir