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Fiesta de los santos Ciriaco y Paula (Parr. de los Santos Mártires-Málaga)

Publicado: 18/06/2009: 2560

FIESTA DE LOS SANTOS CIRÍACO Y PAULA
(Parr. de los Santos Mártires-Málaga, 18 junio 2009)

 Lecturas: Is 42,1-4,6-7; Sal 28; Hch 10,34-38; Mc 1, 7-11.

 

1. La liturgia de hoy nos ofrece la fiesta del bautismo de Jesús, que es la última celebración del tiempo de Navidad. Hemos estado celebrando y meditando las manifestaciones o teofanías de Dios: el misterio del nacimiento del Señor en un pesebre, la adoración de los Magos. Hoy celebramos la manifestación en el río Jordán, cuando Jesús va a ser bautizado (cf. Mc 1,7-11).

La liturgia nos ofrece, junto al protagonismo de Jesús, la acción del Espíritu Santo. El profeta Isaías, que escribe unos seiscientos años antes del nacimiento de Jesús, nos habla del Siervo de Yahvé, haciendo referencia a Jesús: Él es el elegido por Dios, en quien Dios Padre se complace. En ese Siervo está el Espíritu de Dios: «He puesto mi espíritu sobre él» (Is 42,1).

2. El Siervo de Yahvé es ungido por el Espíritu, manifestado en el Jordán por la presencia de una paloma. Y la unción del Espíritu marca un estilo. ¿Cuál es el estilo del Siervo de Yahvé?

En los cánticos del profeta Isaías el Siervo de Yahvé afronta la situación, poniendo su rostro al ser escupido y maltratado por los hombres;  es un varón de dolores, despreciado. Las cofradías de Pasión entendéis bien esto, porque procesionais por las calles imágenes de Cristo con su rostro sufriente, dolorido y ensangrentado.

Ese Siervo tiene un estilo especial: «No vociferará, ni alzará el tono y no hará oír en la calle su voz; la caña cascada, no la partirá, no la quebrará y la mecha mortecina, el pábilo vacilante, no lo apagará. No desmayará, sin embargo, ni se quebrantará hasta implantar en la tierra el derecho. Y su instrucción atenderán las islas» (Is 42,2-4).

Es un estilo de siervo sencillo y humilde, que se deja pisotear y maltratar. Pero en Él está el Espíritu de Dios; en Él está la fuerza de Dios; en Él está la grandeza de Dios, aunque de modo escondido. A los humanos les resulta difícil descubrir en el Siervo de Yahvé la presencia de Alguien grande. Pero ese es su estilo.

La actitud del Siervo de Yahvé trae unos frutos: justicia, paz, alianza con el pueblo, luz para las gentes, curación de la vista a los ciegos, liberación de los presos, iluminación a quienes viven en tinieblas (cf. Is 42, 6-7). Todo esto son buenos frutos; porque el Siervo de Yahvé hace el bien por donde pasa.

3. Esta imagen de Jesús en el día de la fiesta del bautismo del Señor nos está enseñando muchas cosas, queridos hermanos. Nos está dando ejemplo de un estilo: el estilo de Cristo, el estilo del Siervo de Yahvé. No pretende grandes cosas; no quiere ser honorado como rey, sino que quiere pasar desapercibido. Ungido por el Espíritu de Dios este Siervo pasa haciendo el bien.

¡Cuánto tenemos que aprender todos nosotros, los feligreses de la parroquia y los hermanos de todas las cofradías y hermandades! Ser como el Siervo de Yahvé: No gritar por las calles, no vociferar, dar testimonio de la Verdad de forma callada y sencilla.

Eso mismo es lo que hicieron los Mártires Ciriaco y Paula, a primeros del siglo IV. Ofrecieron su rostro como pedernal a los insultos, salivazos y bofetadas, como Cristo, el Siervo de Yahvé (cf. Is 50,6-7). Ese fue el testimonio de Ciriaco y Paula en la persecución de Diocleciano, como hicieron otros santos mártires, contemporáneos suyos: Justo y Pastor en la romana Complutum (actual Alcalá de Henares), Eulalia en Mérida; Valero, Obispo de Zaragoza, y su diácono Vicente, en Valencia.

4. En nuestra nación no parece que estemos en tiempos de persecución cruenta; aunque sí lo están en otras naciones y estuvimos nosotros a mediados del siglo pasado. Pero existen muchas formas de persecución contra los cristianos: algunas se presentan con gran sutilidad, con guante blanco.

Pero el Señor desea que nosotros sepamos dar testimonio hoy, al inicio del siglo XXI, de lo que es y de lo que significa Jesucristo y su obra salvífica. Así lo ha manifestado el Hermano Mayor en su saludo inicial.

Debemos ser auténticos testigos. Ser testigo significa ser mártir, en su acepción original griega. Los mártires, por tanto, son los testigos de Cristo por excelencia. Se nos invita hoy a ser testigos, mártires de Cristo, como el Siervo de Yahvé. Porque hemos sido ungidos con el Espíritu Santo en el día de nuestro bautismo. Jesús de Nazaret fue ungido por el Espíritu y quedó lleno del Espíritu. También en nosotros inhabita el Espíritu Santo (cf. Rm 5,5), que se nos ha regalado en el bautismo y en el sacramento de la confirmación.

