Via Crucis
Vía Crucis
1.- La Biblia entera no es más que el relato de la Pasión de Dios por el hombre.
Y los relatos de la pasión, muerte y Resurrección del Señor Jesús constituyen el ápice de este drama.
La Pasión de Jesús –su Vía Crucis—narra lo que Dios ha hecho por nosotros y lo que nosotros le hemos hecho.
En la Cruz se revela “la anchura, la longitud, la altura y la profundidad” de ese amor que sobrepasa todo conocimiento y nos colma de toda la plenitud de Dios.
2.- En esta tarde-noche de la fiesta de la Encarnación, hemos puesto nuestros ojos en Jesucristo y en su Madre y hemos meditado en su Pasión desde una triple perspectiva:
- en primer lugar, siguiendo estación por estación y etapa por etapa, el sufrimiento de Jesús, tal como lo narran los Evangelios, participando de una forma afectiva, íntima y personal en los sufrimientos, principalmente en los sufrimientos del hombre tal como aparecen. Esto ha suscitado en nosotros la compasión.
- al mismo tiempo, hemos contemplado el carácter salvífico del Vía Crucis: el Cristo del Vía Crucis es el Hijo de Dios que se entrega por mi, y que entregándose , revela su amor y su gracia por mi, un pecador. La Pasión es el amor límite, en el cual estalla la maldad humana, frente a la cual se muestra el poder de la salvación divina; que seguramente ha suscitado en nosotros la gratitud.
- y hemos podido, en fin, vivir la Pasión como la revelación definitiva de Dios; la verdad del Dios poderoso hecho débil, Dios Vida que entra en la muerte. Y lo hemos hecho con sentimientos de adoración a la Santísima Trinidad.
Compasión, gratitud, adoración.
El mejor intérprete del Vía-Crucis, fue el soldado romano no creyente, que al verlo morir exclamó: “verdaderamente era Hijo de Dios”. Tan humano sólo podía ser Dios.
“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído porque nos lo ha manifestado en el Crucificado, síntesis de toda la fe cristiana”.
“Mi alma se ha empleado
Y todo mi caudal
en tu servicio.
Ya no guardo ganado
ni tengo otro oficio
que solo en amor
es mi ejercicio”.
(San Juan de la Cruz)
+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga
Autor: Mons. Antonio Dorado Soto