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Visita a la parroquia de San Sebastian (Antequera)

Publicado: 01/02/2009: 2318

PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN

(Antequera, 1 febrero 2009)

Lecturas: Dt 18, 15-20; 1 Co 7, 32-35; Mc 1, 21-28.  

Domingo IV del Tiempo Ordinario

 

1. He venido a celebrar la Eucaristía por primera vez a esta comunidad cristiana de San Sebastián, en Antequera. Es mi primer encuentro con vosotros y espero que el Señor nos permita hacer juntos un camino, para conocerle mejor, para escucharle y para llevar a cabo lo que Él nos pida a cada uno de nosotros.

¿Recordáis lo que hemos cantado en el Salmo responsorial? «Ojala escuchéis hoy la voz del Señor. No endurezcáis el corazón» (Sal 94). El Señor nos pide que abramos nuestros oídos y nuestro corazón a Él.

Hoy es un día de lluvia; la tierra está abierta y recibe la lluvia; se esponja y queda fecunda. ¿Qué ocurre si echamos agua sobre una piedra? El agua no penetra en la piedra; ésta sólo se moja por fuera y el agua resbala, sin penetrar dentro y ablandarla. Pero si echamos agua en la tierra, penetra en ella, la ablanda y la hace apta para producir frutos.

También nosotros somos como tierra, que está preparada para escuchar la semilla de la Palabra de Dios. El Señor quiere que le escuchemos; que su Palabra penetre dentro de nosotros, como agua benefactora; y que nos haga tierra fecunda, donde pueda germinar su Palabra y producir frutos: de amor, de perdón, de bondad, de obediencia.

Vuestros padres desean que vosotros les escuchéis y que les obedezcáis. ¿No es así, queridos padres? Cuando habláis con vuestros hijos, queréis que os escuchen y que os obedezcan, porque lo que les decís es por su bien. Cuando el Padre del cielo nos habla a través de Jesús, que es su Palabra, quiere que le escuchemos, para obedecer lo que su Palabra nos dice.

2. La Palabra de Dios está escrita en el Libro de libros, que se llama la Biblia. Pero su Palabra también la escuchamos en nuestro corazón, a través del Espíritu Santo, que se nos regaló en el bautismo.

¿Qué ocurrió en el bautismo de Jesús? Cuando Jesús entró en el agua del Jordán, donde estaba Juan el Bautista bautizando, se escuchó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo amado, escuchadle» (Mt 3, 17). Dios Padre nos ha hablado por medio de su Hijo Jesús.

Dios hablaba al pueblo de Israel a través de Moisés; y el pueblo tenía miedo de escuchar directamente a Dios y  de verle cara a cara, porque temían que, viendo cara a cara a Dios, morirían. El pueblo le pedía a Dios que no le hablara directamente. Por eso Él les hablaba por medio de Moisés y se manifestaba a través de signos (humo, agua, montaña, fuego, rayo, trueno).

Dios promete al pueblo que vendrá otro Moisés, otro Profeta; y ese Profeta es Jesús de Nazaret. Escuchando a Jesús, escuchamos a Dios Padre; viendo a Jesús, vemos a Dios Padre. Cuando el apóstol Felipe le pidió a Jesús: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14, 8), Jesús le contestó: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14, 9).

Dios nos invita hoy a escuchar su Palabra eterna, que es Jesús. Pero escuchar implica obediencia. En este primer encuentro que tengo con vosotros deseo que nos ayudemos mutuamente a escuchar la Palabra de Dios y a ponerla en práctica.

3. Quiero saludar con afecto al párroco, D. Jaume, quien regenta la parroquia con gran celo pastoral; él me ha presentado a varios de vosotros como buenos colaboradores de la parroquia.

Nuestra tarea, como cristianos, es vivir la fe y ayudar a los demás a vivirla. Hemos de educar a las nuevas generaciones, para que conozcan y escuchen la Palabra de Dios; para que amen a Jesucristo. A la catequesis se viene para conocer mejor a Jesús y amarle. Las catequesis no tienen como finalidad última recibir un sacramento, sino conocer mejor a Jesús y amarle más, siguiéndole como discípulos. La tarea, pues, de la comunidad cristiana es educar en la fe a las nuevas generaciones, para que escuchen la Palabra y la cumplan (cf. Lc 8, 21).

Los apóstoles, los santos y quienes han seguido de corazón a Jesús no han hecho lo que querían, sino que han cumplido la voluntad de Dios en sus vidas. La Virgen María, cuando se le acercó el ángel Gabriel, no le respondió que ella  tenía sus propios proyectos, sino que le dijo: «He aquí esclava del Señor» (Lc 1,38). La Virgen, al escuchar el mensaje del ángel de Dios, dijo: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).

4. Nosotros hemos de estar a la escucha atenta de la Palabra de Dios, porque hay muchas voces y muchos estímulos en nuestra sociedad, que nos empujan a comportarnos con unas formas y unos modelos, que no están de acuerdo con el estilo de Jesús. Hay ciertas modas, incluso apoyadas por algunas leyes, que nos seducen; y si nos oponemos a dichas modas, se nos tacha de estar atrasados y de ser unos anticuados.

Pero nosotros sólo hemos de escuchar y de obedecer la Palabra de Dios. Nuestro comportamiento debe seguir la voluntad del Maestro y Señor Jesucristo, rechazando las modas que se alejan del camino de la vida. Os invito, por tanto, queridos miembros de la comunidad cristiana de Antequera, a escuchar la voz de Jesús y a obedecerle; obedecer significa: escuchar y aceptar lo que se nos dice.

Me acompañan el Sr. Vicario General, D. Alfonso y el Diácono, D. Antonio. Queremos celebrar esta Eucaristía con vosotros y pedirle al Señor que nos ayude a renovar nuestro compromiso bautismal. Tal vez tengamos que purificar algunas cosas de nuestra fe, actualizar otras y revisar cómo vivimos el cristianismo.

Jesús, como se ha dicho en el Evangelio, hablaba con autoridad; su enseñanza da sentido a nuestra vida y es para nuestro bien.

Vamos a pedirle a la Virgen María que nos ayude a vivir como Ella; al igual que escuchó la Palabra de Dios y la obedeció, que nos ayude a escuchar la voz de Dios y a obedecerla.

Amén.

Autor: diocesismalaga.es

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