DiócesisHomilías Mons. Dorado

Recepción de las reliquias de Santa Teresa del Niño Jesús

Publicado: 15/11/2003: 1033

Santa Teresa del Niño Jesús

Recepción de sus reliquias:
Málaga, 15-18 de noviembre de 2003


1.- Dos mujeres del mismo nombre han dejado su sello en el Carmelo: Teresa de Ávila y Teresa de Lisieux. Son muy diferentes en su origen, en su temperamento, en el estilo de su espiritualidad; pero coinciden en lo más importante: en la Santidad.

Hoy nos reunimos para recibir y venerar las reliquias de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Queremos evocar y dar gracias a Dios por la vida breve y densa de una muchacha normanda que a través de sus escritos ha dejado un sello en la espiritualidad del pueblo cristiano:

• la paternidad de Dios,
• la misericordia de Jesús,
• la confianza como actitud básica de nuestra fe,
• la centralidad del amor,
• la humildad como expresión auténtica de nuestra debilidad,
• la santificación por la vida ordinaria,
• la fecundidad de la vida contemplativa, como manera privilegiada de estar activamente presente en el corazón mismo de la Iglesia,
• … y muchas otras facetas han sido comprendidas y vividas por Santa Teresa del Niño Jesús con tal profundidad y originalidad que su estilo ha pasado a ser patrimonio común de la espiritualidad cristiana.

2.- El Evangelio, en una parábola, nos describe dos actitudes diferentes ante la llamada que el Señor nos dirige para que colaboremos con Él: la primera le dice que no, pero colabora. La segunda le dice que sí, pero se retrae. Hay una tercera que esa parábola no contempla: la de aquel que dice sí a Dios y colabora. Ésta es justamente la actitud de Teresa.

3.- A diferencia de otros santos que tardaron en convertirse (pensemos en San Agustín o San Vicente de Paúl) y se agregaron a trabajar en la viña a mediodía o al atardecer, Teresa respondió desde el alba. Dios le concedió desde muy niña la gracia de una conciencia despierta y de una generosidad abnegada. Ella misma lo dice en la “Historia de un alma”. Como a la Virgen María, Dios le mostró su amor no rescatándola de esclavitud y pecados, sino preservándola por la gracia de esta penosa experiencia de servidumbre. Y Teresa fue fiel. No de manera indolora, sino muy dolorosa. Al leer sus páginas podemos incurrir en el espejismo de que casi todo le fue muy fácil. Nada más equivocado. Teresa del Niño Jesús soportó no sólo una penosa y mortal enfermedad, sino que fue afligida por la prueba terrible del silencio de Dios en largas épocas de su vida. Su auto-biografía nos ofrece flancos para entreverla. Y los especialistas que la han conocido a fondo se han asomado con perspicacia a este fondo interior en el que gimió humilde y heroicamente Teresa de Jesús. La fidelidad en lo pequeño y en lo grande, en lo cotidiano y lo extraordinario, fue en ella un programa trazado y cumplido.

4.- Pero no caigamos en un segundo espejismo igualmente peligroso. Teresa del Niño Jesús no fue una “supermujer” excepcionalmente dotada de temple y coraje. Si ha existido una persona consciente de su fragilidad, incluso psíquica, esta persona es Teresa de Lisieux. A ella le resultaba casi connatural aquel consejo de San Pablo: “dejaos llevar de la humildad y considerad siempre superiores a los demás”. En Teresa el Espíritu Santo nos ha enseñado una lección difícil y saludable: los santos no son super-hombres, sino personas de la misma pasta que nosotros, con sus traumas, sus frustraciones y complejos, sus debilidades y pasiones, su historia personal y sus temores ante el futuro. En ellos el Espíritu Santo se ha empleado a fondo porque Dios los amaba. Los santos no son un portento de la naturaleza, sino una proeza de la Gracia. Son un milagro de Dios en este mundo. Comprender esta verdad es importante para nosotros. Es cierto que Teresa fue fiel. Pero antes fue agraciada por el Espíritu Santo, que actuó maravillosamente en ella.

Adorar en Teresa la obra de Dios es el primer paso. El segundo es responder a Dios como ella lo hizo.

La gracia de Dios hace posible, y en cierto sentido fácil y gozosa, nuestra respuesta. La respuesta fiel nos abre a recibir de Dios una gracia mayor. Y así sucesivamente se gesta un santo.

Si la veneración de las reliquias de Santa Teresa del Niño Jesús nos hace comprender esto y nos moviliza en esta dirección, habrá sido una nueva gracia secundada.

Que la Eucaristía que celebramos nos ayude a comprender profundamente, a sentir intensamente y a cumplir fielmente la llamada del Señor a la santidad.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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