Tenemos la fuerza de Cristo y hemos de saber dar testimonio como los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Hemos de dar hoy ese testimonio; ellos lo dieron en el año 303; nosotros estamos en el año 2009. Son momentos distintos, pero el testimonio es el mismo; la fuerza es la misma y el Espíritu es el mismo; Cristo es el mismo, ayer, hoy y siempre (cf. Hb 13,8), y no puede variar, como tampoco puede variar la enseñanza del Magisterio de la Iglesia. Ésta no se puede acomodar a las modas de nuestra sociedad. Los cristianos de hoy tenemos una gran tarea que realizar y un gran testimonio que ofrecer. El cristiano no puede conformarse a la mentalidad de este mundo, como dice Pablo (cf. Ef 2,2-3). No os conforméis a la mentalidad de este tiempo, porque dejáis de ser sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5, 13-14).

5. Hemos escuchado en el libro de Hechos de los Apóstoles la narración del encuentro entre el apóstol Pedro y el centurión romano Cornelio; éste tuvo una visión (cf. Hch 10,1-6) y fue a buscar a Pedro, quien, a su vez, también había tenido una visión en éxtasis (cf. Hch 10,9-16) y aceptó hacer algo insólito: un judío entra en casa de un pagano.

Ambos, Pedro y Cornelio, entienden que la salvación de Dios no es sólo para los judíos, sino que Cristo ha venido a salvar a todo el mundo, a todas las gentes de cualquier raza, condición, lengua, de cualquier latitud y tiempo histórico.

Ambos son conscientes de la fuerza del Espíritu, que les induce a realizar estas acciones.

¿Por qué somos cristianos hoy, en Málaga? Porque el Espíritu Santo ha empujado a unos cristianos de otros tiempos a predicar el Evangelio fuera de Palestina. La región en la que nos encontramos, la antigua Hispania romana era una zona no judía; era pagana a los ojos de los judíos. Pero gracias al testimonio de muchos cristianos llegó el Evangelio a nuestras tierras.

6. La fiesta del bautismo del Señor es una teofanía, una manifestación de su divinidad. Dios se quiere mostrar a todo el mundo. Por eso Pedro, ni corto ni perezoso, va a casa de Cornelio y pronuncia allí un discurso; he aquí lo esencial: «Verdaderamente –dice– comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación, al que le teme y practica la justicia le es grato. Él ha enviado su palabra a los hijos de Israel anunciándoles la buena nueva de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos» (Hch 10,34-36).

Estas palabras del discurso de Pedro en casa de Cornelio nos están invitando también a nosotros a que seamos intrépidos pregoneros del Evangelio de Jesucristo.

7. En esta celebración están presentes dos catecúmenos, que están recibiendo la formación cristiana, tras aceptar la Buena Nueva del Evangelio. Ahora, queridos catecúmenos, estáis a la espera de recibir el Espíritu, que recibió Jesús de Nazaret, el Siervo de Yahvé, para testimoniar a Jesucristo como Hijo de Dios y como Hijo de Hombre.

Ahora estáis aún en el paganismo; pero la Iglesia os acoge maternalmente, para que forméis parte de ella y seáis hijos de Dios. Todos hemos hecho ese proceso; todos hemos pasado del paganismo a la filiación divina. Algunos lo hicimos hace ya tanto tiempo, que no nos acordamos; sobre todo, quienes fuimos bautizados de niños.

Pero la fiesta del bautismo de Jesús nos tiene que recordar nuestro bautismo y los compromisos bautismales de ser testigos de Jesús. El ejemplo lo hemos tenido en Ciriaco y Paula; y el mayor ejemplo es el del gran mártir por excelencia: el mismo Jesucristo.

8. Pedimos al Señor que nos conceda su Espíritu. Es muy importante la unción del Espíritu; sin estar ungidos por el Espíritu, no podemos hacer nada. En el bautismo recibimos la unción del Espíritu, al igual que el sacramento de la confirmación. Que el Espíritu del Señor nos ayude a manifestar la divinidad de Jesús a todo el mundo.

Me imagino que en Málaga hay muchos cristianos, que tal vez han perdido la fe o la tienen un poco adormecida; o incluso, hay muchos que no son cristianos aún. Tenemos una gran tarea todos los cristianos, los fieles de esta parroquia, los miembros de las cofradías y hermandades y todos los cristianos.

Le pedimos a Dios que nos de su Espíritu en esta fiesta del bautismo del Señor; que nos renueve la gracia bautismal y que nos haga testigos intrépidos, como lo fueron los mártires Ciriaco y Paula.

A ellos les pedimos su intercesión. No creo que fuera fácil para dos jóvenes, en aquella sociedad, dar la vida por Cristo. Dar la vida siempre cuesta, porque es regalar lo que uno es y lo que más aprecia. Pero la fuerza del Espíritu nos hace capaces de darnos a los demás.

¡Que la Virgen, Santa María de la Victoria, nuestra Patrona diocesana, y los patronos de la Ciudad, los mártires Ciriaco y Paula, nos ayuden en esta fiesta del bautismo de Jesús a renovar nuestro bautismo y a proclamar la Buena Nueva del Evangelio a todo el mundo, sobretodo a los malagueños, coetáneos nuestros! Amén.

Autor: diocesismalaga.es

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