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Vigilia de la Inmaculada (Santuario de Santa María de la Victoria-Málaga)

Publicado: 07/12/2010: 1601

VIGILIA DE LA INMACULADA

(Santuario de Santa María de la Victoria-Málaga, 7 diciembre 2010)

Lecturas: Gal 4, 4-9; Lc 1, 26-35.

1. Nos hemos reunido, en esta Vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada, con María y para rezar con Ella, para contemplarla también como nuestra Madre y nuestro modelo.

Los encargados de la pastoral de jóvenes y como preparación a esta Vigilia han presentado una catequesis con el tema “Hágase en mí”: «Hágase en mí, según tu palabra» (Lc 1, 38) que son la respuesta de la Virgen ante la propuesta del Ángel. Quisiera meditar brevemente esta preparación que han propuesto celebrándola ahora aquí en la Vigilia.

María responde a una invitación de Dios Trino, de la Trinidad. Hemos escuchado en el texto de la lectura breve que “Dios, al llegar la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo” (cf. Ga 4, 4)). Dios Padre envía al Hijo y lo hace por obra del Espíritu, es la Trinidad la que está actuando para que el mundo quede salvo. Y hay un diálogo de la Trinidad con María.

2. El Ángel le trae una buena nueva, el Ángel le trae un mensaje de parte de Dios Padre, porque el Hijo no se ha encarnado aún; y el Padre propone a María ser madre del Hijo que se encarnará, que se hará hombre. María escucha a través del Ángel la palabra del Padre y acepta que en su seno, la Palabra única del Padre, es decir, el Hijo, se encarne en Ella.

Hay un diálogo en el que median unas palabras, el mensaje del Ángel de parte de Dios, la Palabra, Jesucristo, y la acción del Espíritu Santo en María. María llena de Gracia, Inmaculada Concepción, preparada por el Padre desde la eternidad para ser la Madre del Hijo, en ese diálogo que se realiza en Nazaret, pero que lo intermedia el mensajero divino, María prácticamente dialogó simultáneamente con las tres personas. No dialogó físicamente, lógico, pero hay un diálogo con las tres personas.

A Dios Padre le dice: «Hágase en mí, según tu palabra» (Lc 1, 38). La plenitud de los tiempos ha madurado, el momento de la encarnación según el designio de Dios ha llegado, es el momento oportuno, es el kairós, el momento salvífico para la Humanidad. Dios desea llevar a cabo esa obra y María acepta y dice sí a la voluntad del Padre. Pero diciendo sí a la voluntad del Padre está aceptando que la Palabra única, el Verbo de Dios, se haga hombre en su seno, en el seno de María. Con lo cual está diciendo sí al Padre y está aceptando al Hijo en sus entrañas. Y esa encarnación se realiza por obra del Espíritu Santo, el Espíritu descenderá sobre ti porque lo que llevas en tu seno es obra de Dios. (cf. Lc 1, 35). El “Hágase en mí, según tu palabra” tiene pues esta triple dimensión aunque se centre en la Palabra, en el Verbo de Dios que se encarna. María, con la fidelidad y la humildad que le caracterizan, acepta esta propuesta.

3. Nosotros hoy rezamos con María en la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Hemos venido a contemplar el Misterio de la Encarnación con María, hemos venido a contemplarla a Ella en esa escena, hemos venido a rezar con Ella.

Estamos en el Adviento, tiempo litúrgico que nos pone en la consideración, en la contemplación de la encarnación del Hijo de Dios. Y ahora nosotros, ¿cómo nos comportamos ante el Dios Trino que quiere llevar adelante esa obra en la plenitud de los tiempos? Hemos escuchado el texto de Pablo: «Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, pero por obra del Espíritu» (Ga 4, 4).

Y nosotros en esa contemplación del diálogo de María con el Ángel, ¿cuál es nuestra actitud? ¿Aceptamos la Palabra de Dios en sentido de Decálogo? ¿Aceptamos las palabras de Dios Padre que quiere hacernos hijos suyos? ¿Aceptamos en nuestra alma la Palabra, el Verbo de Dios encarnado? ¿Aceptamos que el Espíritu Santo opere en nosotros la salvación que Dios quiere realizar? ¿Cuál es el diálogo de cada uno de nosotros con la Trinidad?

4. Después tendremos un momento de silencio para dialogar cada uno como María con la Trinidad. ¿Cuál es mi “sí” a Dios Padre? ¿Cuál es mi “sí” a la Palabra encarnada, Dios Hijo? ¿Cuál es mi “sí” a la obra que el Espíritu Santo quiere realizar en nosotros? La contemplación de lo que hace María puede ser de gran estímulo para cada uno de los cristianos. Debe ser de gran estímulo y modelo para cada uno de nosotros que nos sentimos hijos de María. Ella es Madre, pero es modelo también.

En este Adviento en el que nos aprestamos a recibir la Palabra encarnada, a Jesucristo hecho carne, María tiene muchas cosas que decirnos. ¿Cómo preparó María el nacimiento de Jesús? ¿Cómo nos pide a nosotros que preparemos el nacimiento, la Navidad de este año 2010? ¿Cómo nos dice María a nosotros que aceptemos la acción del Espíritu, que nos dejemos moldear por la gracia del Espíritu Santo? Que dejemos que ese artista divino moldee en nosotros la imagen del Hijo y que la Palabra encarnada sea para nosotros el gran contenido de nuestra fe y que seamos también nosotros testigos de esa Palabra que ha revelado la voluntad de Dios a los hombres. ¿Cómo nos preparamos nosotros en este Adviento para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios?

5. La plenitud de los tiempos ha llegado. María ha dicho “sí”. María Arca de la Nueva Alianza ha sido previamente preparada, ha sido un tesoro que Dios ha cuidado para recibir a Jesús. Pero el Señor también nos ha convertido en hijos suyos, en tesoros suyos para que aceptemos a la Palabra encarnada en nosotros.

Ahora, en silencio, meditaremos la actitud de María ante ese diálogo triple con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo y nos pondremos nosotros delante de la Trinidad intentando responder también a cada una de las invitaciones que la Trinidad, el Padre nos hace; que Jesús, la Palabra del Padre nos hace: y lo que el Espíritu, el que obra toda esa salvación en nosotros, nos pide.

A ver qué les contestamos cada uno a estas tres personas que se acercan y que dialogan con nosotros.

 

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