El párroco, Francisco Ruiz Guillot, explica que «ha sido una experiencia de gran alegría para esta comunidad. El Obispo insistió en la necesidad de rejuvenecerse en el Espíritu de Cristo y de dejarse inundar por Èl para poder así ser anunciadores del Evangelio del Señor Resucitado».

El párroco recibió a D. Jesús en la entrada de la iglesia y entraron para orar en la capilla del Sagrario, «oración a la que acudió mucha gente. Después se dirigió al cementerio donde rezó un responso por los difuntos. Llegó el momento del rezo del Ángelus, que compartimos con el Obispo, en la capilla del Convento de las Siervas del Evangelio. Desde allí, nos dirigimos a visitar a los enfermos de la comunidad, fue una experiencia de gracia donde Jesús médico de las almas y los cuerpos visitó en la figura de nuestro obispo a los enfermos del pueblo», explica el párroco.

Tras la comida fraterna de los sacerdotes del arciprestazgoo, el obispo presidió la Asamblea Parroquial. La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía, en la que Mons. Catalá concedió la Medalla pro Ecclesia Malacitana a las Siervas del Evangelio, comunidad religiosa que trabaja en esta parroquia desde hace sesenta años, promoviendo la formación en la catequesis y la liturgia, a través del coro y el ornato de la parroquia.