DiócesisHomilías Fiesta de la Presentación del Señor (Catedral-Málaga) Publicado: 02/02/2011: 2837 EN LA FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR (Catedral-Málaga, 2 febrero 2011) Lecturas: Ml3, 1-4; Sal 23; Hb 2, 14-18, Lc2, 22-40. 1. Un fraternal saludo a mis hermanos sacerdotes, concelebrantes en esta liturgia de la Presentación del Señor; en particular al Vicario episcopal para la Vida consagrada. Saludo también con afecto a todos los consagrados en la vida religiosa. Queridos fieles todos. Como hemos escuchado en el Evangelio, María y José llevan al niño Jesús al templo de Jerusalén, según la Ley mosaica, para ofrecerlo al Señor (cf. Lc 2, 22). Simeón y Ana, inspirados por Dios, reconocen en aquel Niño al Mesías esperado y profetizan sobre él. La fiesta de la Presentación del Señor en el templo, celebrada cuarenta días después de la Navidad, nos permite contemplar un misterio de la vida de infancia de Jesucristo, el Consagrado del Padre. Vemos al Niño Jesús en los brazos de su madre, la Virgen María, que entra en el templo como Señor majestuoso; así lo anuncia el oráculo del profeta Malaquías: «De pronto entrará en el santuario el Señor, a quien vosotros buscáis» (Ml 3, 1), a quien todo el pueblo de Israel esperaba con ansia. Por fin entra en su casa «el mensajero de la alianza» (ibid.); pero lo hace de modo humilde y sencillo, en actitud de obediencia Dios y a las prescripciones de la Ley: la purificación de la madre, la ofrenda del primogénito a Dios y su rescate mediante un sacrificio. Al inicio de nuestra celebración hemos acompañado al Señor en su entrada al templo con nuestros cirios encendidos y aclamándolo como «Rey de la gloria» y «Señor, fuerte en la batalla» (Sal 23, 7. 8). 2. Jesucristo, el Enviado de Dios, ha entrado en el mundo con un cuerpo humano, como dice la carta de san Pablo a los Filipenses: «El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre» (Flp2, 6-7). Se ha rebajado, haciéndose hombre como nosotros; Él se ha hecho uno de nosotros; san Pablo nos invita a ser como Él, a pensar como Él, a vivir como Él: «Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo» (Flp2, 5). Si el Hijo de Dios se ha acercado a nosotros y ha querido vivir como uno de nosotros, estamos invitados a vivir como Él; a seguirle de cerca. Hoy celebramos la Jornada de la Vida consagrada, cuyo lema es: «Firmes en la fe» (Col 2, 7). Jóvenes consagrados, un reto para el mundo. Lo hacemos en el marco de la preparación a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, en agosto de 2011. Por eso este año hemos invitado de modo especial a los jóvenes, para celebrar juntos esta Jornada con las personas de especial consagración. Desde los distintos templos parroquiales nos unimos todos en esta fiesta común de agradecimiento a Dios y de oración por las personas de especial consagración. El Señor nos anima a vivir arraigados y fundamentados en Él. San Pablo predicó el Evangelio a los corintios y les recordaba que debían mantener los fundamentos de la fe sin alterarlos: «Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo» (1 Co 3, 11). Queridos jóvenes, construid vuestra vida sobre la roca firme, que es Cristo; poned vuestro presente y vuestro futuro en manos de Dios; dejad que sea Él quien guíe vuestro camino; no tengáis miedo de poneros en las manos de Dios; no os preocupéis, que no os defraudará; al contrario, os concederá vivir con mayor plenitud de amor y de esperanza. Siguiendo a san Pablo, os exhorto a plantear adecuadamente vuestra vida y a construir bien sobre la roca firme: «Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye!» (1 Co 3, 10). 3. Y a vosotros, queridos consagrados, sobre todo los jóvenes, os recuerdo el lema de hoy: “Sois un reto para el mundo”. Entiendo que la juventud no tiene sólo un significado cronológico, sino que es también un estilo de vida, una actitud ante el mundo, una cualidad de la mente. Hay muchos consagrados, con bastantes años de edad cronológica, que mantienen su corazón fresco y juvenil. Acompañando a los jóvenes y compartiendo con ellos la ilusión y la esperanza es más fácil permanecer en lozanía y vitalidad. La Iglesia os pide que acompañéis a los jóvenes en el camino de preparación y en la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en agosto de 2011 en Madrid. Allí nos encontraremos con jóvenes de todo el mundo, reunidos en torno al Papa Benedicto XVI. Allí podremos festejar al iniciador de las Jornadas Mundiales de la Juventud, el Papa Juan Pablo II, que ha sido proclamado Patrono de las mismas (cf. Card.Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, Congreso para preparar la próxima Jornada, Madrid, 14XII.2010). Queridos consagrados, vosotros sois un reto para el mundo y un ejemplo para los jóvenes. Vosotros nos recordáis a todos la importancia absoluta de Dios en nuestras vidas; vosotros hacéis presente en este mundo, de modo especial, lo que es la vida del cielo; vosotros tenéis la tarea de ayudar a los jóvenes a descubrir cuál es su camino y su misión. Cuando ellos os contemplen, que puedan descubrir, a través de vosotros, la persona de Jesucristo; cuando ellos titubeen en la fe, sed para ellos fortaleza e infundidles esperanza; ayudadles a encontrar el sentido de su vida. 4. “Firmes en la fe” significa para todo cristiano estar fundamentado en las raíces de la fe de la Iglesia; nutrirse de la savia, que recorre la vid verdadera, que es Cristo (cf. Jn 15,1); beber de la fuente de agua, que mana para la vida eterna, como le dijo Jesús a la Samaritana (cf. Jn 4,14); significa también dar buenos frutos en sazón (cf. Mt 7,18). “Firmes en la fe” implica ofrecer a nuestros contemporáneos el sentido de la vida, que tal vez han perdido; ayudar a la búsqueda incansable de Dios. ¡Cuántos jóvenes y otras personas están buscando a Dios, pero no encuentran el camino adecuado, o lo hacen de manera equivocada! Ser “firmes en la fe” conlleva acompañar a quien se alejó de Dios y de la Iglesia, para volver con corazón nuevo. Las personas de especial consagración tenéis ante vosotros un gran reto en este mundo secularizado. Sois la luz, aunque sea tenue y débil, que alumbra el camino del que transita por las tinieblas; sois la señal indicadora, que anuncia el verdadero camino de acceso a Dios; sois la mano amiga, que acompaña al encuentro con Cristo. Manteneos “firmes en la fe”; profundizad las auténticas raíces de vuestro carisma propio; volved a las fuentes fundacionales; sed dóciles al don suscitado por el Espíritu Santo en su Iglesia. Como el anciano Simeón, seguid el impulso del Espíritu (cf. Lc2,27); sólo de este modo podréis ser “reto para el mundo”. Sólo así podréis las personas de especial consagración afrontar los grandes desafíos de la sociedad actual, desde la fidelidad al propio carisma, en los diversos campos de acción: contemplación, misión “ad gentes”, educación y cultura, comunicaciones sociales, diálogo ecuménico e interreligioso, cuidado de personas enfermas y ancianos; atención a los pobres. Agradezco la presencia en nuestra Diócesis de tantas personas consagradas, que vivís entregados en ayudar a las personas que se encuentran en estas necesidades; y hacéis actual el carisma de vuestro Fundador respectivo. ¡Gracias por vuestra presencia! ¡Gracias por llevar adelante la misión, que el Señor os confió, cuando os llamó a la vida de especial consagración! La llamada del seguimiento cercano a Jesucristo exige, como bien sabéis donación plena, exclusiva y perpetua, viviendo los consejos evangélicos. En épocas de crisis, como la nuestra, sólo hombres y mujeres de fe, de oración, de contemplación, de profunda unión con Cristo y con todos los hombres, ofrecen garantías de fidelidad. 5. El Papa Benedicto XVI, al inicio de su pontificado, nos hizo esta invitación: “Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana... Queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida” (Homilía en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005). Y el Papa Juan Pablo II decía: “A vosotros, jóvenes, os digo: si sentís la llamada del Señor, ¡no la rechacéis! Entrad más bien con valentía en las grandes corrientes de santidad, que insignes santos y santas han iniciado siguiendo a Cristo. Cultivad los anhelos característicos de vuestra edad, pero responded con prontitud al proyecto de Dios sobre vosotros, si Él os invita a buscar la santidad en la vida consagrada. Admirad todas las obras de Dios en el mundo, pero fijad la mirada en las realidades que nunca perecen. El tercer milenio espera la aportación de la fe y de la iniciativa de numerosos jóvenes consagrados, para que el mundo sea más sereno y más capaz de acoger a Dios y, en Él, a todos sus hijos e hijas” (Juan Pablo II, Vita consecrata, 106). Queridos fieles, queridos jóvenes, queridas personas de especial consagración, religiosos y religiosas, pedimos la maternal y poderosa intercesión de la Virgen María, que supo vivir arraigada y firme en la fe, aceptando siempre la voluntad de Dios. ¡Que Ella nos ayude a permanecer fundamentados en Cristo, roca de nuestra fe! ¡Que estemos siempre abiertos a los planes del Señor, que nos invita a seguirle de cerca! ¡Que nuestra vida sea fiel testimonio del Evangelio! ¡Y que seamos agradecidos por el carisma que el Señor ha otorgado a cada uno de nosotros! Amén. Autor: diocesismalaga.es Más artículos de: Homilías Miércoles de Ceniza (Catedral-Málaga)Acción de gracias por la Beatificación de Fray Leopoldo (Catedral-Málaga) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir